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II Guerra Mundial
Cronologia Historica
FALLSCHIRMJÄGER:  LOS PARACAIDISTAS DE HITLER
La brillante actuación de los paracaidistas alemanes en Bélgica y Grecia durante los primeros años de la II Guerra Mundial, conmocionó tanto a la opinión pública mundial como a los más expertos analistas militares del planeta.

La evolución de los transportes aéreos vivida durante la década de los años treinta y la siempre vanguardia visión táctica de Hitler y sus generales, vinieron a posibilitar el nacimiento de unas fuerzas aerotransportadas que conmovieron los cimientos de la estrategia militar, generando una psicosis de vulnerabilidad a los ataques de los paracaidistas que, aún hoy, aflora periódicamente del subconsciente colectivo  ante situaciones de tensión internacional.

El papel desempeñado por los fallschimjäger ( cazadores paracaidistas) en la creación de ese mito fue capital, si bien es cierto que debido a su escaso número, a sus limitados medios y a la progresiva pérdida de la superioridad aérea alemana según avanzaba el conflicto, la importancia real de su actuación resultó insignificante estratégicamente hablando.

PRELUDIO
Aunque los militares pronto descubrieron que el avión podía suponer un medio de transporte rápido para soldados, armas y vituallas, la vulnerabilidad de los aparatos en tierra, su escasa capacidad de carga y la  necesidad de pistas de aterrizaje adecuadas parecían impedir su uso masivo para esos menesteres a no ser que se desarrollaran lejos del frente.

No obstante, la búsqueda de soluciones para los problemas planteados condujo a la utilización del paracaídas para lanzar en la retaguardia enemiga a pequeños grupos de soldados de elite, encargados de misiones muy concretas en las que el éxito o el fracaso dependerían en gran medida de la explotación del factor sorpresa.

Los primeros ejércitos del mundo en dotarse de tropas paracaidistas fueron los de Italia y la Unión Soviética, y los alemanes que habían venido colaborando estrechamente con la U.R.S.S. durante más de una década  en el desarrollo del arma aérea, debieron encontrar interesante este proyecto, ya que a finales de los años veinte se hallaban organizando una unidad de infantería paracaidista.  Poco tiempo después de que se crease la luftwaffe, exactamente el 29 de enero de 1936, Göring ordenó la creación de dos batallones paracaidistas vinculados a las Fuerzas Aéreas.

En julio de 1938 los fallschirmjáger de la Luffwaffe fueron puestos a las órdenes del general Kurt Student, y en enero de 1939 pasó a su control también el batallón perteneciente al Ejército así como un cuerpo de  paracaidistas paramilitares dependientes del Partido Nacionalsocialista (NSDAP).  Estas fuerzas fueron encuadradas en el  organigrama de las Fuerzas Aéreas lo cual, a pesar de acarrear algunos roces con el Ejército de Tierra, resultó a la larga beneficioso.

Antes de que estallase la guerra el general Student elevó el número de hombres a su cargo hasta que completó casi dos regimientos, que constituyeron el núcleo de las 7.  Flieger-División, consiguiendo además imponer su criterio en lo que se refería al tipo de misiones que habrían de desempeñar.  Así Student logró que sus tropas no fueran dispersadas por todos los frentes con el objetivo de llevar a cabo operaciones de sabotaje tras las líneas a cabo operaciones de sabotaje tras las líneas enemigas, como algunos influyentes oficiales de la Luftwaffe pretendieron, quedando reservado ese tipo de misiones a las Unidades “Brandenburg”.  inicio
 

LA HORA DE LA VERDAD.
En 1938 todo estuvo preparado para que los fallschirmjäger recibiesen su bautismo de fuego.  Se planearon desembarcos aéreos en varias zonas de los Sudestes, tras las fronteras de Checoslovaquia, pero después de la firma del Pacto de Munich la anexión se logró de forma incruenta.

También se planificaron operaciones con lanzamiento de paracaidistas durante la Campaña de Polonia, pero el rápido avance alemán no hizo necesaria la intervención de los hombres de Student, aunque sufrieron sus primeras bajas en una misión de reconocimiento en el Vístula.

