Enviados al matadero

Hace cincuenta y seis años, en octubre de 1944, tres mil guerrilleros comunistas invadieron el Valle de Arán para alzar al pueblo español contra Franco. Dos de sus protagonistas analizan hoy el estrepitoso fracaso de la "Operación Reconquista de España"

UNO DE LOS ACONTECIMIENTOS MÁS sorprendentes de la posguerra civil y de la resistencia exterior contra Franco es la invasión del Valle de Arán, en el Pirineo leridano, por guerrilleros republicanos -comunistas, fundamentalmente-. Ocurrió a finales de octubre de 1944 y tenía como objetivo, una vez ocupado el Valle, seguir avanzando por territorio español y desencadenar una sublevación general para derrocar al régimen franquista.

La operación Reconquista de España pasó de proyecto a ejecución el día 21 de septiembre de 1944, cuando el Estado Mayor de la Agrupación de Guerrilleros transmitió por escrito al coronel Vicente López Tovar, jefe de la XV División, la orden: " De conformidad con la Orden General de esta Agrupación, fecha de ayer, inmediatamente se pondrá Ud. en camino en dirección del P.C. (Poste de Commandament: Cuartel General) de la antigua XXVI División, situado en Chalabre (Ariége), Chateau de Chalabre, para hacerse cargo de la nueva Unidad que se constituye con el número 204 (...)

Asimismo con toda urgencia establecerá Vd. su nuevo P.C. en el Pirineo, dando cuenta inmediata del cumplimiento de la Orden, así como de las medidas que para ello tome". En el membrete figura "FF.I.-U.N.E./ AGRUPACION DE GUERRILLEROS / Reconquista de España"

Las siglas FFI corresponden a la organización  Forces Francaises de I´Interieur, que aglutinaba a los dos ejércitos guerrilleros franceses: el gaullista, Armée Secréte, y el comunista, Francs-Treurs et Partisans Frangais.

UNE (Unión Nacional Española) nace en el seno del Partido Comunista Español, a raíz de la invasión de la Unión Soviética por las tropas nazis en el verano de 1941, para evitar la entrada de España en la guerra al lado del Eje. No se concreta, sin embargo, en un programa político hasta la denominada Conferencia de Grenoble (se celebró en Toulouse, pero había que despistar a la policía) el 7 de noviembre de 1942, cuando ya la guerra había dejado de ser favorable al fascismo. La UNE se proponía la alianza de todas las fuerzas antifranquistas, fuera cual fuere su color político -no se descartaba ni siquiera a los falangistas- con el fin de derrocar a la dictadura y convocar elecciones democráticas.

Instrumento del PCE
La Unión Nacional Española era el instrumento político del PCE y la Agrupación de Guerrilleros, su herramienta militar. En realidad esta Agrupación de Guerrilleros españoles no era sino una nueva etiqueta del denominado XIV Cuerpo de Guerrilleros que agrupaba a los combatientes españoles contra el ocupante nazi. La necesidad de unificar toda la resistencia en territorio francés implicaba el tener que ponerse a las órdenes del Estado Mayor de las FFI. Con el cambio de nombre perdió el maquis español la independencia absoluta, pero siguió conservando una práctica autonomía. En cuanto organismo militar continuó siendo un cuerpo de Ejército que en cuadraba a toda la guerrilla española en Francia, en nueve divisiones, con un total de 2 5.000 a 30.000 partisanos. A una de estas divisiones, la XXVI, que fue reestructurada y rebautizada como 204, se le encargó invadir el Valle de Arán. 

El coronel Vicente López Tovar, a quien se encomendó el mando, era miembro del Partido Comunista desde las elecciones del Frente Popular, febrero de 1936, y había desempeñado la jefatura de una división durante la guerra civil española. López Tovar se había visto obligado a pasarlos Pirineos, en compañía del general Modesto, el 10 de febrero de 1939, pero ocho días más tarde estaba de vuelta en España,  a las órdenes del doctor Negrín, para apuntalar la resistencia de Madrid. De nuevo en Francia, participó en la creación de una empresa de carbón de leña, tapadera ideal para  la concentración y adiestramiento de guerrilleros. Poco más tarde fundó una brigada que se integró en la MOI (Maín d'0euvre Immigrée), organización del PCF que encuadraba al maquis extranjero. 

