Mina, un liberal español en la independencia de México.

“Los 300 de Mina”, una partida de heroicos idealistas que protagonizaron en 1817 un fracasado intento de liberar México del absolutismo de Fernando VII

Manuel Ortuño Martínez
Doctor en Historia de América

LORD BYRON BAUTIZÓ COMO "LOS 300 de Mina" al conjunto de cuadros y mandos militares formado por ex combatientes de las guerras napoleónicas, españoles, franceses, italianos e irlandeses -a los que se unieron oficiales norteamericanos y otros acompañantes haitianos y sudamericanos-, que en 1817 desembarcaron en una playa de México, establecieron una cabeza de puente y se adentraron hasta Guanajuato, en el centro del país, en busca de las fuerzas de la insurgencia mexicana, frente al virrey y los ejércitos realistas españoles. Su líder era Xavier Mina, un navarro que a pesar de su juventud protagonizó la primera intervención liberal de carácter internacional, que tuvo un desgraciado final. 

Sin reconocer el papel de Mina parece realmente difícil explicar los inicios y el desarrollo de las guerrillas en Navarra y España; la trayectoria política en el inicio del liberalismo de su tío Francisco Espoz (errónea y desafortunadamente conocido como Espoz y Mina o general Mina); el levantamiento o "pronunciamiento" de Pamplona en 1814 contra el absolutismo fernandino; los primeros conflictos diplomáticos entre las Coronas francesa y española en 1815; el egocentrismo personalista de Espoz entre 1816 y 1824 y un largo etcétera que podría alargar mucho la lista. 

Los retratos de Xavier Mina muestran a un joven, y atractivo militar que gozó de la máxima popularidad en Madrid a lo largo de todo el mes de julio de 1814, cuando frecuentó las tertulias y los clubes, más o menos clandestinos, que alentaban la protesta y la disidencia frente a la grave tropelía cometida por Fernando VII al abolir la Constitución de 1812, el texto sagrado de la juventud y de los políticos liberales. Para ellos, Fernando era un redomado traidor que venía a destruir y romper todas las ilusiones forjadas por un amplísimo sector de la sociedad emergente a lo largo de cuatro años de lucha contra el invasor francés para la construcción de un régimen de libertad,  justicia y equidad. 

Mina era el más atractivo de los guerrilleros en un Madrid que agasajaba diariamente al Empecinado, que se lamentaba porta prisión de Porlier -enviado esos días de julio a un castillo de La Coruña- o por el extrañamiento de Lacy a Cataluña, sin hablar de todos cuantos por esos mismos días eran aherrojados en prisión, perseguidos u obligados a exiliarse en el extranjero. 

Lo que más llama la atención de la labor de Mina, por su novedad, modernidad y significado extraordinario, es la expedición organizada y preparada en Gran Bretaña y Estados Unidos, con una curiosa y poco conocida intervención colateral de Simón Bolívar, con quien se entrevisto  en Haití a mediados de octubre de 1816. 

Xavier Mina nació en Otano (junto a Pamplona), en julio de 1789, una fecha simbólica. Estudió en Pamplona y Zaragoza, organizó y dirigió el Corso Terrestre de Navarra en 1809, estuvo encerrado en el castillo de Vincennes como preso de Estado de Napoleón de 1810 a 1814 -allí fue discípulo predilecto de Lahorie, amigo y ayudante del revolucionario antibonapartista Moreau-, y durante un año de estancia en Londres convivió, estudió y trabajó por la libertad y contra el absolutismo con Blanco White, Flórez Estrada, los hermanos Istúriz, Puigblanch, el conde de Toreno y los españoles "americanos" refugiados en Londres Méndez, Bello, Sarratea, Palacios Fajardo, Fray Servando y Fagoaga, entre otros. 