Habría que esperar hasta las invasiones de Dinamarca y Noruega para ver a los Fallschirmjäger alemanes en acción.  El 9 de abril de 1940 pasará a la historia como el día en que por primera son lanzados sobre el enemigo soldados en paracaídas.  La unidad elegida para entrar en la leyenda fue el Primer Batallón del Fallschirmjägerregiment Nr. 1 (FJR 1), a mando del comandante Walther.  Mientras que la Primera Compañía quedaba en reserva la Segunda y la Tercera ocuparían respectivamente los aeródromos de Osio y Stavanger, en Noruega, y la Cuarta el de Aalborg en Dinamarca.

La Segunda, al mando del mismo comandante Walther no pudo ser lanzada a causa de la niebla y el aeropuerto de Osío fue tomado por los hombres de la 163 División de infantería que llegaron horas después a bordo de una escuadrilla de Junkers Ju 52/3m.

Mejor suerte corrió la Tercera Compañía, mandada por el teniente Von Brandis, que tomó el aeródromo de Sola con pocas bajas.

Por su parte, la Cuarta, a las órdenes del teniente Gericke, conquistó sin lucha los dos aeródromos de Aaiborg ante el estupor de los asustados guardias daneses.

Finalmente, la Primera fue lanzada en el centro de Noruega para hacerse con un importante nudo de comunicaciones en Dombas.  Se trataba de cortar la ruta terrestre que une el norte y el sur del país, estrangulando los transportes enemigos.  Allí fue cercada y lucho durante cuatro días bajo intensas nevadas contra fuerzas muy superiores hasta que, agotadas sus municiones y diezmada por los noruegos, fue obligada a rendirse.  Su jefe, el teniente Schmidt, con dos heridas de bala, mantuvo el mando hasta el final, por lo que tras su liberación fue condecorado con la Cruz de Caballero de la  Cruz de Hierro.

Entre el 22 y el 25 de mayo se efectuaron nuevos lanzamientos en el norte, donde el general Dieti, al frente de una fuerza de 2.500 hombres compuesta por cazadores alpinos y por marineros supervivientes de los diez destructores hundidos en el fiordo de Narvik, luchaba desde hacia quince días contra los noruegos y las tropas expedicionarias inglesas, francesas y polacas, que eran abrumadoramente superiores en número a los teutones.  Los refuerzos llegados a Dieti por vía aérea al este de Ejerkvik le permitieron resistir hasta que se consumó la derrota aliada en Noruega.  El 8 de junio las humilladas tropas expedicionarias huían precipitadamente y abandonaban a los noruegos a su suerte.

El saldo de la primera participación de los fallschirmjäger en un conflicto armado no podía ser más positivo.  inicio
 

SE FORMA LA LEYENDA
La consagración definitiva de las fuerzas paracaidistas como cuero de élite, decisivo a la hora de conseguir ventajas tácticas que influyeran en el resultado final de los combates, tuvo lugar durante la invasión de Bélgica y Holanda en 1940.

El plan de von Manstein para dividir a las fuerzas aliadas penetrando por el Sedán francés sólo podría tener éxito si se violaba la neutralidad de Bélgica, Holanda y Luxemburgo, evitándose un ataque frontal a  gran escala contra la impresionante Línea Maginot.  Para controlar a estos pequeños países se necesitaba asegura un serie de puntos estratégicos en la retaguardia enemiga utilizando el factor sorpresa.  Para la toma de algunos puentes indispensables de cara a la rápida incursión de los panzers se pensó en los comandos del Batallón “Brandenburg”, pero las misiones más importantes fueron encomendadas a los regimientos de fallschirmjäger.

