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SELECCIÓN DE OBJETIVOS DE TERROR
La Moral de la Historia

TENIENTE CORONEL ERIC ASH, USAF*

Podría decirse que lo físico parece un poquito más que la empuñadura de madera, mientras que los factores morales representan el metal precioso, el arma real es la hoja perfectamente afilada.

- Carl von Clausewitz

CLAUSEWITZ MENCIONÓ  correctamente que la guerra es nebulosa.  Uno de sus elementos más nebulosos es la moral, un elemento claramente menos glamoroso que las herramientas de precisión de alta tecnología y los sistemas de información, pero no menos importante.  No ha habido ninguna “ revolución sobre asuntos morales” para que los matices de la moral se vuelvan más negros o blancos.  Más bien, debido a que la moral nos mantiene volando por instrumentos cuando “ estamos en apuros”, ésta sirve como regulador para verificar el paso acelerado de la guerra moderna.  La inercia de la moral también conlleva el imperativo de que la voluntad para ganar la pelea es algo que el ganador debe mantener y que el vencido debe perder.

Los líderes de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos saben esto porque continúan enfrentando desafíos a escala mundial que tienen que ver con la buena o mala disposición de la gente para mantener la paz.  La moral jugó un papel importante durante las campañas de bombardeo en Asia del Sudoeste y más recientemente en Europa Oriental, donde nuevamente fue un factor elusivo pero crítico.  Además, aparte de la posición dominante del poderío aéreo y espacial de la Fuerza Aérea en el mundo, hay una disminución en la moral del personal debido al alto ritmo de operaciones y a los impredecibles despliegues.

De suma importancia para la transformación de la programación actual de la Fuerza Aérea – usando fuerzas expedicionarias a demanda –es el deseo de mejorar las condiciones declinantes de la moral y su impacto consiguiente en la retención del personal.

La interface de la moral con el acelerado ritmo de operaciones y el bombardeo aéreo no es nada nuevo para la Fuerza Aérea, y una revisión del pasado puede ayudar a iluminar situaciones actuales.  Una vez más, Clausewitz tiene las palabras apropiadas:  “La historia proporciona la prueba más sólida de la importancia de los factores morales y su efecto a menudo increíble.  Éste es el sustento más noble y sólido que la mente de un general puede extraer de un estudio del pasado”.

Para este artículo, el estudio del pasado abarca principalmente la Segunda Guerra Mundial, cuando los líderes de las Fuerzas del Aire del Ejército de los Estados Unidos también enfrentaron difíciles opciones cuando la moral alta de las tripulaciones correspondía con las percepciones de éxito contra el enemigo, y la baja moral reflejaba el ritmo de operaciones y las pérdidas excesivas.  El artículo explora la moral tanto desde un punto de vista teórico como histórico, vinculándola al liderazgo mediante el análisis de cómo varios líderes militares enfocaron la moral y la hicieron parte integral de las operaciones.  Presenta una topología de moral positiva y negativa, y analiza el papel de la moral en las guerras pasadas – en particular, el bombardeo de área durante la Segunda Guerra Mundial (“de terror”) – para sugerir que la moral fue, y aún lo es, fundamentalmente uno de los aspectos más difíciles con el que tienen que tratar los estrategas aéreos y los aviadores.  Finalmente, sostiene que aunque la moral es un tema nebuloso, se requiere gran precisión y comprensión al seleccionar el objetivo.

Este es un estudio teórico complicado acerca de algunos temas complejos, pero ha sido escrito para el aviador de la Fuerza Aérea, quien necesita considerar qué era lo que hacían y pensaban sus predecesores cuando se lanzaban al azul salvaje.  Los operadores deben ser pensadores.  Especialmente cuando uno se encuentra bajo la presión creciente del combate y el ritmo de las operaciones, es importante estar moralmente comprometido  con la misión, sabiendo que se está haciendo lo correcto.