Preparación de la expedición 
En Londres, gracias a Blanco White, Mina conoció a Lord Holland y a su ayudante John Allen, el especialista en temas americanos, y sobre todo hizo amistad con Lord Russell, el preferido de los Holland, asiduo visitante del Cádiz de las Cortes. Fueron ellos, con un grupo de comerciantes de la City, quienes lograron los recursos -un hermoso barco, los armamentos y demás pertrechos necesarios- para convertir en realidad los sueños que habían elaborado desde unos meses antes el grupo de nobles mexicanos que vivían en Londres, los hermanos Fagoaga y sus amigos Lucas Alamán y Fray Servando Teresa de Mier. La llegada de Mina a Londres en abril de 1815 pareció providencial a todos los componentes de la Logia Lautaro y del Cuartel general de los patriotas insurgentes, que pretendían infructuosamente el apoyo del Gobierno británico. 

Con Mina a la cabeza y el respaldo del general estadounidense Winfield Scott, que visitaba por esos días Europa y se entrevistó con él en la Holland House, la expedición se hizo a la mar el 15 de mayo de 1816, llevando a unos treinta pasajeros a bordo del Caledonia, fuertemente pertrechado y armado. Las gestiones del embajador español, conde de Fernán Núñez, frente a Lord Castlereagh no surtieron ningún efecto, pero gracias a su correspondencia se conocen los nombres del grupo británico de apoyo a Mina. 

Al llegar a Estados Unidos, sin embargo, Mina se encontró con varios hechos muy negativos: se confirmó en México el fusilamiento del general Morelos, presidente del Gobierno insurgente, y la dispersión del Congreso Nacional, perseguido por las tropas realistas. Desertaron algunas de los oficiales que le habían acompañado en la travesía del Atlántico y relataron todo cuanto sabían al embajador español, Luis de 0nís. El propio 0nís tenía montada una perfecta red de espionaje en las ciudades más importantes, sobre todo en Nueva Orleans, basada en el cura Antonio Sedella, que había convertido al realismo al viejo republicano Mariano Picornell y al ex diputado liberal en Cádiz José Alvarez de Toledo, quien se autotitulaba general del ejército mexicano en Estados Unidos. 

No obstante, gracias al apoyo del general Winfield Scott, amigo de Monroe, y de hispanoamericanos residentes en Filadelfia y Baltimore, como Manuel Torres o Pedro Gual, Mina logró reclutar a casi 200 oficiales y técnicos militares, con los que formó una llamada División Auxiliar de la República Mexicana organizada en cuerpos y brigadas especializadas capaces de integrar, una vez en suelo mexicano, a una fuerza superior a los 10.000 soldados. Durante varios meses, Mina se dedicó a buscar apoyo económico, comprar barcos, reclutar oficiales y establecer una estrategia militar perfectamente estructurada.

A Bolívar le tentó la idea de acompañar a Mina, seguro de que la victoria sobre Fernando VII en México supondría la liberación del resto de América

Se prepara la intervención
En Galveston, a donde Mina llegó en noviembre de 1816, y después de algunos tropiezos con Aury, el militar dedicó varios meses a la preparación final de su División Auxiliar. El esquema general de la organización era el siguiente: en primer lugar, y a las órdenes directas del propio General Mina, como le llamaban todos, un cuerpo de oficiales titulado Guardia de Honor del Congreso Mexicano. Estaba al mando el coronel Young, estadounidense, amigo del general Winfield Scott, reputado héroe en las guerras anglo-norteamericanas. Seguían, después, estas brigadas: Artillería, al mando del coronel Myers; Caballería, coronel conde de Ruuth; Primer Regimiento de Línea, mayor Sardá (catalán); y además cuerpos especializados como Ingenieros, Comisaría y Medicina así como los departamentos de herreros, carpinteros, impresores y sastres.