Los hombres de Student dividieron todos sus efectivos en dos grupos, a los cuales se le encomendaron dos misiones a priori inconexas entre sí pero que en realidad eran complementarias, ya que una consistía en asegurar la ocupación de Holanda, controlando sus principales núcleos urbanos, y la otra tenía como objetivo la conquista de varios puentes y de una importante fortificación ubicada al norte de Bélgica, que dominaba las defensas situadas frente al Canal Alberto.  Mientras que para las operaciones que se  habrían de desarrollar sobre suelo holandés los lanzamientos serían masivos, las acciones que tendrían lugar sobre Bélgica estarían encomendadas en pequeñas unidades que lucharían empleando tácticas propias de  comandos, utilizándose para ello a 438 hombres divididos en cuatro agrupaciones que lucharían autónomamente hasta que llegaran las vanguardias del avance terrestre alemán.

Casi todos los hombres que aterrizaron en Bélgica provenían del ya curtido Primer Batallón de FJR 1que había actuado en  Noruega y Dinamarca, aunque también había ingenieros del Segundo, y estaban mandados por un capitán de 29 años llamado Walter Koch, veterano del Regimiento “General Göring”, quien organizó sus hombres en cuatro grupos.

El destacamiento que tenía una misión  más difícil debía ocupar el fuerte de Eben Emael.  Este comando, bautizado como Grupo de Asalto “Granito” estaba compuesto por 85 hombres y lo mandaba el teniente Witzing.  Como ocurrió con todos los demás comandos que aterrizaron en suelo belga, los paracaidistas llegaron en planeadores.  De los once aparatos listos para la acción dos tuvieron que volver a su base, estando en uno de ellos Witzing, por lo que tomó el mando provisionalmente el sargento Wenzel hasta que  horas después el teniente consiguió llegar a la fortaleza.  En cuestión de minutos sufriendo sólo veintiséis bajas (entre ellas seis muertos), los germanos inutilizaron gran parte de la artillería de Eben Emael y mantuvieron un jaque a los mil soldados belgas de la guarnición hasta que consiguieron que éstos se rindieran incondicionalmente, una vez recibidos los refuerzos.

Este éxito se repitió en as operaciones ejecutadas por los Grupos de Asalto “Hormigón” y “Acero”, que custodiaron los puentes de Vroenoven y Veldvezelt desde la madrugada hasta la noche del día 10 de mayo.

El Grupo de Asalto “Hierro” no tuvo tanto éxito ya que los belgas lograron demoler el puente de Canne y atacaron con saña a los paracaidistas, pereciendo en los combates el teniente Schächter, jefe del comando.

Mientras tanto en Holanda más de dos mil fallschirmjäger se lanzaron en paracaídas sobre la llamada “Fortaleza Holanda”, con el objetivo de ocupar diversos puentes  y dos aeródromos además de intentar capturar al Alto Estado Mayor Holandés en la Haya.  Para ello se utilizaron efectivos del Primer, Segundo y Tercer Batallón del FJR 1, así como a seis compañías completas del FJR 2, apoyados por unidades de infantería entrenadas para actuar como fuerzas aerotransportadas, como la 22 División mandada por von Sponeck.

El puente de Moerdyk fue capturado intacto y protegido durante tres días por los hombres del teniente von Brandis, el vencedor de Sola, quien murió en la operación.  Menos costosa fue la toma del puente de Dordrecht, que se mantuvo en poder de los fallschirmjäger hasta la rendición holandesa del día 14 de mayo.

Los paracaidistas del teniente Schuiz se hicieron con el control del aeródromo de Wallhaven, junto a Rotterdam, y esperaron a los Junkers que traerían a los hombres de von Sponeck para después avanzar juntos sobre la mencionada ciudad.

Las seis compañías del FJR 2 se lanzaron sobre el aeródromo de Valkenburg también el 10 de mayo.  Aunque no tuvieron excesivos problemas para tomar posiciones surgieron dos graves inconvenientes.  En primer lugar el campo de aterrizaje se congestionó y los Junkers tuvieron que tomar tierra en la misma autopista La Haya- Rotterdam, perdiéndose con ello muchos transportes.  Por otro lado el contraamanecer a la defensiva, sin penetrar en la capital hasta que llegaron las fuerzas terrestres de la Wehrmacht.