Como jefe de la XV División de Guerrilleros, el coronel  López Tovar se había distinguido en la resistencia saboteando el tráfico ferroviario de la Dordoña, el Lot y la Correze, y estando en contacto con el Estado Mayor gaullista en Londres, donde era conocido cono Albert, por medio del enlace coronel Berger, alias Andre Malraux.

Era, pues, uno de los jefes guerrilleros que tenía más experiencia militar y que gozaba de mayor prestigio. Precisamente por ser un profesional de valía, Vicente López Tovar difícilmente podía hacerse cargo de la “Operación Reconquista de España” sin rechistar.

Asegurarse la retirada 
El coronel López Tovar,  sabía que únicamente los militantes comunistas españoles habían oído hablar de Unión Nacional. Consideraba igualmente absurda la comparación de la ocupación alemana de Francia y Yugoslavia con la instalación en el gobierno español de la dictadura franquista. Pero por disciplina política y camaradería arrostró la dirección de la disparatada empresa. Y lo hizo de manera tan sensata como escasamente ortodoxa: comenzó por asegurar la retirada antes que el ataque, puesto que el ataque estaba abocado irremediablemente al fracaso. Y en la orden de operaciones dio la prioridad a la salida del Valle situando allí las tropas que permitirían el repliegue.

La "Operación Reconquista de España" se inició el 19 de octubre de 1944. La consigna del Alto Mando de la Agrupación de Guerrilleros eras ocupar el Valle de Arán y avanzar sembrando la sublevación del pueblo español. Este avance sin objetivos militares precisos le parecía suicida a López Tovar, que temía una maniobra envolvente del enemigo si se alejaba d e la frontera. S e imponía, por consiguiente, asegurarla comunicación con Francia, establecer el Cuartel General en el Valle y no seguirla progresión en territorio español hasta no estar seguro de que la insurrección nacional era posible y no una quimera.

Una operación de tal envergadura no podía llevarse a cabo sin el consentimiento del Gobierno francés, pero por razones obvias de política internacional no cabía esperar una aprobación oficial. El jefe de las fuerzas fronterizas francesas, coronel Calvetti, le comunicó a López Tovar que tenía orden de no dejarle pasar la frontera, pero, seguidamente, le ofreció hospitales de campaña en territorio francés, haciéndose objetivamente cómplice de la operación. A esta complicidad le obligaba el hecho de que muchos soldados franceses a sus órdenes eran antiguos compañeros de maquis de los guerrilleros españoles; incluso algunos se le ofrecieron a  López Tovar para ayudarle en aquella empresa. 

Al anochecer del día 19 de octubre, el Estado  Mayor de la 204 División (legó en automóvil a Superbagnéres desde donde, a pie, llegó al día siguiente al pueblo de Bosost, ya desembarazado por los guerrilleros de guardias civiles. En Bosost se instaló el cuartel general.

De los 25.000 a 30.000 hombres que componían la Agrupación de Guerrilleros, sólo entre 12.000 y  15.000 se concentraron en los Pirineos, pero los efectivos de la 204 División ni llegaban a los 3.000 hombres. La penetración de la 204 División
de Guerrilleros se inició en la madrugada del 19 de octubre, pero la operación había sido previamente detectada por el espionaje franquista: desde el 12 de octubre, al menos, se habían dado instrucciones a las fuerzas del servicio de fronteras (Guardia Civil y Policía Armada, principalmente) para que extremaran el control a fin de que "no pasen desapercibidos la existencia de grupo grande o pequeño que, infiltrado a través de las fragosidades del terreno, pudiera producir alarma, para aprehenderlo o exterminarlo si ofreciera resistencia". 

Sin embargo, la invasión se inició con éxito tanto por el Bajo como por el Alto Arán. La 551 Brigada, dividida en dos columnas, se apoderó de Bosost por la mañana y de Lés a las 15,00 horas de la misma fecha. El balance fue de seis muertos y 20 heridos propios y tres muertos y dos heridos en las filas franquistas. Así es como Bosost, una de las más importantes poblaciones del valle, pudo ser utilizada como sede del Estado Mayor de los maquis cuando llegó allí, a pie, el día 20. 

