Segunda Guerra Mundial
LA PISTA DE KOKODA

Los japoneses proyectaban reforzar su perimetro defensivo apoderándose de Port Moresby, en Nueva Guinea.  Este puerto sería un punto clave para el acceso al mar del Coral, una base para incursiones aéreas contra el norte de Australia y un trampolín de lanzamiento para posteriores acciones encaminadas a aislar a Australia de sus aliados.  Pero la batalla del mar del Coral les obligó a abandonar la idea de una invasión por mar, y en cuanto intentaron llegar a su objetivo atacando el país a través de las escabrosas montañas del interior, se encontraron empeñados en duros combates con los australianos en el corazón de la jungla.  Y en este tipo de combates, los australianos demostrarían estar a la altura de os japoneses.
 

La potente ofensiva japonesa en el Pacífico fue tan rápida como profunda, y así, ya el 23 de enero de 1942 los nipones habían desembarcado en Kavieng (Nueva Irlanda) y en Rabaul (Nueva Bretaña).  Las fuerzas japonesas (5300 hombres) vencieron rápidamente a los 1400 australianos de guarnición en Rabaul, y el Mando Supremo japonés decidió que con la constitución de otras bases en Port Moresby, en Nueva Calcedonia, en las islas Fidji y en las Samoa se aislaría a Australia, permitiendo una más fácil defensa del sector meridional del Pacífico.

Despegando de Rabaul y de los portaaviones, los aparatos de reconocimiento japoneses comenzaron a sobrevolar Nueva Guinea, llegando hasta el norte de Australia.  Port Darwin sufrió la primera de muchas incursiones aéreas el 19 de febrero; pero el objetivo principal era Port Moresby, y todas las incursiones y vuelos de reconocimiento formaban parte del plan estratégico que tenía como objetivo su conquista.  Los nipones desembarcaron el 8 de marzo en la costa septentrional, más allá de los densos bosques que cubren la cadena del Owen Stanley y ocuparon Lae y Salamanua.  Estos desembarcos no encontraron prácticamente resistencia alguna, y durante varias semanas los invasores se dedicaron activamente a preparar el avance hacia el Sur.

Pero los japoneses que se encontraban en el valle de Markham, cerca de Lae y de Salamanua, a unos 70 km al Sur, en el golfo de Huon, estaban vigilados a distancia por pequeñas unidades de comandos australianos y de fusileros voluntarios de Nueva Guinea (NVGR, New Guinea Volunteer Rifles); no obstante, por lo general, pudieron continuar destruyendo aeródromos y desarrollando su actividad de patrulla sin demasiadas molestias.  Se encontraban en aquella zona para sentar las bases de un posterior avance nipón por la costa septentrional, mientras que Port Moresby se conquistaría lanzando un ataque con fuerzas desembarcadas por mar.  Pero éste fue el punto en el que los planes japoneses empezaron a fallar.

Sus ataques aéreos contra Tulagi, en las islas Salomón, habían atraído a las fuerzas navales americanas a las aguas del Pacífico meridional, y cuando la fuerza de invasión japonesa zarpó en dirección a Port Moresby, en el mar del Coral, fue interceptada y rechazada.  Por lo tanto, Port Moresby, ya no estaba amenazada por el mar, sino por las pistas que cruzaban la cadena del Owen Stanley, por la que los japoneses avanzarían desde sus bases de Lae y Salamanua.inicio

Después de conseguir resultados tan brillantes en la primera fase del ataque, los japoneses se veían obligados, en aquel momento, a retrasar todo ulterior avance con el fin de consolidar las posiciones conquistadas y prepararse para la fase siguiente.  Esta pausa fue de vital importancia, pues dio a los Aliados el tiempo suficiente para reforzar sus posiciones en aquel sector, de tal forma que al producirse el ataque japonés no consiguió grandes resultados.

Poco antes de estallar la guerra en el Pacífico, en Australia se había construido y adiestrado para combatir en la jungla algunas unidades de comandos: las llamadas Compañías autónomas; estas unidades se hallaban en numerosos puntos de la parte septentrional del continente australiano, desde el Territorio del Norte hasta Timor y desde las Nuevas Hébridas hasta las islas del Almirantazgo.  También los fusileros voluntarios de Nueva Guinea estaban en estado de alarma.  El 17 de abril, la 5ª compañía autónoma llegó a Port Moresby para atravesar la cordillera, unirse a los fusileros y cooperar con ellos en las actividades de vigilancia y de hostigamiento a los japoneses.

