Europa 1939 |
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El 30 de noviembre de 1942, la aguzada punta de la lanza británica se estrelló contra el fuerte escudo del Eje en Yedeida, que dista 32 Km de Túnez. Los ingleses se vieron forzados a retroceder a 192 Km, hasta Bona, desde donde era imposible lanzar en seguida un ataque capaz de privar a las fuerzas del Eje de las bases navales y aéreas que las abastecían y a través de las cuales afluían sus refuerzos en abundancia. En efecto, el día 1 de diciembre, los elementos avanzados de la División Acorazada 10 alemana eran ya lo suficientemente fuertes para lanzar la primera contraofensiva con tres ataques convergentes dirigidos contra Tébourba, caracterizados por la violencia y precisión llevadas a cabo con fuerzas móviles. La 10 Panzaerdivisión, dirigida personalmente por su comandante, el general Fischer, penetró con una columna a través de Chouigui desbaratando a la Fuerza Blade y a un batallón acorazado norteamericano, y profundizando hasta poca distancia de Tébourba; otra columna quedó detenida apenas a desviarse al sur de dicha localidad, hacia la garganta homónima. Pero, en la práctica, las tres columnas alemanas debilitaron el saliente aliado. Demasiado débiles aún para contener ataques tan decisivos, los aliados empezaron a retirarse, al tiempo que hacían avanzar apresuradamente, desde Medjez- el –Bab), el Combat Command B ( CCB), Grupo de combate b), de la División Acorazada 1 norteamericana, recién llegad al lugar y sin ninguan experiencia, para restablecer el frente. Pero los carristas estadounidenses, depositando toda su confianza en la portencia de sus vehículos, se lanzaron con ímpetu contra los carros de Fischer, y el primer combate concluyó, para los novatos, con pérdidas muy gravosas, aunque compensadas con las pérdidas igualmente gravosas sufridas por las fuerzas acorazadas de Fischer. La presión ejercida por los alemanes siguió aumentando en el transcurso de los días 2 y 3 de diciembre, eficazmente apoyada por violentos bombardeos aéreos, a los que los cazas de la RAF sólo podían oponer una defensa limitada, pues despegaban de aeródromos que estaban a un centenar de kilómetros a distancia y sin la ventaja de un sistema de alarma eficaz y oportuno. A cada ataque, los alemanes ganaban terreno, que , sin embargo, la retaguardia aliada dominaba desde las posiciones inmediatamente sucesivas. El 6 de diciembre, se entatablaron nuevos y duros combates entre las fuerzas acorazadas norteamericanas y las alemanas, que concluyeron con un repliegue aún más rápido de la línea sobre el Yébel Bou Aukaz, al sur del río Medjerda, y sobre la Long Hill al este de la altura y al norte del río. Aquel día, el Combat Command B sufrió un grave descalabro, con la pérdida de 18 carros de combate y 41 cañones, y a los Aliados no les quedó otro remedio que defenserse tenazmente ante Medjez- el Bab para intentar reconstruir sus fuerzas. Animado por esta victoria local, el Oberstgeneral Jurgen von Arnim llegó al día siguiente para organizar el Ejército Acorazado 5 y asumir su mando: pero llegó justo a tiempo para asistir al fin d ela rápida y victoriosa contraofensiva alemana y para coordinar la constitución de un perímetro defensivo de protección de las vías de acceso a Túnez y a Bizerta, que asegurarían el flujo de los siguientes refuerzos o, quizá, una posibilidad de evasión a las fuerzas Rommel en retirada. La infantería alemana se atrincheró entronces sólidamente en el centro de aquel perímetro, en las alturas rocosas dominantes, y especialmente en el Yébel el Rhaa, o se la Long Stop Hill, de tan infausta memoria. |
