La batalla de Midway fue una de las auténticas batallas decisivas de la historia, un revés que eliminó de súbito la aplastante superioridad aeronaval de los japoneses, factor esencial para poder continuar con éxito la guerra en los inmensos espacios del océano Pacífico. Los japoneses perdieron más de la mitad de sus portaaviones y lo mejor de sus tripulaciones adiestradísimas. Y a partir de aquel momento se vieron forzados a adoptar una actitud defensiva. La serie de victorias iniciales obtenidas por Yamamoto había acabado prematuramente. Después de Midway, la guerra entró en un período de estancamiento, durante el cual la producción norteamericana adquirió un ritmo arrollador, lo que, desde luego, ya había sido previsto por Yamamoto. El imperio del Sol Naciente había doblado el meridiano de su hora histórica más luminosa, encaminándose hacia su ocaso.
Durante la última semana de mayo de 1942, en Pearl Harbor se desarrolló una intensa actividad. Se tenia el presentimiento de que se avecinaban acontecimientos de gran importancia. El 26 habían llegado los portaaviones Enterprise y Hornet, de la 16ª. Task Force, después de una precipitada pero inútil carrera a través del Pacífico en su afán de llegar a tiempo para ayudara la 17ª. Task Force, del contraalmirante Frank Fletcher, empeñado en la batalla del mar del Coral. Habían fondeado para someterse a una serie de apresuradas operaciones de abastecimiento y de revisión. Al día siguiente el Yorktotm, único portaaviones superviviente de la 17ª. Task Force, con los costados ennegrecidos por los incendios y parte de la superestructura retorcida a consecuencia de los impactos recibidos, llegó también y entró en el dique seco de la base naval, donde un verdadero ejército de operaciones se dedicó a su reparación.
En circunstancias normales, el proceso de reparar el porta aviones habría durado varias semanas; pero en esta ocasión el astillero recibió la orden de proceder con la máxima urgencia, y continuar, sin descanso, día y noche. El comandante en jefe del Pacífico, almirante Chester Nimitz, sabía que la Flota nipona estaba a punto de lanzar a los americanos un desafío que éstos, a pesar de su inferioridad en aquel escenario de la guerra, no podían dejar de recoger.
Por eso, el 28 de mayo, la 16ª. Task Force levó anclas –en el Enterprise enarbolaba su insignia el contraalmirante Taymond Spruance- y desapareció en la amplia extensión del océano, con una escolta de seis cruceros y nueve destructores y acompañada por dos buques cisterna. Al día siguiente se comunicó a Nimitz la noticia, casi increíble, de que el Yorktown estaba nuevamente en condiciones de participar en las operaciones marítimas. Por lo tanto, también este portaaviones dejó el puerto, en las primeras horas del 30 y, tras embarcar el total de sus aviones, se dirigió hacia el Noroeste para encontrarse con la 16ª. Task Force en «Point Luck», a unas 350 millas al nordeste del atolón de Midway. Dos cruceros y cinco destructores formaban el resto de la 17ª. Task Force.
El objetivo principal de la acción japonesa era atacar y ocupar el pequeño atolón de Midway, situado a 1100 millas al oeste-noroeste de Oahu, en el extremo occidental de la cadena insular de las Hawai. La conquista de Midway, junto con la ocupación de las islas Aleutianas, extendería la frontera marítima oriental del Japón de tal manera que garantizaba la defensa de este país ante cualquier amenaza de ataque a su territorio nacional. La incursión del 18 de abril sobre Tokio, llevada a cabo por bombarderos despegados del Hornet, había dado impulso al proyecto. inicio
Se pusieron algunos reparos a este plan; pero Yamamoto, el dinámico comandante en jefe de la Flota combinada, lo sostuvo enérgicamente por motivos personales. Siempre estuvo convencido de que el Japón podría conquistar el espacio vital necesario para poder consolidar sus propias conquistas y poder negociar luego unas condiciones de paz satisfactorias, tan sólo si destruía la Flota americana, convicción que le había inspirado el ataque a Pearl Harbor. Yamamoto creía acertadamente que un ataque a Midway seria un desafío que Nimitz no podría ignorar y que induciría a la Flota americana del Pacífico a presentarse en aquel lugar, donde el almirante nipón la esperaría obligándola a batirse.
