Segunda Guerra Mundial |
Diciembre 1941 - Abril 1942 EL ATAQUE A LAS FILIPINAS El Estado Mayor General Imperial nipón estaba completamente seguro de que podría conquistar Filipinas sin grandes dificultades ; tan seguro estaba que ni siquiera destinó a esta campaña todos los efectivos de su Ejército 14. Al principio, los hechos parecieron darle la razón : en efecto, los desembarcos japoneses encontraron escasa resistencia, y las fuerzas avanzaron rápidamente frente a un enemigo poco instruido y mal armado y equipado. Sin embargo, el asedio de Bataán, donde los Aliados habían decidido oponer una resistencia a ultranza, desbarató sus planes. Enfermedades y hambre atormentaron tanto a sitiadores como a sitiados, y así la victoria de los nipones se retrasó tres meses, hasta que los invasores pudieron mandar refuerzos. El 22 de julio de 1941 el Japón con el consentimiento del Gobierno de Vichy, ocupó bases aéreas y navales en Indochina, y poco después, para contrarrestar esta amenaza, las fuerzas Armadas de Filipinas se incorporaron a las de Estados Unidos. Al mismo tiempo, el 26 de julio, el Departamento de Guerra americano creó un nuevo mando : el de las fuerzas estadounidenses de Extremo Oriente (USAFFE), con base en Manila y bajo el mando del general Douglas MacArthur, a quien se volvió a llamar al servicio activo. El día 1 de diciembre de 1941, las fuerzas del USAFFE comprendían diez divisiones de infantería, cinco unidades de artillería de costa, dos regimientos de artillería de montaña y un regimiento de caballería montada, dotado de algunos vehículos acorazados de exploración. Las fuerzas escogidas eran los exploradores (personal minuciosamente instruido, perteneciente a los regimientos de caballería y de artillería) y el Batallón XLV. En la isla de Luzón había dos grandes unidades, la fuerza Norte y la fuerza Sur. La más fuerte de las dos era la fuerza Norte, mandada por el mayor general Jonathan M. Waijnwrigth : comprendía las Divisiones de infantería 11, 21, 31 y 71 ; el regimiento de caballería, el Batallón XLV y tres grupos de artillería de campaña. La fuerza Sur, mandada por el general de brigada George M. Parker, se hallaba en la zona situada al sur y al este de Manila y contaba con dos divisiones de infantería y con un grupo de artillería de campaña. La defensa del resto del archipiélago se confió a la fuerza Visajan-Mindanao, con tres divisiones de infantería, al mando del general de brigada William F. Sharp. Las entradas de la bahía de Manila y de la bahía de Subic estaban defendidas por cinco islotes fortificados, cuyas guarniciones se hallaban bajo el mando del general Moore. El mayor general Brereton era el jefe de la aviación estadounidense en Filipinas, a la que se dio el nombre de aviación de Extremo Oriente. Los aviones más eficaces que disponía Brereton eran los B-17 (fortalezas volantes) de la 19° División de bombarderos del teniente coronel Eubank. Todos los escuadrones de caza de la 24° División de persecución, a excepción de uno, contaban con los modernos P-40 (Kittyhawk), y estaban al mando del general de brigada Clagett. En un radio de 130 km alrededor de Manila había seis aeródromos especiales para los cazas ; pero sólo uno, el de Clark, era apto para los bombarderos pesados. En la isla había también siete instalaciones a radar, si bien sólo dos de ellas funcionaban a primeros de diciembre. Un sistema improvisado de vigilancia aérea comunicaba, por medio de redes y aparatos telefónicos y telegráficos civiles, con el puesto de mando de los cazas de interceptación del aeródromo Nielson, en la periferia de Manila. Los dos regimientos de artillería antiaérea protegían a los B-17 del aeródromo Clark, y a la ciudad de Manila con sus cañones de 76 mm y de 47 mm, ametralladoras de 12,7 mm y con reflectores con