La moral es un desafío muy antiguo. Durante la Ofensiva Combinada de Bombardeo (OCB) de la Segunda Guerra Mundial, el bombardeo moral fue costoso y su efectividad no se pudo demostrar.  De manera similar, el bombardeo moral parece seguir siendo un desafío importante en la actualidad de la “ selección de objetivos para obtener un efecto”, especialmente para una victoria rápida durante la denominada fase de alto el fuego de la guerra.  Otro desafío es la moral de la unidad, preocupación constante del comandante.  En un sentido, la moral es como una carta de triunfo en la guerra, y las personas que toman decisiones en la Fuerza Aérea de hoy deben valorarla como uno de los asuntos operacionales y organizacionales y principales con los que enfrentará la Fuerza Aérea Expedicionaria.

A fines del siglo 19, los líderes militares consideraban que la fuerza moral  era lo principal para la victoria.  De allí que los líderes militares debían saber cómo mejorar la moral de la unidad, y los cursos universitarios para el Estado Mayor asignaban a la moral varias veces más peso que a los factores materiales.  Una palabra, moral significa moralidad y moral.  Ligada a la impetuosidad, la fuerza moral y ofensiva, la mayoría de líderes militares consideraban que la moral era esencial para la victoria.

La moral tiene diferentes significados, pero generalmente se refiere a la actitud mental individual o colectiva.  El teórico e historiador militar S.L.A. Marshall dice que la moral es “ cuando tus manos y pies siguen trabajando si tu cabeza dice sí que se puede hacer”.  Otro autor dice que es “ querer hacer lo que se tiene que hacer”.  Estas descripciones no esotéricas son útiles  para entender la moral, particularmente en el calor de la batalla.  Si la moral es el deseo de seguir luchando, entonces las estrategias deben atacar la moral para quebrar el deseo de resistir del enemigo.  De allí porqué la moral sea tan importante.  Puede constituir el núcleo de la selección del objetivo para obtener un efecto.

Sin embargo poner de objetivo a la moral es algo complejo.  Puede involucrar tanto ataque indirecto como directo contra una multitud de objetivos potenciales.  Uno de los objetivos indirectos más importantes es el liderazgo, porque está vinculado a la disciplina, clave de la resistencia moral de la unidad o la sociedad.

Según Marshall, la moral y la disciplina se encuentran en lados opuestos de una moneda:  “Cuando una está presente, la otra también lo estará.  Pero la inculcación de estas cosas en las fuerzas militares depende del entendimiento que tengan los líderes de la naturaleza de la relación.  El Líder tiene esa moneda a mano y debe entender y explotar la disciplina para aumentar la moral.  La disciplina y la moral provienen de ellas mismas, y son síntomas de si mismas; ambas participan en las operaciones bajo fuego para mantener a los soldados luchando.  Esto involucra no solamente a las unidades militares más pequeñas sino, como observa Clausewitz, también se extiende al liderazgo de la sociedad.

Ciertamente el asunto de la disciplina puede llegar muy lejos.  Una unidad militar a la que se le disciplina muy rudamente tendrá una moral baja o “ negativa”.  El nivel de inteligencia o educación puede afectarla, tanto que las personas “pensantes” pueden aceptar la disciplina cuando tiene sentido, pero no aceptarla si se trata de una disciplina tiránica.  Por ejemplo, muchos miembros relativamente bien educados de la tripulaciones de bombarderos demostraron fuerza de voluntad para volar misiones de bombardeo peligrosas, excepto cuando sentían que se abusaba innecesariamente de ellos.

La mezcla más efectiva es una disciplina razonable y una moral no razonable.  La disciplina razonable hace que los soldados se sientan bien acerca de si mismos como unidad.  La moral no razonable es la clase entusiasmo que ayuda a los soldados a atacar en el peligro o sostener el terreno contra todas las probabilidades.  Nuevamente, el liderazgo efectivo es la clave:  “La moral de la fuerza emana de la autodisciplina del comandante, y a su vez, la disciplina de la fuerza se restablece por el resurgimiento de su poder moral”.

Específicamente, un liderazgo que refuerza la moral se preocupa por las tropas, actúa con justicia, establece una imagen impecable, y permite que los individuos se vean a sí mismos como soldados de combate.  El historiador Mark Wells señala  en su estudio definitivo sobre a moral de las tripulaciones de combate en los bombarderos de la Segunda Guerra Mundial, que el liderazgo fue importantísimo para el éxito de las unidades de combate y la principal diferencia entre la moral alta y baja del escuadrón.