El plan japonés era complicado, como lo solían ser todos sus planes estratégicos navales, y exigía la más exacta sincronización para que distintas unidades tácticas de diversos tipos se unieran en el momento oportuno; incluía además -y esto era también muy japonés- la existencia de un «cebo», o sea una maniobra diversiva que hiciera que el enemigo dividiese sus fuerzas o que lanzase todas ellas sobre un objetivo secundario.
La Escuadra japonesa septentrional debía dejar Ominato, al norte de Honshu, entre el 25 y el 27 de mayo, para atacar las Aleutianas. La 2a Escuadra, formada por los portaaviones ligeros Ryujo y Junyo, dos cruceros y tres destructores, al mando del contraalmirante Kakuta, partiría antes, con objeto de desencadenar un ataque por sorpresa contra Dutch Harbor el día 3 de junio. Esta agresión -así lo esperaban de manos de los japoneses- haría que Nimitz destacase inmediatamente parte de sus unidades hacia el sector septentrional, donde una escuadra japonesa de protección, compuesta por 4 acorazados, 2 cruceros y 12 destructores, las estaría esperando. A la formación de Kakuta le seguiría, dos días más tarde, el resto de la formación de las Aleutianas (dos pequeñas unidades de transpone escoltadas por cruceros y destructores), que debía llevar a cabo la invasión de Attu y Kiska, fijada para el 5 de junio. En el ínterin, los cuatro grandes portaaviones pertenecientes a la 1ª. Escuadra, al mando del almirante Nagumo -el Akagi, el Kaga, el Híryu y el Soryu- zarparían de Hashirajima, en el mar del Japón, para aproximarse a Midway. Al alba del 4 de junio los cazas y los bombarderos despegarían para efectuar una incursión preliminar sobre la isla antes del asalto de las tropas, que llegarían dos días después, con el grupo de transportes.
El plan original había previsto también la inclusión en la Escuadra de Nagumo de los porta aviones Zuikaku y Shokaku; pero el Shokaku, como se sabe, fue averiado en la batalla del mar del Coral, como el norteamericano Yorktown, y no pudo ser reparado a tiempo para que pudiera tomar parte en la batalla de Midway. Además, dichos portaaviones habían perdido un considerable número de expertos y experimentados pilotos de sus aviones, y era totalmente imposible sustituirlos, en una pocas semanas, por otros que estuvieran, por lo menos, tan bien preparados como los anteriores. inicio
La formación de batalla de Yamamoto
De Guam debían zarpar también cuatro cruceros pesados, al mando del vicealmirante Kurita, para apoyar al grupo de transporte. Por último, se decidió que el día 28 de mayo saldrían juntas del mar del Japón tres poderosas formaciones navales, cuya composición era ka siguiente:
- La formación principal, que comprendía el Yamato –el nuevo buque insignia de Yamamoto, el acorazado más grande del mundo, armado con nueve cañones de 460 mm- y los acorazados Nagato y Mutsu, con cañones de 406 mm, todos ellos con sus respectivos destructores de escolta;
- La Escuadra principal de apoyo a la de invasión de Midway -dos acorazados, cuatro cruceros pesados y los destructores de escolta-, al mando del vicealmirante Kondo;
- la Escuadra de protección (cuya composición ya se ha detallado).
Una vez en alta mar, Kondo debería separarse de la formación de Yamamoto y dirigirse hacia una posición desde la que pudiera realizar acciones de apoyo al sudoeste de Midway, mientras la Escuadra de protección se situaría más allá, próxima a la ruta Pearl Harbor-Aleutianas. Las poderosas unidades de Yamamoto se situarían en el centro, donde tendrían la posibilidad de destruir cualquier formación que Nimitz enviase contra ellas. Para estar seguros de que ni un solo buque norteamericano escaparía a su vigilancia, los hidroaviones japoneses realizarían vuelos de reconocimiento sobre Pearl Harbor desde el 31 de mayo al 3 de junio. Y como últimas medidas de precaución, el 2 de junio se situarían dos cordones de submarinos al noroeste y al oeste de las Hawai, y un tercer cordón formaría una compacta barrera defensiva mucho más al Norte, hacia las Aleutianas.