Según el testimonio de unos pescadores mexicanos apresados en Galveston y que narraron posteriormente lo que vieron en el campamento de Mina, "(...) el mencionado campo, formado contiendas de campaña, forma una calle, en cuya cabeza estaban tres, a donde vivían Mina, a quien llamaban General, un padre Mier, a quien nombraban monseñor Obispo, y un General anglo-americano [debía ser Young] y varios oficiales navarros, con los que tuvo alguna comunicación, particularmente con un don Lázaro [Lázaro Goñi] y don Pablo [Pablo Erdozain]. (...) Que a bordo de la referida fragata (...) vio obuses y cañones de campaña, desmontados con su correspondiente carruaje empaquetado, morteros, bombas, granadas, muchos barriles de pólvora fina, mostacilla, cajones de fusiles, de pistolas, de sables... todo en muy grande número y de excelente superior calidad, construcción inglesa y perteneciente todo al dicho Mina...". 

Al describir  a éste en ese mismo testimonio se añade que”no supo la graduación de Mina, ni la pudo conocer por el vestuario, por andar siempre vestido con una levita azul, sin insignia  alguna y que solo le oía llamar de todos el general...” 

En un informe presentado al virrey en 1819 por uno de los oficiales de Mina que se había pasado a los realistas se describe así  a los componentes de la expedición: “Mina tenía 28 años de edad, cinco pies ocho pulgadas de alto, era poseedor de una figura hermosa con un buen continente. Su fisonomía indicaba un espíritu acerbo y enérgico. Era interesante su porte y empeñaba a primera vista, cualquiera se disponía irresistiblemente a su favor. Era templado y razonable en todas las cosas, excepto en punto a mujeres a cuyos halagos era muy afecto...". "El Brigader Young era oficial experimentado y de muchísimo fondo... En la última guerra con Inglaterra se distinguió en muchas acciones...". "Noboa, era español de nacimiento, oficial joven de conocimiento en la táctica, gran disciplinario pero sumamente cobarde...”. " El Coronel Mathiss, nacido en España, oficial comandante de los cazadores, era uno de los más valientes y experimentados..". "El conde Mauro era nativo de Italia y oficial de gran valor...". " Sardá era español y muy excelente oficial..."." El doctor Hennessy era nuestro cirujano mayor...". "Juan Bradburn, nativo de los Estados Unidos, es un D. Quixote en todo...".

Mina, hecho prisionero a traición, fue fusilado el 11 de noviembre de 1817. Lord Byron exclamó lleno de admiración: "Dadme tres de los 300 de Mina y haré unas nuevas Termópilas"

Desembarco sin resistencia
Finalmente la flota de Aury, unida a los buques de Mina, se hizo a la mar el 17 de abril de 1817 con destino a México para desembarcar en Soto la Marina, en los meandros del río Santander, un lugar alejado del puerto donde les estaban esperando las tropas del virrey. No encontró ninguna resistencia y decidió establecer un fuerte al mando del coronel Sardá. Después de algunas escaramuzas, de un intercambio de cartas con algunos jefes realistas que le perseguían y de no tener noticias de los insurgentes, Mina decidió internarse hasta Guanajuato, donde esperaba conectar con los dirigentes del movimiento. 

Sin embargo, se encontró con una gran decepción: Morelos, muerto; el Congreso, disperso, el general Guadalupe Victoria (luego primer presidente de México), que le había prometido esperarle, escondido en las montañas; los líderes supervivientes, encerrados en fortalezas dispersas. Sólo quedaba en el centro del país un pequeño núcleo guerrillero al mando del padre Torres y una llamada Junta de Xauxilla, en un lugar de difícil acceso. Entusiasmados todos con su llegada, pronto empezaron las envidias, los recelos y los enfrentamientos. Por otra parte, no existían efectivos para encuadrar en la División Auxiliar. Los insurgentes eran más bien cuadrillas de campesinos a pie o a caballo, sin el menor espíritu de disciplina o de organización, indispuestos al sometimiento militar. Empezaba para Mina un calvario que duró ocho largos meses. 

