Europa 1939 |
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En el transcurso de la primavera y del verano de 1943, mientras la situación bélica en el Mediterráneo empeoraba para el Eje, se fueron trasladando al sur de Italia grandes contingentes de tropas alemanas. La caída de Mussolini indujo a Hitler a situar divisiones germanas en toda la mitad septentrional del país. Las fuerzas septentrionales estaban bajo el mando del Feldmariscal Rommel (Grupo de Ejércitos B), mientras que las tropas alemanas dislocadas en Italia central y meridional, incluyendo las fuerzas aéreas y navales, se hallaban bajo el mando del Feldmariscal Kesselring. Al final de la campaña de Sicilia, las unidades de que Kesselring disponía en el Sur y alrededor de Roma estaban constituidas por 3 divisiones motorizadas, 3 Panzerdivision en y 2 divisiones paracaidistas; estas divisiones se encuadraron en el Ejército 10, mandado por el general von Vietinghoff, que comprendía el XIV y el LXXVI Panzerkorps y el XI Fliegerkorps. Las fuerzas de la Luftwaffe se integraron en la 2ª. Luftflotte, del Feldmariscal von Richthofen, y todas las fuerzas navales se confiaron al almirante Meendsen-Bohlken. En el sur de Italia se encontraba también el Ejército 7 italiano, y, al norte de la península el Ejército 5. Sin embargo, ninguna de estas grandes unidades podía considerarse cómo un serio obstáculo para enfrentarse con un posible desembarco aliado. Las divisiones del Feldmariscal Kesselring estaban desplegadas desde la punta meridional de Calabria hasta el lago de Bolsena, al noroeste de Roma:
Mientras estaban en todo su apogeo los combates en Sicilia, Kesselring había dado por seguro un desembarco aliado en Calabria. Sin embargo, Montgomery no parecía tener prisa. Hasta el 3 de septiembre de 1943, por la mañana, después de una potente preparación artillera, no envió al otro lado del estrecho de Mesina al Cuerpo de Ejército XIII británico (constituido por la División 5 inglesa y por la División 1 canadiense). El desembarco en las playas no halló resistencia, y sólo cuando penetraron un poco hacia el interior, las fuerzas aliadas encontraron la oposición de la 29a División Panzergrenadier. La División 5 inglesa no consiguió más que pequeños progresos en aquel terreno montañoso. En las primeras horas del día 8 de septiembre, la Brigada de infantería 231 inglesa desembarcó en las proximidades de Pizzo, en la costa occidental de Calabria, con el fin de cortar la retirada a los alemanes, pero la brigada inglesa encontró una tenaz resistencia, y no pudo amenazar, ni mucho menos, a la División Panzergrenadier. En cambio, los canadienses consiguieron resultados más rápidos y brillantes: el 8 de septiembre se aseguraron el dominio de la parte más estrecha de la región, cerca de Catanzaro. inicio |
Aquel mismo día, la 1a División aerotransportada inglesa ocupó la ciudad y el puerto de Tarento. Las tropas habían sido transportadas por mar en seis unidades de guerra aliadas, una de las cuales, la inglesa Abdiel, chocó con una mina y se hundió.