En Nueva Guinea, los generales Blamey y MacArthur pensaban lanzar contra los nipones una ofensiva limitada, y cuando acabó la batalla del mar del Coral convinieron en que la situación estaba ya madura para atacar el sector Lae-Salamanua con fuerzas superiores a las que podía proporcionar el NVGR.  El mando del nuevo Grupo se confió a un oficial de la División 6, el mayor Fleay; el Grupo, denominado Kanga Force, comprendía un comando, el NVGR, la 2/5ª compañía autónoma, un pelotón de morteros y otro de infantería.  A fines de mayo se trasladó la Kanfa Force  a Wau, e inmediatamente empezó a efectuar incursiones que llegaban hasta las posiciones japonesas.  Con gran habilidad y valor, utilizando cargas adhesivas, cargas de trional, granadas de mano, carabinas automáticas y morteros, los hombres de la Kanga Force llevaron a cabo incursiones en las que destruyeron camiones, puentes y edificios.

A comienzos de junio, otra batalla aeronaval en el Pacífico obligó de nuevo a los japoneses a modificar en parte sus planes.  En efecto, la batalla de Midway alteró el equilibrio de las fuerzas navales en el Pacífico; no obstante, los japoneses decidieron no alterar su proyectada expansión en Nueva Guinea y continuaron los preparativos para alcanzar su objetivo más inmediato:  Port Moresby.

El Ejército 17, del teniente general Harukichi Hyakutake, recibió la orden de concentrar sus divisiones y de prepararse para el ataque.  Los japoneses decidieron dejar atrás Nueva Caledonia, las fidji y Samoa, dando un rodeo, y atacar a lo largo de dos direcciones:  por la costa de la bahía Milne ( que se ocuparía mediante una acción desde el mar) y, tierra adentro, por la  impracticable pista de Kokoda, partiendo de Buna y Gona.

El centro de Kokoda está situado, aunos 350 metros sobre el nivel del mar, a los pies de las primeras pendientes septentrionales de la cadena del Owen Stanley.  Además de una oficina gubernativa indígena y una plantación de caucho, Kokoda disponía también de un pequeño aeródromo, que constituia uno de los principales objetivos del avance japonés.  A fines de julio, Hyakutake había desembarcado ya unos 13.5000 hombres en Buna y Gona, obligando a los autralianos a retirarse más allá de Kikoda, en la localidad montañosa de Deniki.  Los combates eran continuos, pero fragmentados en escaramuzas típicas de la guerrilla en la jungla.
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Mas tarde, el traslado del poderoso regimiento de Kawaguchi y del batallón agregado a él al frente de Guadalcanal debilitó a las fuerzas japonesas que atacaban la bahía Milne.  Los nipones desembarcaron cerca de 2000 hombres en las playas de la bahía, animados por la ingenua suposición de que sólo dos o tres campañías de infantería defendían los 20 ó 30 aviones que había en el aeródromo.  El 26 de agosto, por la mañana, dos unidades de desembarco y un contingente especial de la Marina llegaron a la bahía Milne; pero encontraron una resistencia tenaz, tanto por parte de las fuerzas terrestres como de las aéreas.

Además de los aviones se encontraban en la bahía dos brigadas de infantería australianas: la veterana Brigada 18 de la AIF, mandada por el general de brigada Wooten, y la Brigada 7 de la milicia.  El conjunto de la Milne Force, como se llamaba a las dos brigadas, estaba bajo el mando del general de división.

El primer desembarco se produjo frente al batallón LXI de la milicia, después de medianoche y el 26 de agosto por la mañana, antes de la madrugada, ya se había visto por lo menos un carro de combate japonés.  Los cazas de la RAAF atacaron los puntos de desembarco, destruyendo gabarras, depóstios de carburante en bidones y material amontonado en la playa, Bombardeando y ametrallando la zona de los desembarcos y las pistas que conducían a las prosiciones australianas, los Kityhawak llevaron a cabo, durante toda la jornada, una eficaz acción de apoyo.