Hubo, sin embargo, fuerte lucha en algunos puntos. Tras 15 horas de marcha desde la frontera, la 410 Brigada se enfrentó en Las Bordas con 110 soldados y ocho carabineros. La guarnición resistió hasta las 19,30 horas del día 20. Las bajas fueron seis muertos y 20 heridos por parte de los guerrilleros y 20 muertos (doce de ellos fallecieron quemados por no querer rendirse) y diez heridos entre los defensores del pueblo.
 

Convencidos de su causa
Hay que destacar que, desde el principio, los guerrilleros estaban convencidos de que podían evitar el combate esgrimiendo simplemente el programa de Unión Nacional. En el informe fechado el 31 de octubre de 1944, redactado en el Cuartel general de la Agrupación de Guerrilleros, se lee: “ Una guarnición de 17 guardias de asalto, situada en el pueblo de Arre, a un kilómetro de Las Bordas, hostigaba constantemente nuestras fuerzas en el ataque a dicha localidad. Dadas las características que tomaba la lucha a nuestro favor, la guarnición destacó un grupo para parlamentar. Se les leyó el programa de Unión Nacional y se les habló de nuestros fines. Volvieron a su base para informar al resto de la guarnición, considerando que no habría inconveniente por parte de ellos para sumarse a nuestro movimiento". La información es totalmente falsa: no se produjo tal conversión. Los guerrilleros comunistas pudieron atacar porque les llegaron refuerzos y "los oficiales abandonaron sus tropas entregándose éstas casi sin resistencia".

Hasta el día 23 de octubre fueron tomados Bausén, Caneján, Porcingles, Pradell, Lés, el Portillón, Bosost, Arrós, La Bordeta, Arró, Vilamós, Benós,  Las Bordas, Aubert, Betlán, Vilach, Mont, Montcorbau, Vila y Begós.

Los mismos nombre figuran en el parte que el  primero de noviembre firmó el jefe de Estado Mayor dando cuenta del resultado final de la campaña. De modo que no se avanzó más en la "conquista" a partir del día 23. El informe final dice así: "Con arreglo a la orden de operaciones dada por este Estado Mayor, se realizó la operación asignada para proceder a la liberación del valle de Arán. Lo que resultó con todo éxito, conquistándose los pueblos de... [se repiten los nombres ya transcritos] estableciéndose una cabeza de puente que permitía con toda facilidad realizar toda clase de transporte y evacuación de heridos.

"Esta operación comenzó el día 19 de octubre, fecha en que nuestras fuerzas se lanzaron al ataque sobre los objetivos marcados, continuando la progresión hasta las cercanías de Viella, donde el enemigo ofreció gran resistencia por mantener dicha localidad.

"Se le ha causado gran número de bajas, considerándose unas 350 aproximadamente el número de ellas, gran cantidad de heridos y 130 prisioneros. Después de permanecer en España durante el  transcurso de once días, el Mando Superior ordenó se procediese a la retirada de todas las fuerzas operantes en el sector valle de Arán.

" El P.C. de la División se estableció en el pueblo de Bosost donde permaneció hasta que se efectuó la retirada completa de las unidades".

Aldeas perdidas en el mapa
En otras palabras, no sólo no consiguieron sobrepasar el Valle de Arán sino que ni siquiera tomaron Viella, la capital. Se cumplió el expediente permaneciendo cauta y sensatamente cerca de la frontera, prestos a emprender el repliegue, ya desde la entrada. Los pueblos cuyos nombres se esgrimen triunfalmente son pequeñas aldeas en la mayoría, algunas de las cuales deben buscarse con lupa en un mapa de Estado Mayor. De todos modos, los 41 núcleos de población del Valle de Arán no alcanzaban los 6.000 habitantes, escaso campo para la agitación política. Y cuando se puso de manifiesto que la sublevación nacional no surgía por ningún sitio, seguir avanzando carecía de sentido. Tampoco lo tenía atacarla capital, porque entrar en Viella era exponerse a no poder salir. En cuanto a la cifra de bajas causadas a las fuerzas franquista está multiplicada por diez...

Desde el momento en que no se podía contar con un mínimo de apoyo de la población, la "Operación Reconquista de España" planeada y ejecutada como una guerra de guerrillas, resultaba un contrasentido. La decisión de retirarse no le fue dictada al jefe de la 204 División por nadie. Al contrario, la dirección del partido no cesaba de apremiarle para que tomara Viella, incluso el día 25, cuando ya el coronel López Tovar había decidido retirarse del Valle.