El día 6 de diciembre de 1942, las esperanzas de los Aliados de conquistar rápidamente Túnez y Bizerta se habían desvenecido. Tres factores contribuyeron para anular cualquier posibilidad de éxito: en primer lugar, la longitud de las respectivas vías de comunicación, ya que, mientras las del Eje, a partir de Túnez, median solamente 80 Km, las cde los Aliados, desde Argel, medían 580; en segundo lugar, el Eje tenía el dominio casi absoluto del aire en la zona de operaciones, y, en tercer lugar, el armamento de los carros de combate aliados era inadecuado, por que a los largos cañones de 75 mm de los carros de combate MK IV especiales y a los cañones contracarros alemanes de 88 mm, ellos sólo podían oponer los cañones de 37 mm. En los trigales del sur de Túnez, que no ofrecían la menor cobertura, los sirvientes de un cañón de 88 mm, con tal de manternerse a una distancia de seguridad, podían destruir un escuadrón completo de carros, y únicamente la artillería de apoyo los aviones podían responderles de forma eficaz. Sin embargo, la artillería pocas veces podía intervenir de día, pues sus tractores, poco protegidos, eran un fácil blanco para los cazabombarderos alemanses: por otra parte, el apoyo que la Aviación aliada podía proporcionar a las fuerzas de tierra era prácticamente nulo y además en quella fase de la batalla, el Ejército I no había logrado todavía establecer una cooperación esstrehca y bien armonizada con las unidades en movimiento. Las fuerzas aéreas aliadas se prodigaban cuandto les era posible; pero sus aeródromos se encontraban demasiado lejos del frente para que pudieran aportar una contribución verdaderamente eficaz.
La presión del eje continuó también durante la segunda semana de diciembre, con violentos ataques en la zona de Medjez-el-Bab. El general Allfrey, comandante del Cuerpo de Ejército V británicco, llegó incluso a pedir permiso para evacuar la zona; pero los franceses insistieron en la necesidad de mantenerla a toda costa. El día 6 de diciembre, el Combat Command B de la División Acorazada I americana se encontró con los Panzer alemanes, que desde el Yébel Bou Aoukaz desencadenaron un ataque contra Medjez-Bab. Los carros de combate ligeros del Combat Command B se vieron oblifados a batirse en retirada ante el fuego de los cañones de los carros alemanes. Por añadidura, al retirarse, se hundieron en un terreno blando y fangoso, y las pérdidas totales, entre los puestos fuera de combate ylos abandonados en el fango, se elevaron a 18 carros, 41 cañones y 132 vehículos de diversos tipos. El ataque alemán prosiguió arrollador, y sólo se le pudo detener ante la barrera formada en la carretera por los franceses, a poco más de 3 km al este de Medjez-el bab. A pesar de los reveses experimentados, el Alto Mando aliado no había renucniado a la esperanza de conquistar Túnez antes de que acabase el año, y el general Allfrey seguía acariciando el proyecto de un ataque al sur del río Medjerda, cuyo objetivo era la capital tunecina, a través de Ksar Tyr y Massicault, llevado a cabo por la División Acorazada 6 británica y con el apoyo de la División de infantería 78, también británica, y del 18 Combat Team americano, El ataque cuya duración se calculaba entre siete y diez días, sería precedido por combates preliminares de infantería, a fin de reconquistar Tébourba, el Yébel el Rhaa, el Yébel Fhirine y el Yébel Zaghouan, Mas, por muy optimistas que fuera los generales aliados, los hombres, especialmente los de las unidades acorazadas, consideraban con pesimismo la posibilidad de un éxito. Día tras día, mientras estaban a la espera, enmascarados entre las matas detrás de la línea de partida para el ataque, obsrvaban la sdeprimentes consecuencias de una victoria del “general fango” sobre el Combat Command B: una fila de carros de combate norteamericanos que se oxidaban en el viscoso terreno, arado y descubierto, bajo el fuego de los cañones alemanes. El día X, previsto para el ataque, había de ser el 25 de diciembre; pero cuatro días antes de navidad empezó a llover a torrentes. A pesar de ello, el día 22, el Coldstream Guarás se lanzó al ataque y se aseguró el sector de ladera de la Long Stop Hill que tenía enfrente. Le relevó el Regimiento 18 norteamericano, que al día siguiente, en el transcurso de un contraataque alemán, perdió la posición conquistada. El Colds tram Guards