Aunque los japoneses disponían de carros de combate y los autralianos no tenían ningún cañón contracarros, la lucha se desarrolló sobre todo entre las dos infanterías.  Hubo combates muy violentos, recurriendo los japoneses a ataques nocturnos para confundir y dividir a las unidades autralianas.  Durante la noche además, entraron en la bahía Milne algunos buques japoneses para bombardear a los defensores.

Mientras se estaban desarrollando los combates, el general MacArhur se mostró bastante preocupado por su resultado, e incluso cuando los japoneses se retiraron comentó: La derrota del enemigo en la bahía Milne no ha de tomarse como una medida de la mayor o menor  capacidad combativa de las fuerzas que han tomado parte en la acción.  El general Slim, por su parte, escribió sobre la batalla de la bahía Milne:  Fueron los soldados australianos los que, por primera vez rompieron el mito de la invencibilidad del Ejército japonés.  Pero por  aquellos mismos días, el mito se rompía también en Guadalcanal, donde el Japón estaba empleando sin éxito a sus mejores aviadores contra los pilotos americanos, y los marines vencían a su vez a los soldados nipones.

Para el mando australiano fue alentador comprobar que las tropas de la milicia se hallaban en condiciones de hacer frente a decididos ataques japoneses y rechazarlos, aunque como unidades combatientes no tenían la experiencia de sus colegas de la AIF, que, naturalmente, estaban más preparados para localizar los puntos de mayor fuerza y de mayor debilidad de los atacantes t actuar en consecuencia.  Pero mientras finalizaban los combates de la bahía Milne a favor de los Aliados, los japoneses ganaban terreno en su marcha para cruzar la cordillera del Owen Stanley.  Al débil contingente australiano, el general nipón Horii podía oponerle una fuerza de casi 10.000 hombres.inicio

El 16 de agosto, la Brigada 21, de la División 7 AIF, había llegado a la pista de Kikola y, guiada por el batallón 2/XIV, empezó a subir la escalera de oro que partía de Uberi.  En los primeros 5 km la pista ascendía más de 350 metros.  La escalinata  estaba constituida por escalones de altura variable, entre 25 y 45 cm; el borde de cada escalón estaba formado por un tronco sostenido por pequeños palos, y al oro lado del borde había un charco de agua y barro. Los hombres pronto aprendieron a llevar  consigo bastones para apoyarse en la extenuante marcha por aquella pista y a contentarse con las escasas comodidades que ofrecían sus campamentos durante los descansos.  La escasez de aviones y la inexperiencia en le lanzamiento de abastecimientos se subsanaron mediante la utilización de porteadores indígenas.  Estos indígenas se mostraron leales y entusiastas en su ayuda a los australianos, que los llamaban ángeles de cabellos rizados.

Las unidades australianas en posición avanzada eran los Batallones XXXIX y LIII de la  milicia; estaban desplegados entre Isurava y Alola, en la cordillera principal del Owen Stanley, a unos 120 Km de Port Moresby.  Era una posición bastante difícil para ambas partes, teniendo en cuenta la naturaleza del terreno en el que tenían que moverse los convoyes de abastecimiento y los refuerzos.  Cuando la brigada AIF alcanzó estas posiciones, los ataques japoneses aumentaron en intensidad, y los combates se sucedieron en forma ya prácticamente ininterrumpida.  Ambos bandos se acostumbraron en seguida a preparar trampas explosivas, que a veces acababan siendo fatales para los compañeros en vez de serlo para los enemigos.  Las emboscadas eran también un elemento esencial en este tipo de guerra, en el que los hombres tenían que recurrir a la improvisación rápida y desarrollar el espíritu de iniciativa para sobrevivir.