Se ha escrito con frecuencia que Santiago Carrillo en persona ordenó la retirada. Vicente López Tovar lo niega:
- No es cierto que Carrillo diera la orden. Carrillo no intervino para nada. Vino cuando ya nos íbamos a marchar. Estábamos en situación insegura desde hacía seis o siete días y cuando mis oficiales me dijeron que las tropas de Gerona y de Lérida comenzaban a subir hacia la frontera yo di la orden de prepararse para evacuar. Nos vamos antes de que nos cojan. Entonces llegó Carrillo con el jefe del PCE en Francia. Le enseñé el plan. "Comprenderás -le dije- que no quiero atacar. Y me voy". Me dio la mano: "Yo no tengo tiempo de estar aquí. Me voy". Y se fue sin decirme ni sí ni no.

Carrillo se atribuye mayor protagonismo cuando afirma en sus Memorias que estaba "preparado para prever de antemano la invasión del valle de Arán e intentar evitarla y para retirar de allí las unidades guerrilleras en cuanto desembarqué en Francia" (p. 370). Y más adelante: " No me costó trabajo convencerles y que aceptaran organizarla retirada".

Lo cierto es que el día 26 de octubre López Tovar ordenó que se desistiera de atacar Viella y se preparara discretamente la evacuación. La orden se precisó el día 27 cuando todos los jefes de brigada recibieron la ordenar de replegarse. El día 28 a las 24,00 horas comenzó la evacuación del Valle y el 29, temprano, ya estaban todos en Francia.

Por consiguiente, cuando al anochecer del día 28 se presentaron en el Cuartel General de la 204 División los dirigentes del PCE, entre los cuales figuraba Santiago Carrillo, la orden de evacuación había sido ya cursada. López Tovar no se lo dice a Carrillo porque desconocía cuáles eran sus propósitos; evidentemente, le tranquilizó el que Carrillo no se opusiera, porque no deseaba adoptar una postura de rebeldía respecto al partido comunista.

El coronel López Tovar no oculta su satisfacción ante el resultado: 12 muertos solamente en sus filas. Entraron alrededor de 2.500 guerrilleros y salieron 4.000, porque se les unieron otras unidades que ya estaban operando en territorio español... Claro, que las cifras de bajas no casan con la realidad de la operación y parece desmesuradamente exagerado que hubiera por la zona millar y medio de maquis que pudieran unírseles en su retirada.

Pinocho: "Querían que nos liquidaran"
El comandante Pinocho, titular de la Legión de Honor francesa por su actividad como guerrillero en la resistencia francesa, nos recibió en octubre de 1996 en su domicilio del pueblo provenzal de Gréasque. lntervino en la "Operación Reconquista" como comandante de la 471 Brigada de Guerrilleros. Él era bastante más pesimista respecto a la operación del Valle de Arán en el otoño de 1944.

- Desde el día 20 de agosto de 1944 en que mi amigo y antiguo jefe de la 46 División, López Tovar, me convocó para comunicarme la decisión del Cuartel General, yo le dije que entrar por la fuerza en España me parecía descabellado. Me contestó que también a él. Juntos estuvimos escuchando al general Luis Fernández y a los coroneles Acevedo y Salcedo quienes, en una de las salas llenas de mapas con banderitas por todas partes, nos explicaron el desarrollo de las operaciones guerrilleras en la provincia de Lérida y las diversas fases del avance por territorio español.

Cuando se nos pidió nuestra opinión yo dije que si habíamos perdido la guerra con los medios con que contábamos todavía, cómo íbamos a poder hacer frente ahora, con 1.500 guerrilleros, a un ejército triunfante. Se nos contestó: "Si los camaradas de Madrid, que están más al corriente de lo que pasa en España, han decidido que el mes de octubre es el momento propicio para efectuar la invasión del Pirineo leridano, es que el pueblo español no espera más que la chispa de esa entrada en masa de los guerrilleros para echar abajo al tambaleante régimen franquista. Además, no vais a esperar a que la liberación de España os la sirvan en bandeja. Hay que hacer como los yugoslavos: organizarlas guerrillas en el interior del país. Los aliados han prometido liberar a Europa de todos los regímenes instalados con ayuda de Hitler y Mussolini, pero con algo tenemos que contribuir nosotros. Cuando consigamos establecer una cabeza de puente, tendremos nuestro pedazo de España, que podrá acoger a un gobierno español, y, desde allí, empezarla reconquista de España”.