Parecería que los mismos conceptos se pueden aplicar también a las sociedades civiles, las cuales también tienen niveles de disciplina social y cultural, a menudo encarnadas en las costumbres y tradiciones, códigos étnicos acuerdos o leyes.  Asimismo, los líderes de estas sociedades juegan un papel fundamental en establecer y mantener las percepciones nacionales y la voluntad social para mantener la disciplina ( es decir, en tiempo de guerra, la voluntad de luchar).

El coronel Dale Smith vincula el liderazgo, la moral y el éxito organizacional, e identifica nueve componentes de liderazgo y éxito moral.  Lo más importante, para reforzar la moral, el líder debe mantener la unidad total de propósito y la percepción de progreso hacia tal propósito.  Así, un objetivo moral básico es el liderazgo, no tanto desde el punto de vista del círculo interno del coronel John Warden y el vínculo del liderazgo al comando y control (C2), sino desde lo que se podría llamar “ control moral” – la forma en que el liderazgo afecta la disciplina y las percepciones de la gente sobre un propósito único.  Algo interesante, ninguno de los componentes de Smith se relaciona con los estándares básicos de vida, a menudo asociados con la moral y seleccionados como una manera de quebrar la voluntad del enemigo.

Aunque la moral es influenciada por los alimentos, la seguridad y la salud, transciende estas preocupaciones básicas cuando se trata de misión y objetivos.  Durante la Segunda Guerra Mundial, la moral fue generalmente más alta en los teatros de combate que en las áreas donde no se combatía, a pesar del mayor peligro.  Más aún, en el momento mucho más seguro del retiro de la posguerra, la moral disminuyó a su nivel más bajo.  Finalmente, tal como el artículo expone posteriormente con más detalle, las significativamente reducidas condiciones de vida en Alemania y Japón no causaron que la población dejara de trabajar.  Nuevamente, las percepciones de la unidad acerca de la contribución exitosa a la misión y objetivo sustituyen a otros factores morales, poniendo que fundamentan el bombardeo de área de la OCB.  Parece que la estrategia apuntó a las condiciones de vida o trabajo más que a las percepciones de objetivos y unidad de propósito, porque las bombas no se arrojaron sobre áreas urbanas de Alemania con la suposición o esperanza de que alguna impactara al liderazgo nazi.  Más bien se dirigieron hacia la sociedad en general.

Desde los tiempos de Napoleón, algunas veces las sociedades han sido parte de la lucha y otras parte del objetivo.  El general de brigada Giulio Douhet propuso que la estrategia de los bombardeos aéreos no debía diferenciar entre combatientes y no combatientes .  Obviamente, ésta era la situación en la Segunda Guerra Mundial, donde la moral civil era tan importante como la militar.  Muy probablemente la disciplina militar y cultural de los alemanes y japoneses entre 1940 y 1945 jugaron un papel importante en el mantenimiento de su voluntad  para combatir.  De allí que la disciplina cultural y el liderazgo nacional se convirtieran en factores fundamentales en la guerra.  Curiosamente, sin embargo, los regímenes totalitarios estrictos y los estados democráticos mostraron niveles similares en la fortaleza moral de los civiles, muy posiblemente debido a que ambos tipos mantuvieron, la unidad de propósito.

Entonces, la unidad de propósito probablemente se relaciona con el Centro de Gravedad de la moral de un público flexible.  El centro de gravedad de la moral es la confianza individual y colectiva en la unidad de propósito que inspira el liderazgo.  Después que la gente pierda la confianza en el liderazgo, en sus propias habilidades y en su contribución al esfuerzo de la guerra, tal vez dejen de resistir.  Sin embargo, la selección de la confianza como objetivo es un asunto complejo, pero parte importante es el liderazgo.