Lo mismo que en los combates de Sicilia, durante los desembarcos en el continente mandó las fuerzas de desembarco aliadas, constituidas por el Ejército 5 americano y el Ejército 8 inglés, el general británico sir Harold Alexander, el vencedor de la campaña del Norte de África. Del 5 de septiembre en adelante, los convoyes del Ejército 5 americano zarparon de los puertos norteafricanos y sicilianos. Las dos divisiones británicas, la 46 y la 56, se embarcaron en Bizerta y en Trípoli, y las divisiones americanas 36 y 45 en Orán y en Palermo. El almirante americano Hewitt, que mandaba la formación de desembarco, reunió sus unidades en el sector meridional del Tirreno el 8 de septiembre: en total 450 buques, con 169.000 soldados y 20.000 vehículos a bordo, zarparon hacia la costa meridional italiana. Aquel mismo día por la tarde, grandes formaciones de bombarderos aliados, cuyo objetivo era, evidentemente, paralizar el sistema de mando alemán, atacaron los puestos de mando de los Feldmariscales Kesselring y Richthofen (situados en Frascati, cerca de Roma). Ya el día anterior, el reconocimiento aéreo alemán había comunicado que una formación de desembarco aliada estaba en navegación. Pero ¿dónde desembarcarían los Aliados? Todos los comandantes alemanes estaban obsesionados por este dramático interrogante. Y precisamente el 8 de septiembre, a las 18,30 horas, mientras los jefes alemanes estaban preocupados por este problema, llegó, como un rayo, el comunicado radiofónico de Badoglio: Italia había capitulado. Era evidente que entre la rendición italiana y la inminente invasión existía una estrecha relación. Poco después, aquella misma tarde, cuando Kesselring se enteró de que la escuadra de desembarco estaba aún navegando frente a Nápoles, comprendió que los Aliados no iban a desembarcar en Roma, sino en el sur de Italia, probablemente en el golfo de Salerno. Kesselring consideró que la invasión de las fuerzas angloamericanas comenzaría aquella misma noche. Así, pues, la situación se había aclarado; pero quedaban aún sin contestar dos interrogantes: ¿conseguirían las escasas fuerzas alemanas impedir el desembarco? ¿cómo se comportarían los italianos, los que hasta entonces habían sido sus aliados? En cuanto se conoció la decisión italiana de rendirse, Kesselring dio instrucciones para que se empezara a poner en práctica el plan de emergencia «Achse» (Eje). Sus oficiales y sus soldados comenzaron a desarmar sistemáticamente a las fuerzas italianas. La operación se llevó a cabo sin ningún contratiempo grave; sólo las cinco divisiones italianas situadas alrededor de Roma se dispusieron para ofrecer resistencia a los alemanes. Y Roma era de importancia crucial para el mando alemán, puesto que por ella pasaban todas las carreteras que unían al Norte con el previsto frente de invasión en el Sur, así como todas las líneas telefónicas de larga distancia. Por lo tanto, era indispensable conservar el control de la situación alrededor de Roma a fin de tener la posibilidad de rechazar con éxito el desembarco aliado en Nápoles. Así, en el curso de la noche entre el 8 y el 9 de septiembre, la 21 División paracaidista y la 31 División Panzergrenadier se prepararon para atacar la capital Pero, al día siguiente, los italianos ofrecieron la rendición de la ciudad; las divisiones italianas depusieron las armas y los soldados volvieron a sus casas. El camino hacia el golfo de Salerno estaba abierto. inicio Hitler se decide Esto era, según el Feldmariscal Rommel, lo que la situación requería. En opinión de Kesselring, Hitler aceptó por completo este plan. De cualquier modo, es evidente que, desde el momento en que se produjo el desembarco aliado en Salerno, Hitler estuvo dispuesto a arriesgar la misma existencia de las fuerzas alemanas que se encontraban en el sur de Italia antes que reforzarlas con unidades del Grupo de Ejércitos de Rommel. Esta actitud de Hitler es aún más difícil de explicar si se tiene en cuenta que el Führer estaba firmemente convencido de que los Aliados pensaban utilizar el sur de Italia como un trampolín de lanzamiento para una invasión de los Balcanes a través del Adriático. Se trataba de una posibilidad que también