Otra importante baja sufrida por los paracaídas fue la de su general. Student se hallaba con sus hombres involucrado en las luchas callejeras de Rotterdam cuando fue alcanzado en la cabeza por fuego amigo y hubo de permanecer de baja durante muchos meses, sustituyéndole el general Putzier hasta su reincorporación en 1941.  Otra sangrienta y triste anécdota de este episodio de la guerra demuestra las deficiencias registradas en los equipos de transmisiones de los fallschirmjäger hasta el final de la guerra.  El general Student consiguió la rendición de la ciudad pero no fue capaz de comunicárselo al Alto Mando de la Wehrmacht, con lo cual varias escuadrillas de bombardeo fueron enviadas a destruir objetivos del Rotterdam que estaban ya ocupados y pacificados por los alemanes.  inicio
 

CRETA, LA CONSAGRACION DEFINITIVA
Tras la Campaña del Oeste Hitler puso sus ojos en Gran Bretaña, el único país enemigo que permanecí aún en pie gracias a su insularidad.  Se estableció un plan de invasión llamado “Operación León marino”, en el cual el desembarco de tropas desde el aire tendría un papel destacado.  Por ello se decidió a ampliar el número de regimientos paracaidistas hasta cuatro, siendo uno de ellos el Sturmregiment, creado a partir de los grupos que el mando de Koch había actuado con éxito en Bélgica.  Se puso así a las órdenes de Student el denominado IX Cuerpo Aéreo, con la 7. Flieger- División la 22a de infantería Aerotransportada y el Stumregiment.

Tras el intento de amilanar a Gran Bretaña Hitler centro su atención en los Balcanes y, por extensión, en el Mediterráneo Oriental, donde sus calamitoso afiliados italianos habían abierto un frente que había que cerrar antes de dirigir a la Wehrmacht hacia la U.R.S.S.

Parte del Segundo Batallón del FJR 2 fue lanzado sobre el canal de Corinto para bloquear la vía de escape de los expedicionarios británicos hacia Atenas, capturándose a más de dos mil prisioneros y manteniéndose la posición hasta que llegaron los panzers.

Pero, al margen de ésta y otras pequeñas operaciones desarrolladas sobre Grecia, como la ocupación de las isla de lemnos, sería la toma de Creta la batalla que consagraría definitivamente a los fallschirmjäger como cuerpo de élite.  Esta operación bautizada con el nombre clave de “Merkur”, vendría a demostrar que los lanzamientos masivos de paracaidistas podrían incluso conseguir victorias de orden estratégico y, por ello, potencias que hasta el momento habían menos preciado a estas fuerzas como los Estados Unidos o Gran Bretaña, a partir de ese momento prestaron especial atención a su organización y fortalecimiento.  Sin embargo, sorprendentemente,a partir de Creta Hitler no utilizó más sus fallschirmjäger para misiones de este tipo, pues se autoconvenció de que las grandes bajas sufridas por sus paracaidistas fueron debidas a la pérdida definitiva de la sorpresa que había supuesto su utilización en la II Guerra Mundial.

Una vea que Student hubo expuesto al Alto Mando teutón sus planes para la  conquista de las principales bases británicas en el Mediterráneo, se eligió a Creta como punto de inicio de esa campaña para acabar con la amenaza aérea inglesa sobre los campos petrolíferos rumanos, indispensables para Alemania.

La operación comenzó el 20 de mayo de 1941 con el lanzamiento de la 7.  Flieger-División y del Stumregiment sobre cuatro posiciones clave de la isla:  el aeropuerto de Maleme en el noroeste, un valle de los principales puertos militares de la región mediterránea, el aeródromo de Réthymnon y la ciudad de Heraklion en el sector central de la costa norte.   La primera oleada estaría compuesta por un total de 7.000 paracaidistas, que sufrieron las bajas más importantes debido a errores de cálculo sobre el número, la calidad y la preparación de los defensores, que en realidad sumaban casi cincuenta mil hombres, en su mayoría ingleses, neozelandeses, australianos y surafricanos.