Nuevamente, se puede atacar al objetivo directa o indirectamente.  Obviamente, la influencia del liderazgo puede eliminarse cortando los vínculos del comando o la estructura social de manera que la sociedad ya no asocie la confianza con sus lideres.  Otra opción indirecta involucra bombardear la sociedad en general para matar a la población o al menos ocasionar pérdida de sueño y reducir el rendimiento de los trabajadores.  Eso suena como selección directa del objetivo, pero no lo es.  Elimina la confianza de las víctimas, pero el objetivo real es la confianza y la moral de la población sobreviviente.

El plan alemán Fall Gelb – la invasión de Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos--se basó parcialmente en la suposición de que la fuerza moral francesa era débil y que se derrumbaría bajo el efecto de un golpe decisivo contra el ejército.  Según su autor, “Francia se había acostumbrado a la derrota y el hábito había adquirido su propia aura de fatalismo apático” .  La Francia de Vichy fue un resultado directo de la derrota militar y el desplome moral.  Por otro lado, el movimiento de resistencia francés demostró una gran disciplina social y resistencia moral.  De manera similar, los civiles y soldados soviéticos mostraron una fuerza de voluntad increíble al enfrentar simultáneamente a la oposición alemana y a las purificaciones internas. “El ejército soviético mostró una braveza, tenacidad y falta de escrúpulos acerca de las pérdidas, lo que sugería que las cualidades tradicionales de los soldados rusos no habían sido minadas por la tiranía de Stalin”.  Tal vez contra tal fortaleza de voluntad moral, la Opereación Barbarossa de Adolfo Hitler estaba derrotada desde el inicio.  Aunque en algunos aspectos Hitler pudo haber sido un maestro en utilizar la moral a conveniencia de sus propósitos, claramente no atacó correctamente la moral soviética—particularmente al tratar a la población rusa y eslava como Untermenschen o inferiores.  Por qué la fuerza moral se desploma en algunos casos y no en otros es parte de la probabilidad de la guerra, pero el desafío al estratega militar es como mínimo tratar de influenciar las probabilidades.

Elegir directamente la moral como objetivo involucra atacar las metas del grupo, las historias y tradiciones culturales, los símbolos y la ideología.  Las operaciones Sicológicas (PSYOP) consisten oficialmente en seleccionar como objetivo, su voluntad para resistir, pero la distinción de la PSYOP es cómo se comunica el mensaje.  Generalmente dirigida directamente a la moral, la PSYOP utiliza la televisión, las transmisiones de radio y otras metodologías, en lugar de la destrucción  física, para convencer al enemigo a que haga algo.  Asimismo, la guerra de información y los elementos de guerra no convencional/revolucionaria que se ven en los escritos de Mao Tse-tung son próximos a una metodología de ataque directo.

El bombardeo moral en la Segunda Guerra Mundial, por otro lado, incluyó ataques indirectos contra la voluntad de resistir.  Siguió la propuesta de Alexander de Seversky de atacar las comunicaciones, la administración y las necesidades básicas para la vida: alimentos, refugio, seguridad y ropas.  El ataque a la moral de esta menra, indirecta, es una estrategia de agotamiento.  El estratega alemán Hans Delbruck  categorizó la estrategia en dos campos:  Ermattungstrategie ( agotamiento) y Niederwerfungstrategie ( aniquilación).  Hasta ahora, y ciertamente como lo demostró la OCB, la selección indirecta de la moral como objetivo se ha correlacionado más estrechamente a una estrategia de agotamiento. 

Muchas veces durante la Segunda Guerra Mundial, el ataque indirecto—no sólo desde el aire—no pudo lograr el desplome moral.  Por ejemplo, los alemanes no pudieron destruir la voluntad de los ciudadanos soviéticos durante el sitio de Leningrado.  En una trágica ironía, los civiles alemanes en Dresden murieron  en el infierno de tormentas de fuego mientras que los habitantes de leningrado se congelaron hasta morir.  El hecho de que estos y otros ejemplos de ataque indirecto a la  moral durante la Segunda Guerra Mundial consiguieran sólo éxito moderado podría sugerir que los estrategas confundieron la  moral o se empeñaron en el bombardeo de terror simplemente porque no tuvieron otra opción.  Estaban enfrentados con la necesidad extrema de ganar la guerra y estaban decididos a hacerlo, sin importar el costo.  Hasta ahora, este análisis ha sugerido que el ataque efectivo a la moral implica impactar los vínculos del liderazgo y la estructura social  o de comando que dan fuerza a la moral.  Como la moral está vinculada al liderazgo, la disciplina y la unidad percibida del objetivo o propósito, los ataques indirectos o directos deben tratar de eliminar esas entidades.  Sin embargo, el dilema de atacar la moral es aún más complicado que eso, porque la moral es una calle bidireccional de causa y efecto.  Para un mayor análisis, se puede dividir la moral en partes.