espejo de 152 mm de diámetro. inicio La Marina estadounidense destacada en Filipinas tenía su base en Cavite, en la costa meridional de la bahía de Manila. Estaba al mando del almirante Thomas C. Hart, y en ella figuraban el crucero pesado Houston, dos cruceros ligeros, 13 antiguos destructores, 29 submarinos, 6 cañoneros, 7 lanchas torpederas, algunas embarcaciones de distintas características y una unidad aérea de 32 Catalina PBY. A pesar de la insuficiente preparación de la infantería y de la escasez de instalaciones de alarma aérea, tanto en Washington como en Manila se sentían optimistas en cuanto a la posibilidad de que la guarnición pudiera rechazar un ataque japonés. Por su parte, el Estado Mayor General Imperial japonés estaba absolutamente seguro de que su Ejército 14 conquistaría Filipinas en menos de tres meses, y que la isla de Luzón caería en sus manos en 50 días. Su plan se basaba en un conocimiento detallado de las fuerzas americanas y filipinas : de su armamento y equipo, del nivel de su adiestramiento, de su capacidad combativa y de su situación. Los japoneses estaban tan seguros de sí mismos que, en vez de empeñar todo el Ejército 14, sólo pusieron a disposición de su comandante el general Homma, dos divisiones, la 16 y la 48, apoyadas por dos regimientos de carros de combate, otros dos de infantería, un batallón de artillería de medio calibre, cinco batallones antiaéreos y varias unidades de Servicios. La 5a División aérea del Ejército y la 11a División aérea de la Marina proporcionaban 500 aviones, entre cazas y bombarderos, para la invasión. El día 1 de diciembre, en Formosa, el general Homma recibió las directivas generales del mando del Ejército meridional : las operaciones comenzarían el día 8 de diciembre por la mañana. Las fuerzas aéreas iniciarían su ataque inmediatamente después de efectuada la incursión aérea contra la flota americana de Pearl Harbor. La 3a Escuadra de la Marina japonesa, mandada por el almirante Takahashi, se organizó en numerosas task forces (grupos operativos), con cometidos específicos ; por último, una fuerza de apoyo protegería los desembarcos más importantes.inicio ALCANZADOS EN TIERRA El general Brereton también se enteró de la noticia por una emisora comercial de radio, y sólo a las cinco consiguió llegar al despacho de MacArthur y pedirle autorización para atacar Formosa. Puesto en guardia por una llamada telefónica del general Arnold, desde los Estados Unidos, para que no se dejase sorprender con los aviones en tierra y acabasen como los buques fondeados en Pearl Harbor, Brereton, a las 8 de la mañana, envió los bombarderos pesados a patrullar, aunque sin bombas. No obstante, a las 10,45, se impartieron directivas para que dos escuadrones de B-17 atacasen los aeropuertos del sur de Formosa, por lo que los bombarderos que patrullaban volvieron al aeródromo Clark para cargar bombas y repostar carburante. Así, a las 12,15, todos los bombarderos y cazas del 20° Escuadrón estaban alineados en el aeródromo, preparados para el despegue. Entre tanto, en Formosa, al amanecer la niebla se había disipado lo suficiente para que 25 bombarderos del Ejército pudieran despegar y dirigirse a Luzón. A las 9,30, volaron sobre el norte de dicha isla y atacaron cuarteles y otras instalaciones, en Tuguegarao y Baguio, sin que los cazas americanos los interceptaran. A las 10,15 la niebla se había disipado más aún, por lo que los aviones de la 11a División de la Marina japonesa también pudieron despegar. En total, 108 bombarderos, escoltados por 84 cazas, llegaron al aeródromo Clark a las 12,15 horas sorprendiendo a los bombarderos y cazas americanos con los depósitos llenos de carburante, perfectamente alineados, como preparados para ser destruidos. El 11 de diciembre fue un día tranquilo, pues la