había sopesado antes con Kesselring. Pero lo que más preocupaba a este último, ante la perspectiva de que los Aliados conquistasen el sur de Italia, era que de esta manera se asegurarían utilísimas bases aéreas para intensificar la guerra aérea contra el sur de Alemania, Austria y los Balcanes. Por lo tanto, afirmaba la necesidad de impedir que los Aliados utilizaran los aeropuertos italianos, incluso los que se encontraban más al Sur. En cambio, según el plan de Hitler y de Rommel, las fuerzas alemanas deberían retirarse lentamente del Sur y del centro y dirigirse hacia la línea de los Apeninos, cuya defensa se había asignado a Rommel. Al mismo Rommel se le confiaría, después, el mando supremo de las fuerzas alemanas en Italia, mientras que el Estado Mayor del comandante del sector meridional quedaría disuelto. No obstante, después de los combates de Salerno, Hitler cambió de idea. Kesselring había sorteado, con habilidad no prevista, la situación de emergencia creada por la rendición italiana y la invasión aliada. Ahora era evidente que los Aliados no lo deseaban demasiado o no eran capaces de invadir la parte central de la península en una rápida campaña. Por lo tanto, Hitler acabó por aceptar el plan de Kesselring, nombrándole, el 21 de noviembre, comandante en jefe del sector sudoccidental(Grupo de Ejércitos C) y confiándole el mando del despliegue italiano. Mientras se desarrollaba la batalla de Salerno, Kesselring ya había comenzado a prever medidas para posteriores operaciones defensivas. En efecto, ordenó que se retrasase el mayor tiempo posible el avance aliado hacia Nápoles, a fin de ganar el tiempo suficiente para preparar posiciones defensivas retrasadas capaces de retardar el posterior avance hacia Roma; se debía mantener a los Aliados lejos de la capital por lo menos hasta la primavera siguiente. El 10 de septiembre ya había decidido sobre qué líneas debía desarrollarse la acción defensiva en caso de que se hiciera necesaria una retirada de las fuerzas alemanas del sur de Italia. El 16 del mismo mes comunicó al Ejército 10 que la línea del Volturno, al norte de Nápoles, y el sector de Biferno, en el Adriático, deberían defenderse por lo menos hasta el 15 de octubre. Incluso antes, mientras estaba en curso la campaña de Sicilia, se había reconocido, más al Noroeste, la llamada Línea Gustav. Se trataba de una zona, de 12 km de profundidad en su punto más estrecho, que corría, en sentido diagonal, a través de la península, partiendo de la desembocadura del río Garigliano, pasaba por Cassino, siguiendo el río Rápido, cruzaba los montes de los Abruzos y seguía, finalmente, el curso del río Sangro hasta su desembocadura en el Adriático. Allí debía detenerse el avance aliado; y para ello Kesselring envió a la zona diversas unidades de zapadores para que comenzasen inmediatamente las obras de fortificación. Delante de dicha línea pasaba la Línea Reinhard, conocida también como Línea Bernhard y, entre los Aliados, como «línea de invierno». En esta última, los alemanes pensaban retrasar al máximo la ofensiva aliada, a fin de ganar el mayor tiempo posible para prepararla Línea Gustav. El punto central de la Línea Reinhard estaba constituido por la garganta de Mignano y por las dos cumbres que la dominan: el Monte Camino y el Monte Sammucro. Pero no se disponía por entonces ni del tiempo ni de los hombres necesarios para fortificarla. Si los Aliados, al final, conseguían hundir la Línea Gustav y presionar sobre Roma, el plan preveía que todas las fuerzas alemanas se retirasen sistemáticamente del sur y del centro de Italia para establecerse en la Línea Verde que cruzaba el Apenino toscano, y se prepararan para el enfrentamiento decisivo. inicio El primer objetivo de los Aliados era asegurarse el control del sector del Volturno, y el general Clark confió este cometido al Cuerpo de Ejército VI, del general Lucas, desplegado en el ala derecha. Las grandes unidades de primera línea eran la División 45. del General Middleton; la 34, del general Ryder, y la 3, del general Truscott. A la izquierda de éstas, el Cuerpo del Ejército X británico, mandado por el general McCreery, domidaba el sector que se extendía hasta la