El Sturmregiment tomó tierra con planeadores en Maleme y tanto el general Meindl, su jefe, como el comandante Koch, el héroe de Bélgica, fueron pronto heridos de gravedad.  La lucha fue encarnizada durante el primer día, con los británicos bombardeando constantemente las posiciones de los fallschirmjäger desde unas alturas cercanas.  Al caer la noche los partisanos griegos que habían quedado dentro del perímetro ocupado por los Alemanes se dedicaron a descuartizar, literalmente hablando, a los paracaidistas heridos y muertos que habían sido agrupados por su compañeros en lugares que creían seguros.  Un total de 135 hombres sufrieron así la ira de los griegos, quienes a su vez fueron masacrados por los paracaidistas sanos tan pronto como se hizo de día.  Ese mismo 21 de mayo llegó a bordo de Junkers 52/3m otra oleada de fallschimjäger mandados por el coronel Ramcke, así como los primeros soldados alpinos de la 5.  Gebirgs-División del general Ringel.  El caos en el pequeño aeródromo fue absoluto y los aparatos de transporte colisionaban unos con otros al aterrizar.  A continuación las tropas desembarcadas en Maleme se dirigieron combatiendo hacia la que era entonces la capital de la isla, La Canea, que no fue conquistada hasta el día 27.

Mientras tanto otra gran carnicería se estaba desarrollando en el mar, donde dos batallones de la mencionada división alpina, que debían desembarcar en buques de pesca escoltados por destructores italianos, fueron interceptados y echados a pique por unidades de guerra de la Royal Navy, las cuales a su vez fueron bombardeadas por los Stukas alemanes, resultando hundidos dos cruceros y un destructor británicos.

Por su parte el FJR 3 tomó, tras cruenta lucha, las posiciones del valle por donde discurría la vital carretera que cruza la isla de este a oeste, cortado el camino a la capital y dominando las alturas cercanas a la bahía de Suda, aunque no pudieron penetrar en la Canea inmediatamente.

PRELUDIO
LA HORA DE LA VERDAD.
SE FORMA LA LEYENDA
CRETA, LA CONSAGRACION DEFINITIVA
EL MITO CONTINUA
EPILOGO
INFANTERIA
Paracaidistas alemanes en el Fuerte de Eben-Emael 1940
Descarga de planeadores en la operacion sobre Holanda 1940
Unidades paracaidistas lanzadas en Sicilia
Utilizacion de paracaidas camuflados para evitar la identificacion por el enemigo
Paracaidistas en la zona de Narvik

En el aeródromo de Réthymnon casi  todo el FJR 2 había  aterrizado al mediodía del 20 de mayo, pero no logró controlar el campo y sufrió un duro contraaque llevado a cabo por tropas australianas.  Durante varios días sus posiciones fueron machacadas por la artillería y por los acorazados aliados.  En la noche del 26 de mayo unos trescientos supervivientes, que estaban cercados por casi siete mil soldados, escaparon hacia Heraklion donde cambatía el FJR 1.  Tras recibir esfuerzos de tropas alpinas volvieron a Réthymnon donde obtuvieron la rendición de 1.200 australianos el día 30.

Por otro lado, el FJR 1 junto con un batallón del FJR2 se lanzó sobre el aeródromo de Heraklion, que estaba bien protegido por antiaéreo.  Al saltar desde gran altura muchos paracaidistas fueron ametrallados antes de tocar tierra y el oficial al mando, el coronel Bräuer se retiró para organizar durante la noche a los supervivientes y, rechazando una invitación para rendirse con honores cumplió con éxito las nuevas órdenes recibidas:  impedir el envío de refuerzos para los aliados hacia Réthymnon.  Casi ocho mil soldados se mantuvieron en la zona durante aquellos días cruciales para hacer frente a las diezmadas fuerzas de Bräuer hasta que, con la llegada de tropas alpinas de la 5. Gebirgs-División, se pudo tomar el aeródromo el día 27.  Ya en 1947, Bruno Bräuer, que llegaría a convertirse en general de la 9.  Fallschirmajäger-División, sería fusilado por los soviéticos, que le capturaron en el frente del Oder, acusado injustamente de haber perpetrado crímenes de guerra contra partisanos griegos durante esos días.

