Cincuenta preguntas para los redactores de doctrina
Los medios son tan importantes como los fines*
MAYOR GENERAL I. B. HOLLEY JR., Retirado,
Reserva de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos
*Quiero agradecer la contribución de mi ex-alumno, el Mayor Robert Taguchi, Ejército EE.UU., quien a pedido mío propuso una lista de verificación para los redactores de doctrinas, la que encontré útil al preparar este artículo.
Las conclusiones y opiniones expresadas en este documento pertenecen a su autor, cultivadas en el entorno académico y de libertad de expresión de la Universidad del Aire. Dichas conclusiones u opiniones no reflejan la posición oficial del Gobierno de los Estados Unidos, del Ministerio de Defensa, de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos ni de la Universidad del Aire.
PERMÍTANME COMENZAR CON UNA analogía histórica. A inicios de su carrera, cuando era congresista de Illinois, Abraham Lincoln se vio en la necesidad de votar a favor o en contra de la declaración de guerra contra México en 1846. El siempre noble idealista votó en contra de la declaración de guerra. Fue, dijo, una invasión inmoral de tierras. Sus electores pensaron de otro modo. Vieron la guerra como una oportunidad ideal para expandir el territorio de los Estados Unidos, y votaron contra su elección.
Lincoln nunca olvidó aquella lección. Se dio cuenta de que el idealismo debe moderarse siempre con realismo y sentido práctico. En camino viable era un caso de “poner los ojos en las estrellas y los pies en la tierra”. Por ejemplo, durante la Guerra Civil quiso liberar a los esclavos. Sin embargo, cuando realizó la Proclamación de la Emancipación, excluyó a los esclavos que se encontraban en estados como Maryland, que eran aliados de la Unión. Lincoln necesitaba los votos y el potencial humano de aquellos estados para librar de manera efectiva la guerra contra la Confederación. De modo que la Proclamación de la Emancipación fue una solución transigida. Ante los ojos de muchos críticos abolicionistas, fue un documento con serios defectos — una traición en otras palabras. Los únicos esclavos que “liberó” fueron quienes se encontraban detrás de las líneas Confederadas — los mismos que las fuerzas de la Unión aún no controlaban. Pero como sabemos ahora, aunque con defectos y de solución transigida, la proclamación funcionó.
¿Qué es lo que quiero decir aquí? Los medios que empleamos cuando emprendemos la tarea de formular doctrina son tan importantes como los fines que buscamos. Los fines que buscamos están implícitos en los medios que empleamos. Éste es uno de los principios filosóficos fundamentales que apuntalan a esta gran república en la que vivimos. Repito: los fines que buscamos están implícitos en los medios que empleamos.
He dedicado gran parte de mi vida profesional en la Fuerza Aérea a la búsqueda de una doctrina aérea adecuada. Con tal propósito he escrito libros y artículos. Ahora parece que mis esfuerzos no han tenido mucho éxito, ya que aún estamos buscando a tientas un mejor camino para una doctrina sólida. Nuestros procedimientos para concebir doctrinas en todos los niveles están aún muy lejos de ser ideales. Observe a su alrededor. ¿Hay en algún lugar un grupo completo de instrucciones para guiar a las personas que tienen la difícil tarea de producir la doctrina de la Fuerza Aérea?
Propongo hacer una serie de preguntas de indagación a aquellas personas que están iniciando un nuevo centro de doctrina en la Universidad del Aire. En primer lugar, ¿Qué debemos preguntar sobre la composición del equipo — los oficiales seleccionados para formular la doctrina de la Fuerza Aérea? ¿Qué experiencia y educación previa les otorga una calificación exclusiva para esta tarea? En sus tareas anteriores, ¿han demostrado evidencia de imaginación creativa? ¿Han demostrado capacidad para evaluar rigurosamente pruebas documentales contradictorias? ¿Refleja el equipo de doctrina una amplia variedad de experiencia adecuada para dárse abasto con la totalidad de la gama de capacidades potenciales de la Fuerza Aérea?