La verdad fue que nuestra brigada se encontró, al entrar en España con un desierto: se había obligado a la población a replegarse a 70 kilómetros al interior. Ni rebaños teníamos con qué sustentarnos. Allí no había más que la Guardia Civil, la Policía Armada, Somatenes, Falangistas y la Legión Extranjera.

Ya el primer día me desaparecieron doce hombres a los que mandé que destruyeran un puente. Lo dinamitaron, pero no volvió ni uno. No sé si los mataron, fueron heridos o hechos prisioneros. El caso es que perdí a los doce.

Y donde mandaba una patrulla ya no volvía más. No tengo ni idea de lo que podía ser de ellos. Quizás se constituían luego en guerrillas. No quiero decir que los mataran forzosamente. Pero lo cierto es que yo perdí así 33 personas. Y había entrado con 280.

- Se dice que su brigada no llegó a librar combate, que se retiró sin pedir permiso a nadie.
- Nos enfrentamos con una tropa de unos 900 hombres que llegaron en 30 camiones con las luces encendidas. Nosotros no teníamos más munición que la que llevábamos con nosotros. No teníamos ni para dos minutos de combate. Menos mal que no libramos batalla. Se fueron sin atacarnos. Era una escaramuza para tantear el terreno. ¿ De qué nos servían las metralletas [Stern, inglesas] sin posibilidad de recargarlas cuando se nos acabaran las municiones que llevábamos en las cartucheras?
- ¿Y no pensaron en eso antes?
- Pero si se lo dijimos a los mandos
- Y, a pesar de todo, entraron.
- Porque nos convencieron.
- Pero me está diciendo que no tenían más que para dos minutos de combate.
- Y lo sabían ellos. Porque se lo dijimos: "no te nemos ni municiones ni intendencia. Sólo las balas y la comida que llevamos encima". A lo que se nos  replicaba: "Pero Pinocho, en cuanto entréis los maquis vais a tener apoyo de toda la población. Y una vez instalado un gobierno en el territorio ocupado lo van a reconocer todas las demás potencias porque así lo han prometido".
No teníamos ni dinero para pagar los alimentos que los campesinos pudieran procurarnos. Pero les pagábamos con bonos de la Unión Nacional que les reembolsaríamos cuando ganáramos. Y, claro, se sentían robados y nos denunciaban.
- ¿Y no libró nunca batalla?
- No, ¿con qué? El día de los camiones, mi comisario político, que era un fanático, me dijo: "Pinocho, hay que atacar". Yo me negué sabiendo que contaba con el respaldo de mis hombres. Era la noche del 19 de octubre y, para empeorar nuestra situación, cayó una nevada muy fuerte.
- ¿Pudo retirarse sin problemas?
- Sin problema alguno porque lo teníamos previsto. Luego, en Francia ya, se me acusó de haber ordenado la retirada por mi cuenta. Si me espero a que me llegue la orden de Tovar, estoy listo. Todos, menos el comisario, Ceferino Borrego, estábamos de acuerdo.
- ¿No tuvo consecuencias personales la decisión?
- Ninguna, aunque no las tenía todas conmigo. Me convocaron al Estado Mayor  me dijeron que tenía que volver a España. Me negué. Me desmovilicé y me reintegré a mi trabajo en la mina.
- A más de medio siglo de distancia, ¿cómo se explica usted que se llevara acabo una acción bélica con tantas pretensiones y en condiciones tan precarias?

- La verdad es que por no tener no teníamos ni sanidad. Yo pregunté: ¿ Y si a uno de los nuestros le pegan un tiro, qué hacemos? "Qué vais a hacer, Pinocho, -se me respondió-. Compréndelo ...". Sobreentendido: lo rematáis. Nosotros no nos creíamos que la gente se iba a sublevar en cuanto nos vieran, pero nos decíamos: "Será verdad si ellos lo dicen. No nos van a llevar al matadero". Ya ve usted lo tontos que fuimos...

- ¿Quiere usted decir que los dirigentes del PCE tuvieron el propósito deliberado de suprimirlos?