niebla volvió a cubrir Formosa ; pero el 12 más de 100 bombarderos y cazas volaron de nuevo sobre Luzón, atacando todos los objetivos y sin preocuparse de la reacción enemiga, pues a los americanos les quedaban ya menos de 30 aviones operativos. Al día siguiente se efectuó una nueva incursión en la que intervinieron casi 200 aviones. El 14 de diciembre, el almirante Hart mandó los aparatos PBY que quedaban al Sur, donde estarían más seguros ; el 17 se envió a los B-17, que estaban aún intactos, a Port Darwin, en Australia septentrional, a 2000 k de distancia. SEIS DESEMBARCOS INICIALES JAPONESES Con el prudente apoyo de potentes aeronavales, la fuerza Tanaka (que tomaba su nombre del comandante del 2 ° Regimiento de Formosa) se acercó sin ser descubierta y desembarcó 200 hombres en Aparri y en Gonzaga. El resto del regimiento desembarcaba simultáneamente en Pandan, cerca de Vigan, la madrugada del 10 de diciembre. Allí, sin embargo, los japoneses no tuvieron su buena suerte habitual : un P-40 en misión de patrulla dio la alarma a la fuerza aérea de Extremo Oriente, y entonces los pocos bombardeos pesados americanos que aún quedaban, atacaron el convoy en la zona de desembarco. La cortina defensiva constituida por los cazas japoneses no consiguió contener los ataques, y dos buques de transporte resultaron averiados y tuvieron que vararse. Sin embargo, a pesar del mal tempestuoso y de esta incursióm aérea, el desembarco se efectuó, y al día siguiente por la tarde un pequeño destacamento ya había avanzado 80 km hacia el Norte, a lo largo de la costa, para ocupar la ciudad y el aeropuerto de Laoag. Una vez ocupados tres aeropuertos, y puesto que no había síntomas de contraataques, los comandantes japoneses decidieron desplazar todo el regimiento a lo largo de la costa occidental para unirse al grueso de las fuerzas del Ejército 14, que tenía que desembarcar en las playas del golfo de Lingayen. Se produjo algún retraso a causa de las reparaciones que necesitaban los puentes ; pero el regimiento del coronel Tanaka pudo llegar pocas horas después de haber empezado los desembarcos principales. El Batallón III del Regimiento 12 del Ejército de Filipinas se encontraba en el distrito de Aparri-Gonzaga y se retiró rápidamente hacia el Sur, a lo largo del valle de Cagayan, sin oponer resistencia alguna al invasor. El 12 de diciembre, por la tarde, se ocupó el aeropuerto de Tuguegarao (80 km al interior) ; no hubo resistencia por parte del Ejército filipino en Vigan, pues a la sazón las fuerzas americanas y filipinas más próximas se encontraban en Legaspi, a 210 km de distancia. En la zona meridional de Luzón, el general Jones ordenó la voladura de todos los puentes y la preparación inmediata de puestos avanzados para la defensa. A las 4 horas del 20 de diciembre los japoneses desembarcaron en Davao. Un pelotón de ametralladoras del Regimiento 10 les infligió graves pérdidas , hasta que un proyectil de artillería naval loa alcanzó de lleno y lo redujo al silencio. Por otra parte, nueve bombarderos procedentes del aeródromo Batchelor, cerca de Port Darwin, intentaron una incursión para la invasión de Joló ; pero la visibilidad era tan escasa que ninguna bomba alcanzó su objetivo. Joló cayó el día de Navidad. En dos semanas, los grupos del general Homman, tras los desembarcos iniciales, habían ocupado los aeropuertos de la zona septentrional y meridional de Luzón, así como los de Mindanao y de Joló. La Aviación japonesa redujo casi completamente la resistencia aliada, y además se había transportado felizmente el grueso de las tropas de invasión a las playas de Lingayen. En este punto, el mayor contingente del Ejército 14 empezó a desenbarcar el 22 de diciembre, a las cinco de la madrugada.inicio A lo largo del arco de los 30 km del desenbarco