Segundo, ¿están empleando los redactores de doctrina los procedimientos adecuados para reunir datos sobre la experiencia en el arma aérea para formular una doctrina sólida? ¿Es su red de investigación lo suficientemente amplia? ¿Investigan el alcance máximo posible de los informes posteriores a la acción y otras fuentes similares del campo? Si la información posterior a la acción es una fuente principal de experiencia operativa del arma aérea, ¿han considerado los redactores las medidas para asegurar que el alcance y la calidad de tales informes sean adecuados para propósitos de doctrina? ¿Son los reportes posteriores a la acción tan objetivos como deben de ser? Desde la perspectiva de este observador, muy poco se hace actualmente para mejorar la calidad de tales reportes y la regularidad con la que se presentan.
¿Ha estudiado el equipo de doctrina con suficiente amplitud la experiencia de las fuerzas aéreas extranjeras? ¿Se han tomado precauciones contra los prejuicios resultantes de depender únicamente de aquellos informes de la experiencia y práctica extranjera que han sido traducidos, mientras que se ignora la evidencia en contra que no ha sido traducida? ¿Se ha tomado debidamente en cuenta las diferencias culturales o materiales que subyacen la experiencia y práctica extranjera al considerar la utilidad de las ideas doctrinarias extranjeras?
¿Qué podemos aprender de las formas y medios empleados por las fuerzas aéreas extranjeras para formular sus doctrinas? ¿Ha realizado nuestro equipo algún esfuerzo sistemático en este sentido? ¿Disponen las fuerzas aéreas extranjeras de manuales de procedimientos o reglamentos sobre la formulación de doctrina que nos puedan ofrecer una explicación profunda de sus métodos, o de sus doctrinas? En años recientes, me ha impresionado favorablemente la forma en que la Real Fuerza Aérea Australiana (RAAF) ha abordado el problema de la doctrina. Siendo una pequeña fuerza aérea con fondos limitados, la RAAF fue obligada a pensar profundamente sobre los temas de doctrina. ¿Ha estudiado a fondo esta fuente la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF)?
Antes de publicar la doctrina oficial de la USAF, ¿qué pasos deben emprender los redactores de doctrina para verificar la validez de sus formulaciones? ¿Han lanzado “globos de prueba” en forma de artículos periodísticos para sonsacar respuestas? ¿Cuán exitosa es la práctica de sostener simposios sobre la elaboración de doctrinas nuevas o revisadas? ¿Produce réplicas constructivas la práctica actual de circular borradores a los comandos principales de la Fuerza Aérea (MAJCOM)? ¿Evalúan de forma completa los MAJCOM la doctrina propuesta? O, ¿responden críticamente sólo cuando se ve amenazado algún interés creado del comando? ¿Ha realizado el equipo de doctrina encuestas sistemáticas de individuos de experiencia reconocida para complementar el registro escrito de los reportes posteriores a la acción y otras evidencias? ¿Se ha entrevistado a individuos de todos los rangos — no sólo a los oficiales superiores — para asegurar la perspectiva más amplia posible de un cuerpo de experiencia dado? ¿Qué se debe hacer para preparar a los entrevistadores a fin de que obtengan documentación objetiva? ¿Son los entrevistadores sensibles al riesgo de hacer, consciente o inconscientemente, preguntas que produzcan las respuestas deseadas — respuestas que se conformen a sus presuposiciones? ¿Disponen los redactores de doctrina de los fondos adecuados que les permitan viajar cuando sea necesario para obtener el tipo de testimonio requerido — especialmente el viaje de los participantes jóvenes con experiencia operativa real?
Los fines que buscamos están implícitos en los medios que empleamos.