El plan de Yamamoto, aunque ingenioso, era excesivamente complicado y presentaba dos defectos que luego habían de resultar fatales. A pesar de su entusiasmo por la Aviación naval, el almirante no se daba cuenta todavía de que la época de los gigantescos acorazados, reyes de las batallas, había pasado ya y que su lugar lo ocupaban ahora los portaaviones, navíos que podían desencadenar ataques a una distancia treinta veces superior al alcance de los más potentes cañones. En aquel periodo la misión de los acorazados ya se había limitado a la escolta inmediata de los vulnerables portaaviones. En cambio, la Escuadra de Nagumo se apoyaba tan sólo en dos acorazados y tres cruceros. Quizá, si hubiera permanecido unida a la formación principal de Yamamoto, los acontecimientos que siguieron habrían sido muy distintos.
Pero el error que más perjudicó el plan de Yamamoto fue precisamente suponer que el enemigo lo ignoraba y que, por lo tanto, la Flota americana del Pacífico saldría de Pearl Harbor sólo cuando Nimitz recibiera la noticia del ataque a Midway. Por el contrario, mucho antes del proyectado reconocimiento de los hidroaviones (que, entre otras cosas, no llegó a realizarse y antes también de que los submarinos enviados en exploración alcanzaran las posiciones señaladas, Spruance y Fletcher se encontraban ya más allá de la línea de barrera, circunstancia totalmente ignorada por los japoneses. Los detalles de esta toma de contacto y -en sus puntos principales- todo el plan de Yamamoto eran conocidos por Nimitz, quien a parte del envió de una pequeña formación de cinco cruceros y diez destructores a las Aleutianas para que realizasen acciones de hostigamiento, concentro todas sus unidades disponibles en el sector amenazado.
Nitmiz disponía también de una división de acorazados; pero, al contrario del almirante japonés, no se forjaba ilusiones en cuanto a que sus cañones pudieran desempeñar el papel de protagonistas en la batalla que se estaba preparando; prefirió asignarles funciones defensivas a lo largo de la costa occidental americana. Al principio, y según el plan, la Flota combinada japonesa avanzó hacia el Este, manteniendo una formación muy extendida. El estado de ánimo general de las tripulaciones era optimista; nacía del recuerdo de la ininterrumpida serie de victorias logradas hasta entonces. La «enfermedad de la victoria» -como más tarde la denominaron los mismos japoneses- estaba especialmente difundida entre los componentes de la 1ª. Escuadra de ataque, la que había llevado acabo aquella arrolladora correría que sembró la destrucción desde Pearl Harbor a las Indias holandesas y Ceilan, sin perder ni siquiera un buque. Sólo el almirante –por lo menos así lo diría después Nagumo- tenía sus dudas sobre la capacidad de los nuevos y numerosos elementos que habían sustituido a los habilsimos pilotos caídos en los anteriores combates. inicio
Mientras tanto, Spruance y Fletcher se reunían el día 2 de junio, y Fletcher asumía el mando de las dos Task Forces; no obstante, cada una de ellas continuaría operando como unidad autónoma. El mar estaba en calma y el cielo surcado por nubes altas. Los aviones que al día siguiente realizaron el reconocimiento, en perfectas condiciones de visibilidad, no avistaron nada, y Fletcher tuvo motivos para creer que el enemigo ignoraba su presencia. En efecto, ni Yamamoto ni Nagumo, los cuales avanzaban rápidamente y casi a ciegas a través de la lluvia y de la niebla, tomaron en consideración esta posibilidad, o, por lo menos, la juzgaron muy improbable.