- Nos mandaron a España a que nos liquidaran. Perseguían una doble finalidad: realizar una operación de prestigio y eliminamos para, además de desembarazarse de militantes resabiados difíciles de manejar, reivindicar mártires. Todos los dirigentes del PCE se encontraron con el problema de hacerse con las riendas del poder. Mientras nosotros nos batíamos el cobre en la resistencia, ellos estaban fuera, en Moscú o en México. Éramos nosotros los que gozábamos de la confianza de los militantes. Había que desembarazar el terreno de competidores poco partidarios de aceptar sin más ni más una disciplina burocrática. En todo caso, el PCE no constituiría una excepción, con este tipo de comportamiento, dentro del movimiento comunista.

El trasfondo de la operación
Esta es la fecha en la que se sigue sin saber de dónde partió la idea de la invasión y quién fue su estratega. Enrique Líster ha escrito en su obra ¡Basta! Que fue Stalin mismo quien, a mediados de octubre de 1944, le hizo saber por medio del secretario general del Komintern, Georgi Dimitrov, la necesidad de "obligar a los dirigentes socialistas, anarquistas y republicanos españoles a abandonar su política de pasividad y de espera a que el problema español lo resolvieran desde fuera los imperialistas (...) formar un gobierno o algo parecido que pudiera hablar y tratar en nombre del pueblo español [con el respaldo de] un movimiento popular cuya expresión principal sólo podía ser, en la situación de España, la lucha guerrillera".

Que una decisión de esta envergadura tuviera que tener el beneplácito del Komintern (es decir, de Stalin) es más que plausible. Lo difícil es tener que admitir como pretende Santiago Carrillo, que la operación del Valle de Arán se ideó, planeó y ejecutó bajo la responsabilidad exclusiva del futuro "traidor" Jesús Monzón, a espaldas de la dirección oficial deI PCE. En todo caso Carrillo no puede acusar al líder interior de labor "fraccional" por cuanto que la lucha guerrillera era por estas fechas la oficial del partido y en ella estaba implicado como dirigente el propio Carrillo.

Joan Estruch Tobella -El PCE en la clandestinidad, 1982- parece dar en el clavo cuando menciona el "desajuste entre el poder real del PCF en Francia y su representatividad en la escena política nacional e internacional". Por una parte, el Gobierno provisional francés había reconocido -por la autoridad que le confería su victorioso ejército guerrillero de 12.000 hombres- la representatividad oficial del movimiento de liberación español; y por otra republicanos, socialistas y anarquistas se habían unido en un frente común, la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (en octubre de 1944 precisamente), que arrinconó definitivamente a la fantasmagórica Unión Nacional de obediencia comunista y que no había conseguido adhesiones de otras militancias más que a título personal.

Para Joan Estruch, se trató del "último y más audaz intento de conseguir logros reales que apuntalaran la hasta entonces estéril política de Unión Nacional. Podrá calificarse la operación de descabellada o precipitada en la medida en que no tuvo en cuenta la situación real del país, pero no cabe duda de que en aquella coyuntura específica no carecía de lógica política ni de oportunismo táctico (...) El espectacular fracaso de la invasión fue en gran parte motivado por una concepción de la operación miméticamente inspirada en la insurrección antinazi en Francia".
 

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INDICE
Instrumento del PCE
Asegurarse la retirada
Operación Reconquista de España
Convencidos de su causa
Aldeas perdidas en el mapa
Pinocho: Querían que nos liquidaran
El trasfondo de la operación
ENTREVISTA
Historia: Sucesos
Emilio Alvarez Canosa "Pinocho", combatiente de la Guerra Civil Española y el maquis frances.
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Valle de Aran
Enrique Lister a la derecha
Vicente Lopez Tovar en su casa en Francia
ENTREVISTA
-¿Tenía idea, al recibir la orden, de lo que se trataba? En su actual domicilio de Toulouse, el jefe de la “Operación Reconquista de España” recuerda aquellos momentos.
-Antes del 21 de septiembre de 1944, en las reuniones que tuve con el Partido, se me pedía, sobre todo, información sobre nuestra actividad en la resistencia. La primera vez que se me habló de la posibilidad de una invasión de España por el Valle de Arán fue de manera incidental y pensé que se trataba de una idea más de combatir contra el franquismo. Pero en una reunión posterior se volvió sobre el tema, asegurándome esta vez que en España nos estaba esperando el pueblo para sublevarse. Y, a renglón seguido, se me propuso que me hiciera cargo de la operación.