volvió y la reconquistó,pero no logró penetrar profundamente en el Yébel el Rhaa, la cima gemela de la Long Stop Hill. El día de Navidad perdió nuevamente terreno, cuando los alemanes contraatacaron otra vez, y la acción terminó a favor de éstos. En el interín, el general Dunphie, de la Brigada Acorazada 26, había expresado su desaprobación, considerando irrealizable la ofensiva con los vehículos acorazados. Y entonces el ato Mando, convencido de su sinceridad, y no sólo por la lluvia, aceptó su punto de vista y revocó laorden de ataque. Así, en primera línea, los soldados de una y otra parte pudieron celebrar una Navidad más serena, comiendo el tradicional pavo regado con ron: los alemanes alegres aliviados del peso de lo que podría haber terminado en un desastre en toda regla. El ataque a la Long Stop Hill puso de manifiesto un principio táctico que los Aliados todavía no habían asimilado del todo: o sea, hasta que punto los alemanes estaban en condiciones de establecer una sólida posición defensiva en breve tiempo; en primer lugar excavando rápidamente profundas trincheras, y en segundo lugar estableciendo la defensa en profundidad. Los Aliados se obstinaban todavía en creer que la conquista de la vertiente anterior y de la cima de la Long Stop Hill equivalía a la conquista de toda la posición; en cambio, los alemanes no dudaban en abandonar la vertiente anterior para contaatacar en fuerza, cuando el adversario, avanzando, se introducía en el laberinto de las defensas en la parte retrasada de la posición. Esta táctica clásica, generosamente empleada por el duque de Wellington contra los franceses ciento treinta años antes, no debía haber sorprendido a los ingleses. Pero los Aliados se equivocaron al valorar la habilidad de los alemanes para organizar semejante defensa, aun disponiendo de fuerzas relativamente escasas. Por otra parte, los comandantes de las fuerzas acorazada aliadas lanzaban con excesiva ligereza sus carros de combate a la conquista de las defensas contracarros enemigas, escondidas en los flancos y detrás de las posiciones de la infantería. Ya en los años entre las dos guerras, los expertosmilitares aliados se habían dejado llevar por la idea de que los combates entre carros armados serían como batallas navales, carro acorazado contra carro acorazado. Y muy a menudo también los expertos consideraron preferentemente el lado mecánico, los problemas relativos a la locomoción de manera que el resultado fue que la parte relativa al armamento de los carros de combate había quedado bastante retrasada respecto al progreso mecánico. Por esta razón, el más mortífero de los proyectiles de los carros de combate británicos de aquel tiempo resultaba tan ineficaz como una bala de cañón medieval contra la infantería atrincherada o contra las baterías contracarros ocultas. Asimismo, este armamento mediocre conducía a un empleo un tanto impreciso de los carros de combate, casi experimental. Las fuerzas acorazadas y sus comandantes, impotentes para desalojar a la infantería atrincherada y expuesto a las armas contracarros de largo alcance en el profundo campo de tiro ofrecido por las abiertas extensiones tunecinas, se encontraban. Pues frente a un gran dilema. Un ataque precipitado podría conducir muy fácilmente a un desastre; la infantería en apoyo, transportada en vehículos de ruedas, estaba inmovilizada de día a causa de la constante acción de la aviación enemiga y, en cualquier caso, se hallaba condicionada por la obligación de mantenerse en las carreteras. De todo ello resultaba que las órdenes se reducían muchas veces a frases bastante imprecisas como por ejemplo: “Llevar a cabo un reconocimiento en fuerza”, o bien “operar en una zona dominda por los carros de combate”. Pero las órdenes a las unidades deben ser mucho más claras y eficaces si se refieren concretamente a un terreno por conquistar o por defender, o bien a fuerzas enemigas que destruir en determinada zona. |
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