costa, pues disponía de tres grandes unidades para el paso del río: la División 56 del general Templen la 46 del general Hawkesworth y la Acorazada 7 del general Erskine. Frente al Ejército 5 americano se encontraban las cuatro divisiones del XIV Panzerkorys, del general Hube. Para ser más exactos, el sector costero estaba defendido por la 15a División Panzergrenadier, del teniente general Rodt; a su izquierda se encontraba la Panzerdivision Hermann Goering, del general Conrath, seguida a su vez por la 3a División Panzergrenadier, del general Gráser; en el extremo izquierdo del frente estaba situada la 26a Panzerdivision, del general von Lüttwitz. A 54 km de Cassino En el sector británico, el ataque de la División 56, al oeste de Capua, no obtuvo resultado alguno, y los contraataques de la 15a División Panzergrenadier detuvieron el avance de la División Acorazada 7. Sólo la División 46, que constituía el flanco izquierdo del Cuerpo de Ejército X británico, consiguió que pasaran a la otra orilla del río tres de sus batallones. No obstante, la resistencia alemana se debilitó en el curso del día 14 de octubre, y, al atardecer, el Ejército 5 había cruzado el curso bajo del Volturno en casi todo su frente. En los días siguientes, el Cuerpo de Ejército VI americano avanzó bastante, pero la 15a División Panzergrenadier y la Panzerdívision Hermann Goering consiguieron retrasar notablemente el avance del Cuerpo de Ejército X británico. El 19 de octubre, las unidades avanzadas americanas se encontraban ya a más de 30 km al norte de Capua, mientras que el flanco derecho inglés no alcanzó Sparanise hasta el día 25. Así, el Ejército 5 se encontraba ya a 54 km de Cassino. Entonces, el 25 de octubre, el general Clark decidió interrumpir el ataque para reagrupar sus fuerzas y reanudar la ofensiva contra la Línea Reinhard el 31. Retiró la División 45 americana de su flanco derecho para desplegarla detrás de la 34, mientras que las «ratas del desierto» desplegaban en el sector costero y la División 46 inglesa lo hacía en la posición que estos últimos ocupaban antes. También los alemanes estaban reforzando su frente, preparándose para la inminente batalla. La División de infantería 305 desplegó en la parte montañosa de la Línea Reinhard, entre Pozzillo y Castel di Sangro, y la 94 ocupó el sector del Garigliano, que ya formaba parte de la Línea Gustav. En cambio, a la Panzerdivision Hermann Goering la retiraron del frente y a la 26a Panzerdivision la trasladaron más al Norte. A ambos lados de la vía Casilina, preparada para resistir el choque del ataque previsto, estaba desplegada la 3a División Panzergrenadier, mientras que la 15a se encontraba algo más al Sur. inicio El 31 de octubre, el Ejército 5 americano reanudó la ofensiva. Después de obligar a los puestos avanzados alemanes a replegarse sobre la Línea Reinhard, la División 45 conquistó Venafro y la 34 Pozzillo. El monte Cesima, situado al norte de vía Casflina, corria ahora el peligro de un ataque lanzado por el Norte. Sin embargo, el 4 de noviembre, la División 3 americana lanzó un ataque frontal contra el citado monte, inmovilizando a los defensores. El Batallón III del 6° Regimiento de paracaidistas alemán contraatacó inmediatamente; pero no consiguió desalojar a los americanos, y así, el 5 de noviembre, los alemanes ya habían perdido definitivamente aquella zona. El Cuerpo de Ejército X británico, por su parte, sólo consiguió avances locales reducidos en su ataque contra el imponente macizo del monte Camino, por lo que esta cima, que domina la garganta de Mignano, permaneció en manos de la 15a División Panzergrenadier. Mientras tanto, con la pérdida de Pozzillo y del monte Cesima, conquistados por los americanos, se había creado una peligrosa brecha en la Línea Reinhard; la situación empeoró aún más para los alemanes cuando el Cuerpo de Ejército VI americano obligó al flanco derecho de la División de infantería 305 germana a replegarse a una posición defensiva sobre las dos vertientes del monte Pantano. Estas infiltraciones en el frente defensivo del XIV Panzerkorps exigían contramedidas rápidas, y por ello, el 8 de noviembre, la 26a Panzerdivision alcanzó por la derecha el