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INDICE
Cronologia 1942
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Mapa de ubicacion de Port Moresby
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Mapa general de la Nueva Guinea holandesa
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Soldados australianos avanzan por la pista de Kokoda
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Soldados japoneses
COMO UN BAROMETRO EN UN CICLON
La presión ejercida por los japoneses obligó a los exhaustos hombres de la milicia a replegarse detrás de la brigada AIF, y poco después también esta unidad tuvo que retirarse.  Durante seis días de combates ininterrumpidos los bastallones 2/XIV y 2/XVI de la brigada retrocedieron unos 25 Km, hasta Efogi.  El 6 de septiembre, demostrando ignorar completamente las condiciones en las que se desarrollaba la campaña y la calidad de las fuerzas australianas combatientes, el general MacArthur comunicó al general Marshall, en América:  En lo que se refiere a la capacidad de combate en la jungla, los  australianos han demostrado no estar a la altura del enemigo.  Hacen falta comandantes más agresivos.  Pero el general Rowell, representante del Estado Mayor de MacArthur y comandante de las operaciones en Nueva Guinea, había recibido en su puesto de mando una carta personal del general Vasey en la que éste afirmaba:  El Alto Mando es como una maldito barómetro en un ciclón:  arriba y abajo cada dos minutos... es como la milicia, hace falta expolearlo.

Mientras tanto ( era hacia mediados de septiembre), el general Horri había recibido por lo menos unos 1000 hombres de refuerzo, desembarcados en Papua la noche del 1 de septiembre.  Gracias a estos refuerzos, los efectivos japoneses ascendían al equivalente de dos brigadas de infantería completa, apoyadas por piezas de montaña, ingenieros y tropas auxiliares.  Los dos grupos que Horii empleaba estaban al mando de los coroneles Yazawa y Kusunose.

Encontrándose en contacto cada vez más estrecho con los veteranos de la AIF, los japoneses empezaban a sufrir muchas bajas; además, las enfermedades tropicales también causaban estragos en su filas.  Y, sin embargo, la capacidad combativa de los invasores no parecía resentirse, y con sus continuos ataques obligaron a los australianos a replegarse hacia Ioribaiwa; mientras los japoneses se establecían en las elevaciones de Ioribaiwa, los australianos se afianzaban sólidamente al otro lado del vallo, en el Imita.

El general Horii podía oponer ya 5000 hombres a los australianos, pero, en cambio, su línea de abastecimiento se había alargado considerablemente, mientras que la de los australianos se había ido reduciendo.  Por otra parte, las fuezas aéreas de los Aliados aumentaron mientras las de los japoneses disminuyeron:  para el general Horii había llegado el momento de decidirse a arriesgarlo todo en un ataque a ultranza o retirarse de nuevo hacia la costa.

Mientras tanto, el general MacArthur apremiaba al Primer Ministro Cyrtub para que enviara al general  Blamey a asumir el mando directo de las oepraciones en Papua y en Nueva Guinea.  El general Eowell, comandante del Cuerpo de Ejército I australiano, pensó que esta medida denotaba una falta de confianza en su capacidad para dirigir las operaciones.  En consecuencia, entre los dos comandantes llegó a producirse cierto roce, y Blamey destituyó a Rowell.

Al marcharse Rowell, comenzó la batalla en la que se basaba todo el plan táctico:  los australianos avanzaron desde sus posiciones elevadas, obligando a los japoneses a retirarse.  El 12 de octubre, los Batallones 2/XXV, 2/XXXII y 2/XXXIII, mandados por el general de brigada Eather, alcanzaron una posición que le  permitía atacar a los japoneses en el paso Templeton, en la vertiente septentrional de la cordillera principal del Owen Stanley.  Los japoneses se batían con gran tenacidad, y la Brigada 16, que sustituyó a la 25, tuvo que acostumbrarse muy pronto a las peores condiciones de combate del mundo.

A fines de agosto, el  Mando Supremo Imperial japonés ordenó al general Horii que se estableciese defensivamente en cuanto cruzase la cordillera principal del Owen Stanley.  Después de lo que había ocurrido en la bahía Milne y en Guadalcanal, recibió las correspondientes instrucciones respecto a retirarse hacia la costa, y aunque él esperaba dejar una fuerte retaguardia para guarnecer la vieja posición de Ioribaiwa, los australianos se lo impidieron.

En el paso Templeton y en Eora Creek la retaguardia japonesa demostró tener un gran espíritu combativo, a pesar de que la situación era desesperada en lo referente a abastecimientos y a material sanitario.  Inmediatamente después de bajar de las montañas y entrar en las posiciones defensivas de Buna, Gona y Sanananda, con el apoyo de nuevas reservas y de abastecimiento estos maltrechos soldados japoneses harían frente al enemigo con la misma tenacidad que habían demostrado en las campañas anteriores.inicio


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