¿Han prestado atención adecuada los redactores de doctrina a las funciones de apoyo, o han dedicado sus esfuerzos de manera casi exclusiva a asuntos operativos? La doctrina se aplica tanto a la logística como a la táctica. ¿Disponemos de una doctrina logística apropiada? ¿Disponemos de una doctrina adecuada de investigación y formulación? En un momento en que la protección de la base industrial es un problema crítico, ¿qué consejo puede sugerir la doctrina? Esta nación ha experimentado anteriormente reducciones drásticas en gastos de defensa que han perjudicado la base industrial. ¿Qué información puede proporcionar a nuestros actuales redactores de doctrina esa experiencia generalizada de la historia pasada?
Cuando los redactores de doctrina evalúan el éxito o el fracaso de las operaciones pasadas, ¿se preguntan si una ejecución defectuosa o una doctrina imperfecta originó el fracaso? ¿Se puede evaluar la doctrina existente de forma efectiva sin tener un conocimiento real de muchos otros factores que podrían haber contribuido al éxito o fracaso? ¿Estarán presentes los mismos “otros factores”, o sus similares, cuando se aplique nuestra doctrina actual?
He dedicado gran parte de mi vida profesional en la Fuerza Aérea a la búsqueda de una doctrina aérea adecuada ... Ahora parece que mis esfuerzos no han tenido mucho éxito
¿Cuáles han sido las fuentes de innovación doctrinaria significativa en el pasado? ¿Dará lugar al desarrollo más rápido de la doctrina apropiada un estudio de tales modelos de innovación? Como los avances tecnológicos son un factor principal que obliga a la revisión doctrinaria, ¿qué procedimientos deben establecer los redactores de doctrina para asegurar una respuesta adecuada a las tecnologías “que se divisan en el horizonte”?
Dado que todos los pensadores y redactores son influenciados sutilmente por sus suposiciones, consiente o inconscientemente, ¿qué medidas deben tomar los redactores de doctrina para garantizar la validez de sus suposiciones? ¿Deben los redactores de doctrina proyectarse fuera de su organización inmediata para solicitar evaluaciones críticas de sus suposiciones a fin de evitar prejuicios estrechos de mira? ¿Deben seleccionarse algunos de los críticos externos de otros servicios militares, e incluso de servicios extranjeros?
Además de demostrar nuestras suposiciones, ¿qué medidas debe tomar el equipo de doctrina para evaluar la validez de sus formulaciones? Además de la respuesta de los diversos rangos jerárquicos de la Fuerza Aérea, ¿qué prueba real de campo debe emprenderse en tiempo de paz a través de maniobras, ejercicios y otros? ¿Ha establecido el encargado de doctrina un enlace efectivo con operaciones en proceso tales como Red Flag? ¿Deben los redactores de doctrina solicitar el apoyo del alto mando para la prueba más exhaustiva de las principales formulaciones de doctrina?
¿Debe pensar nuestro equipo de doctrina en lo que a menudo se denominan acciones hostiles asimétricas? ¿Tiene la Fuerza Aérea una función válida en el combate del terrorismo? De ser así, con toda seguridad que debemos describir bien una doctrina apropiada para tratar con tales amenazas. Y, ¿qué pasa con el terrorismo no violento o la operación de causar perjuicio económico? En 1995, un intruso ruso de San Petersburgo irrumpió en el sistema computarizado de administración de efectivo del Banco Citicorp de Nueva York y transfirió 12 millones de dólares a varios bancos en diversos lugares del mundo. La policía rusa cooperó con el FBI para capturar a este pillo, sin embargo, su acción podría haber sido una bendición al alertarnos del potencial de tales actos no violentos de terrorismo.1 No creo que la Fuerza Aérea tenga una función o responsabilidad en el enfrentamiento de tales amenazas. Hago esta mención sólo para sugerir que nuestros redactores de doctrina deben decidir qué amenazas requieren de una respuesta doctrinaria.
¿Han prestado nuestros redactores de doctrina atención adecuada a los medios de promulgación o diseminación de doctrinas? ¿Son los manuales de doctrina la mejor manera de comunicar una doctrina? ¿Tienen los manuales, tal como se los concibe ahora, el formato más efectivo?2 ¿Qué medios alternativos o suplementarios de promulgación, comunicación o distribución de ideas doctrinarias debemos emplear para asegurar la mayor circulación y penetración dentro de los cuerpos de oficiales?