sector de la División de infantería 305. Del 11 al 16 de noviembre la 29a División Panzergrenadier sustituyó a la mal parada División 3, asumiendo el cometido de defenderla garganta de Mignano y el monte Sammucro, en el sector central. Pero a todo eso, el Cuerpo de Ejército X británico empezaba a revelar claros signos de cansancio. Desde el desembarco en Salerno, sus divisiones habían perdido aproximadamente el 40% de sus efectivos. Los combates en las proximidades de la Línea Reinhard fueron acompañados por lluvias incesantes, y, además, ya empezaba a aparecer la nieve en las cumbres más altas de los montes. Llanuras y valles estaban cubiertos de una espesa capa de barro, y todos los ríos iban crecidos. Asimismo, después de combatir mucho tiempo en condiciones tan desfavorables, el Ejército 5 americano precisaba una larga pausa; por ello, el 15 de noviembre, el general Clark decidió aplazar indefinidamente la ofensiva. inicio El ataque británico en tenaza Entonces Heidrich retiró su división detrás del río Biferno. En el curso de los combates que siguieron se dio cuenta de que la amenaza más grave se cernía sobre la ciudad y el puerto de Termoli, por lo que decidió atacar con un grupo de combate que comprendía artillería y tropas de ingenieros. Sin embargo, la 2a Brigada de servicios especiales inglesa, que llegó inesperadamente a Termoli por mar, arrolló a esta unidad. En cuanto entraron en la ciudad, los ingleses se pusieron en contacto con su División 78, que ya había formado una cabeza de puente al otro lado del Biferno; el flanco izquierdo de los paracaidistas alemanes se encontraba así gravemente amenazado. El Feldmariscal Kesselring decidió entonces trasladar apresuradamente a la 16a Panzerdivision de sus posiciones en el Volturno a Termoli, a fin de recuperar el dominio de la situación con un eficaz contraataque. Pero el Ejército 10 tardó demasiado en mandar la división, que no llegó a Termoli hasta el 5 de octubre. Durante la noche siguiente, la Brigada 36 de la División 78 británica desembarcó en el puerto de Termoli, y, al mismo tiempo, los ingleses acababan la construcción de un puente sobre el río Biferno, lo que les puso en condiciones de atacar directamente a la 16ª. Panzerdivision. Esto anuló la eficacia del contraataque alemán. Pero fue este contraataque lo que convenció al general Alexander de que Kesselring se preparaba para defender sistemáticamente todo el sur de Italia. La perspectiva de una resistencia más decidida en aquel sector significaba que iba a ser bastante difícil llegar a Roma. Y precisamente la conquista de la capital italiana era algo más que un deseado objetivo estratégico: para los Aliados se trataba de una cuestión de prestigio político. Churchill, especialmente, estaba pidiendo enérgicamente su conquista. Pero el general Montgomery no consiguió aprovechar la ocasión propicia que le ofrecía el resultado favorable del golpe lanzado contra Termoli. El 5 de octubre, le había pedido permiso a Churchill para suspender, por el momento, su ofensiva a lo largo de la línea Termoli-Campobasso, a fin de organizar mejor el flujo de abastecimientos al Ejército 8 antes de lanzarse en fuerza contra Roma. Pero en aquel momento las defensas alemanas de la vertiente adriática aún eran débiles, y al Ejército 8 le habría sido fácil arrollarlas con una operación rápida y enérgica; posteriormente, tras duros combates en condiciones atmosféricas adversas, conseguiría ocupar aquella zona. Montgomery aprovechó en cambio la siguiente pausa para agrupar a sus grandes unidades. En el sector derecho del frente del Ejército 8 desplegó el Cuerpo de Ejército V británico, constituido por la División 78 inglesa y la División 8 india, recién llegada. Al sur desplegó el Cuerpo XIII, que comprendía la División 5 inglesa y la 1 canadiense. Los alemanes desplegaron frente al Ejército 8 el LXXVl Panzerkorps. La 16a Panzerdivision tenía a su cargo el sector costero, e inmediatamente más al Sur se encontraba la 1a División paracaidista. Más allá de ésta estaba desplegada la 29a División Panzergrenadier, y en el flanco derecho se encontraba la 26a Panzerdivision. |
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