El 3 de junio, mucho más al Norte, el alba apareció gris y caliginosa sobre los dos portaaviones de Kikuta, desde los que se elevó la primera de las dos oleadas de ataque para destruir las instalaciones y los depósitos de carburante de Dutch Harbor. El 4 de junio se lanzó un segundo ataque, y en los días que siguieron las formaciones navales japonesas y norteamericanas se buscaron en vano en medio de los bancos de niebla, mientras los japoneses ocupaban dos islas, Kiska y Attu, prácticamente privadas de defensa. Mas como Nimitz no cayó en la tentación de emplear una de sus Escuadras en una acción secundaria, esta parte del plan de Yamamoto no tuvo ningún efecto en los acontecimientos que iban a desarrollarse. inicio
El prólogo
Los preliminares de tales acontecimientos tuvieron lugar en las primeras horas del 3 de junio, cuando un hidroavión Catalina avistó, a unas 700 millas al oeste de Midway, una poderosa formación naval que avanzaba en dos largas filas apoyada por numerosos buques de cobertura dispuestos en cuña y a la que tomó por el grueso de la Flota japonesa. Basados en los informes de este aparato, nueve B-17 de la Aviación del Ejército, despegados de Midway, sometieron a esta formación a tres bombardeos de alta cota y afirmaron haber alcanzado dos acorazados, o dos cruceros pesados, y dos transportes. En realidad, la formación enemiga estaba compuesta tan sólo por los transportes y por los buques cisterna de la fuerza destinada a la ocupación de Midway, y ninguno de ellos fue alcanzado hasta el momento en que cuatro Catalina anfibios, que se habían elevado de Midway, avistaron de nuevo el grupo en las primeras horas del día 4 de junio, a plena luz de la luna; entonces fue cuando lograron alcanzar con un torpedo a uno de los buques cisterna, el cual, sin embargo, sólo registró ligeras averías y pudo seguir navegando en la formación
Fletcher, que se encontraba a más de 800 millas al Este, interceptó los mensajes relativos a este primer contacto; pero, como conocía el plan enemigo, no le fue difícil comprender que retrataba del grupo de ocupación. Sabía que los porta aviones de Nagumo estaban bastante más cerca, a unas 400 millas al oeste de su propia posición, y que se aproximaban desde el Noroeste al punto previsto para el despegue de los aviones. Por ello, durante la noche, las dos Task Forces se dirigieron al Sudoeste, hacia un punto determinado, a 200 millas al norte de Midway, con objeto de situarse al amanecer dentro del radio de acción de los aparatos de reconocimiento y sorprender al enemigo. Se estaba preparando una de las batallas decisivas de la historia.
Un mortal juego al escondite
Durante la última hora de oscuridad, antes del amanecer del 4 de junio, a bordo de los portaaviones de una y otra parte se estaban preparando los aparatos para las operaciones de despegue. El Yorktown, que debía lanzar el primer vuelo de reconocimiento del día, llevaba los Dauntless. bombarderos en picado y de reconocimiento, diez de los cuales despegaron a las 4,30 para explorar una zona que se extendía 100 millas de Oeste a Este. Esto se hizo como medida de precaución para no correr el riesgo de verse sorprendidos mientras esperaban noticias de los hidroaviones de reconocimiento que habían despegado de Midway.
También la Escuadra de Nagumo lanzó sus propios aviones de reconocimiento en el mismo momento, uno el Akagi y otro el Kaga, y dos hidroaviones los cruceros Tone y Chikuma, con la misión de explorar la zona al Este y al Sur en una profundidad de 300 millas. El hidroavión del acorazado Haruna, por ser de un tipo más anticuado, recibió la orden de limitarse a una profundidad de 150 millas. Pero la actividad principal a bordo de los portaaviones de Nagumo no se concentraba en los preparativos de las formaciones de asalto para realizar el ataque a Midway: 36 aviones torpederos Kate (cada uno con una bomba de 850 kg) 36 bombarderos en picado Val con una sola bomba de 225 kg así como 36 cazas Zero de escolta. Esta imponente formación de ataque, al mando del teniente de navío Joichi Tomonaga, despegó a las 4,30. inicio
A las 4,45 todos los aviones japoneses volaban ya en la ruta preestablecida a excepción de uno. Y este hecho insignificante en sí mismo, tuvo un papel determinante en el desarrollo de Ia batalla. Ocurrió que una de las catapultas del crucero Tone no funcionó debidamente, por lo que su segundo hidroavión fué lanzado a las cinco. Este retraso, aparentemente de escasa importancia, estaba destinado a tener muy hondas consecuencias, como se verá más adelante. Mientras tanto, los montacargas de los portaaviones ya estaban conduciendo a las cubiertas una segunda oleada; no tan potente como la anterior; pero esta vez bajo la carlinga de los Kate se fijaron los torpedos, pues su misión era ahora atacar a todas las unidades navales enemigas que les señalasen los aparatos de reconocimiento.