Hoy en día, la Fuerza Aérea tiene más interés en cooperar con las personas involucradas en el desarrollo de doctrinas conjuntas. ¿Hasta qué punto actúa la naturaleza humana obstaculizando la aplicación exitosa de doctrinas conjuntas? Todas las organizaciones militares necesitan lograr la cohesión — la unión de los miembros en un servicio. Sin embargo, tal unión tiende a generar una perspectiva de “ellos contra nosotros”, que es perjudicial para la unión. ¿Influye por lo tanto la cultura organizacional de nuestra Fuerza Aérea adversamente en la práctica, o en la redacción, de la doctrina conjunta?3
¿Pueden los redactores de doctrinas conjuntas dominar las diferencias inherentes que existen, por ejemplo, entre la perspectiva de la fuerza de tierra y la del aire? Mientras que la gente de tierra enfatiza la coordinación, nosotros enfatizamos la flexibilidad. Como mi amigo Roger Spiller del Army Command and General Staff College preguntó una vez: ¿Es la búsqueda de la doctrina conjunta “un proceso continuo de negociación y reconciliación entre intereses” cuyo objeto es “el triunfo de uno sobre el otro”? ¿Podemos descubrir maneras de superar esta rivalidad intolerante entre servicios? ¿Deben considerar siempre los que negocian la doctrina conjunta las concesiones como un “abandono del terreno” — una rendición del control? ¿Produce la personalidad de los individuos que negocian la formulación de las doctrinas conjuntas una diferencia crítica? De ser así, ¿qué consideraciones se deben incluir en la selección de tales negociadores?
Podemos continuar formulando cientos de preguntas más como las que ya he propuesto. Pero permítanme ahora considerar otros enfoques al problema de mejorar las formas en que generamos doctrina. El General Donn Starry, uno de los pensadores más capaces del ejército, retirado hace unos doce años, escribió el artículo titulado “Para Cambiar un Ejército”, donde ofrece algunas pautas provocadoras que cobrarán interés a medida que establezcamos un nuevo enfoque en la redacción de doctrina.4
El General Starry, quien hacia el final de su carrera presidió el Comando de Entrenamiento y Doctrina del Ejército (TRADOC), preguntó: ¿Qué factores se requieren para realizar el cambio? En mi interpretación quiere decir: “¿Qué se necesita para introducir una doctrina significativa nueva?” A lo que sigue con una lista de verificación que sugiere fehacientemente que la promulgación de doctrina implica más que publicar un manual. Veamos los pasos que ofrece:
¿Qué información puede proporcionar a nuestros redactores de doctrina actuales esa experiencia generalizada de la historia pasada?
- Debe haber una institución o un mecanismo que identifique la necesidad del cambio, que determine los parámetros para el cambio y que describa claramente lo que se va a hacer y en qué se diferencia de lo que se ha hecho antes.
- La experiencia educacional del equipo principal y de las personalidades del comando que son responsables del cambio debe ser lo suficientemente rigurosa, demandante y relevante para imponer una inclinación cultural común a la solución de los problemas.
- Debe haber un vocero para el cambio. El vocero puede ser una persona, uno de los disidentes; una institución, como una escuela de estado mayor; o un departamento del estado mayor.
- Sea quien sea el vocero, éste debe crear un consenso que dé a las nuevas ideas, y a la necesidad de adoptarlas, una audiencia más amplia de convertidos y creyentes.
- Debe haber continuidad entre los arquitectos del cambio de manera que se imprima uniformidad de esfuerzo al proceso.
- Debe haber alguien en o cerca del mando máximo de la institución que esté dispuesto a oír los argumentos para el cambio, convenir en la necesidad, adoptar los nuevos conceptos operativos y convertirse cuando menos en un promotor, sino un defensor, de la causa del cambio.