principal japonés pasaba la carretera no 3, que formaba parte de la red de carreteras que conducían a Manila. Al sur de las playas elegidas para el desembarco, y entre el golfo y la bahía de Manila, se extendía la llanura central de Luzón, una zona casi llana de terrenos agrícolas, con muchos pueblos y pequeñas ciudades. Allí - así como en las playas - los japoneses esperaban encontrar al grueso de las fuerzas americanas y filipinas. Pero, la única resistencia que encontraron fue en Bauang, donde los nipones sufrieron muchas bajas hasta que consiguieron establecer una cabeza de puente y los defensores se retiraron. El coronel Tanaka destacó entonces un batallón para ocupar el aeropuerto de Naguilian ; y en Agoo, en el extremo meridional del frente de desembarco, el Regimiento 47, con el apoyo de artillería, avanzó hacia el interior, hasta Rosario ; mientras tanto, el Regimiento 48, de reconocimiento, y el Regimiento de carros de combate 4 desembarcaban y ponían en fuga un batallón de infantería filipina. En la zona meridional de Luzón, la División 16, incompleta, del general Morioka, que contaba con unos 7000 hombres, desembarcó en Siain y Atimonan, en la estrecha franja de tierra que se extiende entre la bahía Tayabas y la de Lamon, y también lo hizo en Mauban, más al Norte. La tarde del 24 de diciembre finalizó el desembarco, y la única resistencia efectiva que se produjo en Mauban, por parte de tropas regulares filipinas. Caza - bombarderos del Ejército, de autonomía limitada, y aparatos procedentes del buque portahidroaviones Mizuko, proporcionaron un apoyo constante a las fuerzas niponas, que, al llegar la noche dominaban ya el itsmo de la península. Los japoneses, sólo retrasados por una potente acción el 24 de diciembre, se habían apoderado de sus primeros objetivos y tenían sólidamente en sus manos la parte septentrional de Luzón. Por tanto, ya estaban en condiciones de avanzar en dirección Sur, hacia Manila, a través de la llanura central. Quedaba tan sólo por ocupar la carretera que conducía a la capital por el Sur. MacArthur sabía que sus defensas en aquella zona eran débiles. Necesitaba refuerzos y confiaba que el convoy de siete buques, escoltado por un crucero Pensacola, le llevaría hombres, aviones y abastecimientos. Pero este convoy ni siquiera llegó a hacer frente a la barrera japonesa de buques de guerra y aviones. Desconcertado ante la incapacidad del Ejército de las Filipinas para hacer frente a los japoneses, el general MacArthur anunció, el 23 de diciembre, su plan para la evacuación a Bataán. Pensaba declarar Manila ciudad abierta y trasladar su puesto de mando a la isla fortificada de Corregidor. En la península de Bataán se acumularon grandes cantidades de municiones y de carburante, y asimismo en la isla de Corregidor. El día de Navidad de 1941, día en que MacArthur se trasladó a la citada isla, la línea principal de defensa iba desde las cercanías de Binalonan a lo largo del río Agno y más allá del Carmen, hasta los contrafuertes situados en los montes Zambales.inicio La infantería del general Tsuchibashi y los carros de combate atacaron el centro de dicha línea defensiva, rebasaron rápidamente Villasis y cruzaron el río, ocupando Carmen la tarde el 26 de ddiciembre. Ahora que ya dominaba la carretera principal, Tsuchibashi obligó a los americanos a utilizar el ferrocarril para evacuar el resto de la División 11 ; entonces las fuerzas de Tsuchibashi progresaron velozmente por la carretera no 3 a fin de interceptar la vía ferrrea en Moncada ; pero una barrera constituida por unos pocos carros de combate y por un semioruga de 75 mm, consiguió retardar su marcha, y así la infantería filipina consiguió escapar. Cuando los americanos se retiraron de la tercera a la cuarta de sus líneas de defensa, la División 48 