Siguiendo con nuestra historia diremos que, dada la evolución de los acontecimientos, el derrotado comandante aliado, el general  neozelandés Freyberg, ordenó a sus hombres en la isla escapar hacia el puerto meridional de Sfakión donde le esperaban los buques de la Royal Navy, siendo capturados doce mil de ellos y dejando en Creta dos mil quinientos muertos.

Las bajas por parte alemana fueron también cuantiosas.  Se perdieron más de tres mil hombres y otros tres mil cuatrocientos fueron heridos, haciendo participado en la operación un total de veintidos mil soldados.  En esos momentos la necesidad de reorganizar a los regimientos paracaidistas dio al traste con los planes de Student para conseguir el control de los enclavaes británicos en el Mediterráneo.  inicio
EL MITO CONTINUA
Alemania no volvió a utilizar a los fallschirmjäger como tropas aerotransportadas en operaciones de gran relieve, pero no por ello se mantuvieron  inactivas estas unidades de élite, siendo utilizadas hasta el final de la  guerra en todos los frentes cuando la situación requería el empleo de una fuerza contundente y resolutiva.  Además se emprendió ya en el verano de 1941 un programa de ampliación del número de regimientos paracaidistas que culminará en 1945, cuando se alcance la cifra de once divisiones, si bien es cierto que las creadas a partir de 1944 estaban más diseñadas para el combate habitual de infantería que para operaciones de desembarco aéreo, no recibiendo sus integrantes formación específica al respecto.

Los trabajos especiales continuaron para los fallschimjäger en fechas tan próximas a la operación “Merkur” como junio de 1941, cuando durante la invasión de la U:R:S:S se lanzaron junto con comandos de las Unidades “Brandenburg” para tomar algunos puetes sobre el Dvina.  Ya en el mes de septiembre el Stumregiment fue destinado al área de Leningrado, donde permanecería durante casi dos años.

Mientras tanto otros paracaidistas germanos volvían a la cuenca del Mediterráneo, esta vez para luchar junto al Africa Korps en las arenas del desierto.  A tal efecto se creó en julio de 1942 una unidad integrada por cuatro batallones, que pasó a la historia con el nombre de "Brigada Ramcke", por estar mandada por dicho oficial.  Fue reforzada con compañías de ingenieros y antitanques aunque no fue dotada de vehículos para sus desplazamientos, lo que supuso un preocupante handicap.  Participó a la defensiva duranate las luchas de El Alamein, quedando descolgadas del grueso de las fuerzas germanas en retirada al no disponer de transportes.  Los hombres de Ramcke quedaron aislados en el interior del desierto pero, lejos de pensar en la rendición, tendieron una serie de emboscadas a los confiados conductores británicos de retaguardia, capturando vehículos suficientes para recorrer casi cuatrocientos kilómetros y volver a conectar con sus camaradas de armas en las inmediaciones del Oasis de Fuka.

Pero la presencia de los fallschirmjäger en Äfrica no se redujo a la “Brigda Ramcke”.  El recien creado FJR 5 junto a otras unidades menores, todas ellas al mando de un viejo conocido, el ya teniente coronel Koch, fue enviado a Túnez para contener el avance estadounidense desde Argelia, luchando con un arrojo digno de admiración hasta su práctica aniquilación en Tebourba en mayo de 1943.  El heroico Koch, que recibió una herida en la cabeza, consiguió ser evacuado a Alemania, donde murió lejos del frente víctima de un accidente de tráfico.