- Los cambios propuestos se deben someter a pruebas. Se debe demostrar de manera convincente su importancia ante una gran audiencia mediante experimento y experiencia, y se deben realizar las modificaciones necesarias como consecuencia del resultado de las pruebas.5
¿Instruye explícitamente la Fuerza Aérea a los oficiales en todo su sistema de Educación Militar Profesional (PME) sobre el uso apropiado de la doctrina? Sospecho que no, cuando oímos a un oficial general afirmar que la doctrina es un “disparate”.
Haríamos bien en reflexionar sobre estos argumentos mientras creamos el nuevo centro de doctrina de la Universidad del Aire.
Finalmente, quiero cambiar el tema de los redactores de doctrina y sus problemas de procedimiento y organización al tema de los receptores — los lectores y usuarios de la doctrina. ¿Entienden los oficiales de la Fuerza Aérea lo que realmente significa la doctrina? ¿Saben para qué sirve el uso de la doctrina? ¿Instruye explícitamente la Fuerza Aérea a los oficiales en todo su sistema de Educación Militar Profesional (PME) sobre el uso apropiado de la doctrina? Sospecho que no, cuando oímos a un oficial general afirmar que la doctrina es un “disparate”.
¿Podemos mejorar nuestro sistema de PME para lograr, en toda la Fuerza Aérea, un mejor entendimiento de lo que es o no es la doctrina? Ciertamente ésta debe ser una de las iniciativas del nuevo centro de doctrina. La doctrina no es y nunca se pensó que debe ser prescriptiva. La doctrina sugiere. Dice, “Esto es lo que generalmente ha funcionado mejor en el pasado”, pero de ninguna manera libera a los que toman decisiones de la necesidad de formar su propio juicio en una situación dada. Si el estudio de la guerra nos dice algo, es que la única constante es la inconstancia de la guerra — que está llena de sorpresas, contingencias e incógnitas.
No hemos educado a nuestros oficiales sobre cómo leer la doctrina y cómo usarla. Un oficial bien educado debe empeñarse en una actividad intelectual crítica, teniendo a su disposición las opciones doctrinarias. Las doctrinas no son series de axiomas universalmente válidos ni prescripciones positivas. Son los puntos de partida para el que toma decisiones cuidadosamente, quien debe juzgar cada situación en forma individual. Cuando decimos que la doctrina es “autoritaria”, lo que queremos decir que es experiencia registrada objetivamente que mantiene valor y requiere de la atención crítica del que toma decisiones.
NOTAS:
1. Timothy L. Thomas, “Deterring Information Warfare: A New Strategic Challenge”, Parameters 26, no. 4 (Invierno de 1996–1997): 81.
2. Mayor General I. B. Holley Jr., “A Modest Proposal: Making Doctrine More Memorable”, Airpower Journal 9, no. 4 (Invierno de 1995): 14–20.
3. R.S. Parkin, “The Goodwill of the Services and the Problems of the Lesser Partner: The Creation of the Australian Manual of Direct Air Support, 8 June 1942”, Documento no. 42 (Base Aérea Fairbairn de la RAAF: Centro de Estudios del Poder Aéreo de la RAAF, marzo de 1997).
4. General Donn A. Starry, “To Change an Army”, Military Review 63, no. 3 (marzo de 1983): 20–27.
5. Ib., 23.
El Mayor General (Ret) I. B. Holley Jr., de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (Bachiller de Amherst; Licenciado y PhD de Yale), es profesor emérito de historia en la Universidad de Duke. Ha sido profesor visitante en la Universidad para la Defensa Nacional y en la Academia Militar de los Estados Unidos. Ha dictado clases en el Colegio Industrial de las Fuerzas Armadas, y fue presidente de la comisión consultora de historia del Ministerio de la Fuerza Aérea y asistente de movilización del comandante de la Universidad del Aire, en la Base de la Fuerza Aérea de Maxwell, Alabama.
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