japonesa consiguió romper el frente de Cabanatuan y entonces tanto la División 11 como la 21 de las Filipinas se vieron obligadas a retirarse de nuevo. Algunas acciones de su artillería consiguieron retrasar el avance japonés ; pero, a pesar de ello, el 31 de diciembre las fuerzas del general Homma estaban ya a 50 km de Manila. Homma lanzó contra la línea de Porac al Regimiento 9 que abrió en ella una brecha de unos 1800 m el 2 de enero. A la mañana siguiente, el destacamento de Takahashi, apoyado por cañones de 105 mm, no encontró dificultad en susperar la oposición de la infantería ; pero el fuego arrollador de la artillería filipina impidió que dicho destacamento derrotara al adversario. Con el flanco protegido por los terrenos pantanosos el avance japonés se efectuó siguiendo la carretera, donde los combates eran continuos y confusos, sostenidos por la artillería e infantería y con el empleo de carros de combate por ambas partes. La consecuencia de tales pérdidas fue que la persecución japonesa se hizo mas lenta, hasta que se transformó en prudentes avances de exploración ; mientras tanto, los americanos y filipinos cruzaban por el puente del río Culo en una terrible confusión de vehículos, cañones y tropas. MacArthur, convencido ya de que no recibiría refuerzos, estableció su línea defensiva a través de la montañosa península de Bataán y se preparó para la resistencia final. La principal línea de defensa de Bataán se extendía desde las pendientes de la montaña septentrional, el monte santa rosa, hasta el mar. Waingrith, con tres divisiones reforzadas, la caballería y el apoyo de la artillería en el Cuerpo del Ejército I, defendía el flanco izquierdo ; en el flanco derecho, Parker disponía de cuatro divisiones, así como de un regimiento de la división filipina. Unos 14 km más al Sur se extendía, con un trazado parecido, la segunda línea defensiva. La reserva de la USAFEE (el resto de la división filipina, una unidad de carros y un grupo de artillería a lomo de 75 mm) se dispuso a preparar esta línea para la defensa final. En Bataán había unos 80.000 soldados, así como 26.000 pasisanos que se habían refugiado allí. Las reservas de víveres y de carburante acumulados se habían calculado para mantener a 43.000 hombres durante seis meses ; pero ahora sólo durarían unas pocas semanas. No había mosquiteras, y la escasez de quinina se notaba ya por el aumento del número de enfermos de malaria que ingresaban al hospital. No obstante, el Ejército de las Filipinas estaba preparado, dentro de lo que podía estarlo en aquellas circunstancias, para resistir el ataque del general Homma. El 9 de enero, a las 15 horas, se inició una potente concentración artillera contra el Cuerpo de Ejército II. Los cañones de la defensa respondieron eficazmente al ataque de la infantería. Pero el Batallón II japonés cruzó el río Calaguiman, y consiguió ponerse a cubierto en una plantación de caña de azúcar antes de medianoche ; se encontraba tan sólo a 140 metros del Batallón III enemigo. Aún no había amanecido cuando los japoneses abrieron fuego con su artillería y con los morteros ; después se precipitaron fuera de la plantación y se lanzaron al ataque al grito de banzai, enfrentándose con el intenso fuego enemigo. Mientras los hombres que conducían el asalto se arrojaban sobre las alambradas, los que se les seguían pasaban sin dificultad sobre sus espaldas, pero el fuego de los defensores los abatía, y así, a la mañana siguiente, doscientos o trescientos japoneses yacían muertos en el campo de batalla.inicio El Regimiento 9 del coronel Takechi atacó el flanco izquierdo del general Parker, a fin de envolver a los americanos mientras se seguía presionando en el otro extremo de la línea. El avance fue muy corto, y ambos bandos sufrieron graves pérdidas ; no