Por esas mismas fechas fue reorganizada la 7.  Flieger-División que pasó a llamarse 1.  Fallschirmjäger-División, a la vez que se creaba la 2.  Fallschimjäger-División, con tres regimientos en los que formaron los veteranos del FJR 2 y otros supervivientes llegados desde Leningrado y desde África.  Ramcke, ya ascendido a general, tomó el mando de esta unidad.  Además, a estas alturas la todopoderosa SS había organizado su propio batallón paracaidista, con la finalidad de utilizarlo en operaciones especiales.  Antes de acabar 1943 estaba ya también operativa la 3ª División paracaidista y se estaba ultimando la 4ª, que sería provisionalmente completda con veteranos italianos de las divisiones “Folgore” y “Nembo”.

Y fue precisamente en Italia donde los fallschirmjäger acabaron por demostrar que eran enemigos igual de temibles en la defensa que en el ataque, pasando a la historia como los feroces sostenedores de la “Linea Gustav” en Monte Cassino.  Ya en Sicilia y en Salermo los hombres del FJR 3 habían hecho pagar muy caro a los aliados su avance y, tras el atroz bombardeo estadounidense de la inofensiva abadía situada en lo alto de Cassino, las ruinas fueron ocupadas por los curtidos veteranos de la 1.  Fallschirmjäger-División a mediados de febrero de 1944.  Durante más de tres meses esta única división contuvo el ataque frontal de varios ejércitos Británicos, Estadounidenses, Franceses y Polacos.  Los aliados perdieron en este frente casi ciento veinte mil hombres entre muertos, heridos y desaparecidos.

También pequeñas operaciones de tipo comando fueron realizadas por unidades de los FJR 2,6 y 7, de entre las cuales destaca por su audacia y repercusión la liberación de Mussollini, que estuvo a cargo del legendario Otto Skorzeny y en la que tuvieron una participación destacada los paracaidistas de las  SS.

EPILOGO
Tras los éxitos conseguidos se decidió seguir organizando nuevas divisiones  fallschirmjäger cuya oficialidad era extraída de los regimientos más veteranos, pero en ellas, a diferencia de las anteriores, no hubo entrenamiento específico de tropas aerotransportadas.

Con posterioridad al desembarco de Normandía la derrota de Alemania parecía estar próxima.  Después de combatir en Ucrania, la 2 Fallschirmjäger- División fue una de las primeras unidades teutorias que se enfrentaron a las fuerzas de desembarco aliadas.  El propio Ramcke fue hecho prisionero en su puesto de mando durante el sitio de Brest, la 3ª División fue prácticamente aniquilada en la bolsa de Falaise y la 5ª sufrió fortísimas pérdidas en Normandía.

Por su parte Stydent, angustiado por la sangría a que eran sometidas sus unidades, aceptó a regañadientes el cargo de Comandante en Jefe de las tropas alemanas en los Países Bajos, cargo que desempañaría hasta el final de la guerra.  Allí elementos del FJR y supervivientes de las divisiones 2,3 y 5 lucharon victoriosamente contra sus homónimos británicos, que fracasaron estrepitosamente al tratar de ocupar un importante nudo de comunicaciones  en Amhem en septiembre de 1944.

Ya en diciembre parte del FJR fue lanzado en  Las Ardenas para apoyar el avance de los panzers en el sector de Eupen, en Bélgica, siendo capturados casi todos ellos tras agotar sus municiones una semana después, al no poder contactar con las vanguardias acorazadas germanas.

Desde ese momento y hasta el final de las hostilidades, a paesar de su creciente debilidad, los diferentes regimientos paracaidistas lucharon con la misma devoción que habían acreditado desde 1940, contagiando los veteranos ese espíritu elitista que les caracterizaba a los recién llegados al cuerpo.  En sus últimos combates estas tropas pelearon englobadas en las formaciones del Ejército de Tierra, manteniendo incólume el prestigio anteriormente adquirido con su valor y con su sanchre.

Hoy la historiografía  militar ha hecho justicia y una aureola de gloria rodea aquellos cazadores paracaidistas que, a las órdenes de intrépidos jóvenes, sorprendieron al mundo con sus nuevas fórmulas de asalto, la fría inteligencia y la brillante intuición llovían del cielo colgadas de un frío lienzo blanco. inicio

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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