A pesar de todo, el guerrillero realizó una marcha ejemplar, con un cuerpo de ejército de 300 oficiales y soldados, desde las playas del Atlántico a las alturas de Guanajuato, venciendo en acciones brillantes  (Valle del Maíz, Peotillos, Los Pinos) a varios ejércitos que habían salido en su persecución. Llegó al fuerte de El Sombrero, en el que se encontró con algunos insurgentes importantes y donde recibió al padre Torres y a representantes del Gobierno de XauxiIIa. Ganó algunas acciones más -San Juan de los Lagos, El Jaral-, pero cometió el error de encerrarse en El Sombrero, donde lo sitió el ejército realista al mando del mariscal Liñán, recién llegado de España. Ese fue el comienzo del fin. Allí murieron algunos de sus mejores soldados y decidió salir al campo, para operar en terreno abierto, en apoyo de Torres, que por su parte le negaba toda clase de ayuda. La divisa de Mina, que aparece en todos sus partes, rezaba Salud y Libertad. 

Sus acciones se dieron a conocer en la prensa norteamericana e inglesa y Lord Byron, en tierras de Grecia, llegó a decir: "Dadme tres de los 300 de Mina y haré unas nuevas Termópilas".

Quiso conquistar la ciudad de Guanajuato, para tener un espacio en el que instalar el Gobierno y abrir negociaciones con Estados Unidos, pero fracasó y fue hecho prisionero a traición. Fue fusilado el 11 de noviembre de 1817. Justo Sierra dijo de él que fue como un relámpago que brilló en lo más oscuro de la noche mexicana. Sus oficiales murieron en acciones de guerra, cayeron presos o sobrevivieron en los ejércitos de Iturbide, unos años más tarde. México proclamó su independencia en 1821. 

Los restos de Mina se conservan en la cripta de la Columna de la lndependencia, en pleno Paseo de la Reforma de Ciudad de México, junto a los del cura Hidalgo y los otros tres héroes nacionales del país: Morelos, Allende y Bravo; y en ese monumento le recuerda una hermosa estatua de mármol de tres metros y medio de altura.
 

INDICE
Preparación de la expedición
Encuentro con Bolívar en Haití
Se prepara la intervención
Desembarco sin resistencia
Biografia
Xavier Mina 
Simon Bolivar, El Libertador
Obra sobre la Revolucion Mexicana
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Obra del maestro Diego Rivera donde se muestra en el cuadro blanco el rostro de Xavier MIna
Encuentro con Bolívar en Haití
Uno de los aspectos más llamativos de esta extraordinaria aventura es el encuentro de Mina con Bolívar en Puerto Príncipe, en la mansión del comerciante británico Robert Sutherland, gran amigo del general Pétion, presidente de Haití en esa época. 

Bolívar había encontrado refugio junto a Pétion después de sus fracasos de la primavera de 1816 y cuando supo que Mina había llegado a Estados Unidos se puso en contacto con él. A Baltimore había viajado Mariano Montilla, lugarteniente de Bolívar, y desde su encuentro con Mina se puso a su servicio y ya no lo abandonaría en los meses siguientes. Concertada la entrevista, Xavier Mina viajó a Haití y convivió unos días con Bolívar. 

En la correspondencia del propio Bolívar aparecen sus dudas respecto del futuro inmediato, por aquellos días de octubre de 1816. Le tentó la idea de acompañar a Mina hasta México, convencidos como estaban todos de que si se lograba vencer al tirano rey Fernando en Nueva España, el resto de América caería sin la menor dificultad. Hablaron, discutieron, surgió alguna dificultad, quizá debido a la diferencia de edad entre los dos, y finalmente Mina partió sin Bolívar, pero acompañado de varios de sus ayudantes -entre ellos Montilla e Infante, que a partir de ese momento se convirtió en secretario de Mina rumbo a Texas, en cuya bahía de Galveston se encontraba una flotilla de barcos bajo bandera mexicana, dirigida por el comodoro Luis de Aury.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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