obstante, se mantuvo la presión, y al cabo de dos días los japoneses se apoderaron de una importante colina situada entre los regimientos del Ejército de las Filipinas. En este lugar, un contraataque sorprendió por completo a los japoneses, y un regimiento filipino penetró tanto en sus líneas que los nipones casi tuvieron la posibilidad de envolverlo. Poco después, atacadas por tres lados, las tropas filipinas se retiraron desordenadamente hacia la retaguardia. En el otro sector de la península, los ataques japoneses contra el Cuerpo de Ejército I de Wainwright consiguieron hacerlo retroceder hasta la línea principal de defensa, donde los combates se recrudecieron. Iniciados el 18 de enero, duraron hasta el 25, con graves pérdidas por ambos bandos. Una de las divisiones de Wainwright se vio obligada a huir por la costa, sin armamento y en completo desorden. Por otra parte, las enfermedades y la falta de víveres empezaban a atormentar a los defensores. El 23 de enero, ante la presión japonesa, se inició una retirada general. Pero los hombres del general Homma se encontraron con nuevas dificultades cuando comenzaron a presionar sobre la última línea defensiva, definida por Orion-Bagac. El tiro preciso de la artillería americana, que disparaba desde posiciones elevadas, hacía que pagaran muy caros los ataques ; sin embargo, los nipones, en varios puntos, consiguieron penetrar la línea. No obstante, Homma debería detenerse para reponer sus grandes pérdidas. A fines de febrero, el Ejército 14 había perdido 7000 hombres, 2700 de ellos muertos ; asimismo, entre 10 ó 12.000 estaban enfermos de disenteria, beri-beri y diversas enfermedades tropicales. Homma a duras penas podía emplear en la batalla tres batallones efectivos : si en aquel momento el Ejército de Filipinas hubiera desencadenado una ofensiva, habría podido reconquistar Manila. En cambio, se produjo un paréntesis de calma en la tierra de nadie. El 8 de febrero, en Washington, el Departamento de Guerra recibió un sorprendente despacho del presidente de Filipinas, Manuel Quezón, quien proponía que Estados Unidos concediesen inmediatamente la independencia a Filipinas, que las islas se declarasen neutrales, que se retirasen las fuerzas americanas y japonesas y que se disolviese el Ejército filipino. El presidente Roosevelt rechazó este proyecto, insistiendo en que la lucha debía continuar ; si bien autorizó a MacArthur para que se permitiera rendirse, si era necesario, a las fuerzas filipinas ; pero prohibió rotundamente la rendición de las tropas americanas. Entre tanto, Estados Unidos y sus aliados se habían puesto de acuerdo para confiar a MacArthur un nuevo mando en el pacífico occidental. MacArthur aceptó el traslado que se le proponía, obedeciendo la orden del presidente y ante la insistencia de los oficiales de su Estado Mayor. Salió pues de Bataán en un momento en que los combates habían llegado a un punto muerto. Con él partieron hacia Mindanao, en cuatro lanchas torpederas, su mujer y su hijo, la niñera de éste, el almirante Rockwell, el general de Aviación George y otros 14 componentes del Estado Mayor. Desde Mindanao, el 12 de marzo, a primera hora de la mañana, el grupo partió a bordo de un B-17 y a las 9 aterrizó sano y salvo en Port Darwin. Se nombró al general Wainwright nuevo comandante de las tropas que luchaban en la península de Bataán. En este lugar el problema más urgente era el de los abastecimientos : se recogía todo lo comestible que había en la península ; pero lo cierto era que el rancho de las tropas se hacia cada vez más escaso. La insuficiencia vitamínica provocó la difusión del beri-beri, el escorbuto y la disentería ; se extendieron tambiém con desastrosa rapidez fiebres maláricas y dengue.inicio |
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