-¿Cuál fue su reacción?

- Reuní a todos los oficiales de mi Estado Mayor en el puesto de mando y llegamos rápidamente a la conclusión unánime de que no estábamos suficientemente armados para enfrentarnos con el ejército franquista. En la siguiente reunión con el Estado Mayor de la Agrupación de Guerrilleros, a cuyas órdenes estaba, manifesté mis dudas respecto a la eventualidad de una sublevación popular antifranquista. Se me reprochó mi escasa confianza en el partido y yo me retiré disgustado.

Rápidamente convoqué una reunión con todos los oficiales de mi futuro estado mayor y les comuniqué que no disponíamos más que de dos o tres coches mal blindados, dos cañones antiaéreos franceses de comienzos de la guerra que habíamos cogido a los alemanes, dos o tres morteros del 81, algunos fusiles de la guerra del 14...
Nuestra arma principal era  la metralleta que usábamos para la guerrilla. ¿Cómo afrontar en esta condiciones un ejercito regular?

Con el hacha en la mano
Queriendo saber a qué atenerme, envié a España algunos enlaces para conocer el estado de ánimo de la población. Como ya imaginaba, sus informes no coincidían, ni mucho menos, con lo que me comunicaba el Estado Mayor de la Agrupación de Guerrilleros. No solamente los campesinos no nos recibían con los brazos abiertos, sino que había sitios en que salían a nuestro encuentro con el hacha en la mano.

Volví, por consiguiente, a decir a mis superiores que aquella operación me parecía un disparate. Pero todas estas manifestaciones de protesta se terminaron el 21 de septiembre de 1944 cuando se me dio por escrito la orden de formar la 204 División de Guerrilleros para invadir el Valle de Arán.

-¿ 0bedeció sin rechistar?
- Era una orden y yo, un militar. Obedecía o presentaba la dimisión. A mis oficiales llegué a decirles que dimitía. "No lo haga -me replicaron- porque nombrarán a otro que nos mandará al matadero. Quédese."

En el número de octubre del órgano de la 204 División, Anónimos, se publica un editorial que incitaba a la insurrección nacional: "Podemos y debemos derrumbar a Franco y su Falange (...) Todos los españoles sin distinción de ideología ni clase social y ante el interés común de salvar a la PATRIA, tienen que acudir a este llamamiento. Con la UNIDAD de todos, los franceses han expulsado de su territorio al ejército alemán. Con la UNIDAD de todos, los yugoeslavos han liberado a su país.

Con la UNIDAD y la lucha de todos los españoles entorno a nuestra JUNTA SUPREMA DE UNIÓN NACIONAL que en el corazón de ESPAÑA encauza y dirige la acción de nuestro pueblo contra el puñado de asesinos falangistas, vamos a liberar nuestra patria (...)"


"Operación Reconquista de España"
Las cifras más fidedignas de aquella operación, es que en las diversas escaramuzas (incluidas las pequeñas operaciones del valle del Roncal, 3 de octubre, y de Roncesvalles, 7 de octubre) Ejército y Guardia Civil tuvieron 32 muertos y 248 heridos; las fuerzas guerrilleras padecieron 129 muertos, 588 heridos y 241 prisioneros (E. Aguado Sánchez EL maquis en España).

Según diversos historiadores fue Santiago Carrillo quien dio la orden de retirada ante la inminencia de un desastre total, pues el general Moscardó se aprestaba a atacarles con fuerzas muy superiores. El joven líder comunista revistió de gloria aquel fiasco: "Los guerrilleros han ocupado 16 pueblos. Han sido los diez días más felices desde hace seis años para esas poblaciones. Cuando, cubierto su objetivo, los guerrilleros se retiraron a la otra zona de Cataluña (...) los sacerdotes les daban su bendición" (Víctor Alba, El Partido Comunista en España, citando a José Borrás).

En sus memorias, Carrillo es más discreto: "A la salida del túnel de Viella estaba esperándonos el general Moscardó con varias decenas de miles de soldados, tanques y artillería; en conjunto una fuerza contra la que no teníamos ninguna posibilidad. Permanecer en el Valle de Arán no hubiera tenido ningún sentido; nos desalojarían fácilmente y avanzar por el túnel de Viella, como pensaban algunos, era meterse de cabeza en una trampa (S. Carrillo, Memoras, 1993).


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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