La calma que siguió al primer lanzamiento por parte de las dos escuadras adversarias se rompió de pronto dramáticamente. A las 5,2 0 horas, a bordo del Akagi, insignia de Nagumo, sonó la alarma: se había avistado un hidroavión enemigo en vuelo de reconocimiento. Inmediatamente se elevaron los Zero para perseguirle y entonces, entre las nubes, comenzó un mortal juego al escondite, hasta que los aviadores norteamericanos lograron escapar de sus perseguidores. A las 5,34 el servicio de radio de Fletcher recibió un mensaje: «Portaaviones enemigos a la vista»; seguido por otro que anunciaba que numeroso aparatos enemigos se estaban dirigiendo hacia Midway. Finalmente, un tercer mensaje, a las 6,03, comunicó los detalles relativos a la posición de composición de la Escuadra de Nagumo, que se hallaba a 200 mulas al oeste-sudoeste del Yorktown. Había llegado el momento de la acción.
Se llamó inmediatamente a los aviones de reconocimiento de dicho portaaviones y, en espera de su retorno, Fletcher ordenó a Spruance que avanzara con la 16a Task Force «en dirección Sudoeste para atacar a los portaaviones enemigos una vez se hubiera comprobado su posición». El Enterprise y el Hornet, bajo la protección de los cruceros y de los destructores de escolta, se alejaron a la velocidad de 25 nudos; mientras tanto, las sirenas daban la señal de: todos a sus puestos de combate>. Casi simultáneamente, en Midway, se preparaban para afrontar el ataque inminente.
A las 5,35 el radar reveló el enjambre de aviones que se aproximaba y siete minutos más tarde todos los aparatos disponibles en la isla se habían elevado. Los bombarderos y los hidroaviones recibieron la orden de mantenerse fuera de la zona, en tanto que los cazas del cuerpo de marines despegaban divididos en dos grupos y se lanzaban al ataque. Pero de los 26 aparatos que partieron para la acción, unos 20 eran anticuados Brewster Buffalo, totalmente superados por los rápidos y agilísimos Zero, por lo que pronto se vieron arrollados: 17 fueron derribados y otros siete resultaron con daños irreparables. Los aparatos enemigos llegaron entonces sobre el objetivo y soltaron sus bombas sobre las centrales eléctricas, los hangares de los hidroaviones y los depósitos de carburante.
Al mismo tiempo, también salieron diez aviones torpederos, seis de los cuales eran los nuevos Grumman Avenger (que poco después sustituirían en los portaaviones norteamericanos a los Devastator, cuya actuación se había revelado como poco satisfactoria), y cuatro Marauder del Ejército. A las 7,10 estos aparatos localizaron y atacaron a los portaaviones japoneses; pero, privados de la protección de los cazas, se vieron expuestos al ataque de los numerosos Zero, por lo que muchos de ellos fueron derribados incluso antes de alcanzar la posición de lanzamiento. Los que lograron sustraerse a los cazas adversarios, como estaban armados con los lentos e ineficaces torpedos que habían suscitado el desprecio de los japoneses en la batalla del mar del Coral, no alcanzaron ni un solo objetivo. Tan sólo un Avenger y dos Marauder se salvaron de aquella especie de huracán de explosiones de las granadas antiaéreas que los acogió; no obstante, también se perdieron, pues se estrellaron y destrozaron contra el suelo cuando tomaban tierra en el aeropuerto de Midway.
Si bien no obtuvieron ningún resultado inmediato, estos ataques habrían de tener, sin embargo, consecuencias importantes. A las 7, el teniente de navío japonés Tomonaga, que volaba sobre Midway para observar los resultados del ataque, comunicó que para demoler las defensas del atolón era preciso un segundo bombardeo. Nagumo juzgó que, para ello, era inadecuado un ataque con torpedos, y, como aún no tenía noticias de que en la proximidad se encontrasen unidades de superficie enemigas, tomó la primera de una serie de decisiones fatales: en efecto, a las 7,15 ordenó a los aviones de la segunda oleada que estuvieran dispuestos para el ataque a Midway. Los Kate, concentrados sobre el Akagi y el Kaga, tuvieron que volver a las cubiertas inferiores para sustituir los torpedos por bombas. Era este un trabajo lento, y por ello, cuando a las 7,28 llegó un mensaje que hundió a Nagumo en una angustiosa incertidumbre, tan sólo se había realizado una parte de la operación
inicio .
|
|