La moral existe en los planos positivo y negativo.  Esta descripción es más útil que otras, tales como moral “ buena” o “mala”, ya que las palabras positiva y negativa proporcionan una sensación de carga eléctrica emocional asociada con cada una.  Por un lado, la moral positiva es la camaradería cargada, excitada que los soldados ganan por las necesidades satisfechas, su sentido positivo de misión y unidad, o un amplio espectro de otras causas.  El respeto hacia un líder puede manifestarse en la moral positiva; también, como se mencionó, la disciplina efectiva juega un papel principal en la moral positiva.  De forma más común, la moral positiva involucra la confianza mutua y el esfuerzo por algo más importante que el individuo.  Los soldados de infantería a  menudo experimentan una moral positiva cuando ven que los aviadores amigos vuelan sobre ellos.  Saben que son parte de un esfuerzo de equipo y que no han sido abandonados.  El meollo del asunto desde la perspectiva de las tripulaciones aéreas es que la moral positiva ayuda a completar las misiones.

La moral negativa, por otro lado, es la motivación deficiente, el cinismo y el desdén hacia el liderazgo y la unidad, que son negativos para la misión.  No es una falta de impulso para triunfar, porque eso es la ausencia de moral positiva.  Más bien, la moral negativa es el deseo de no triunfar—de rendirse, fugarse o amotinarse.  Por ejemplo, en al Primera Guerra Mundial, los soldados de infantería alemanes sospecharon que sus compañeros de la Luftwaffe eran cobardes cuando no los veían volar sobre ellos sino más bien veían a los aviadores británicos.  Los diarios de los soldados de infantería mencionan que mientras ellos estaban en las trincheras con poco alimento, los miembros de la Luftwaffe estaban en la seguridad de Alemania comiendo torta y bebiendo café.  Durante la siguiente guerra mundial, la moral negativa creció entre las tripulaciones de bombarderos de la OCB cuando sus posibilidades de sobrevivir disminuyeron.  Un número creciente de aviadores se reportó al médico de vuelo con enfermedades cuestionables, y creció la animosidad hacia los superiores.  El Comando de Bombarderos sabía bien que tal moral negativa podría propagarse hasta poner en peligro la misión y trató duramente los casos de moral negativa potencial.  El lado estadounidense de la OCB expresó la misma preocupación.  Por ejemplo, en 1944 circuló en Suecia un informe dudoso de un oficial retirado del ejército, que denunciaba que hasta la fecha casi doscientas tripulaciones habían aterrizado en países neutrales debido a la “ falta de fibra moral”.  No deseando publicar el asunto y en defensa de sus heroicos aviadores, el teniente general Carl A. Spaatz se escandalizó con el informe y las preguntas subsiguientes.

También se debería diferenciar entre moral negativa y resquebrajamiento emocional inducido por la tensión del combate.  La moral negativa incluye una decisión voluntaria de discontinuar la pelea o poner en peligro la misión a causa.  Sin embargo, las “ víctimas emocionales” involucran gente que simplemente no tiene la capacidad de decidir.  Tales víctimas reflejan una enfermedad de la mente mientras que la moral negativa refleja una actitud mental.  La causa principal de la moral negativa es la falta de confianza en el liderazgo y una discrepancia percibida de propósito; las causas principales de a tensión del combate son la fatiga y el miedo.

Se podría afirmar que la moral negativa no existe, o que es simplemente la ausencia de  moral positiva, argumentando que la moral en si misma es inherentemente positiva.  Tal vez esto sea cierto desde el punto de vista de una definición de diccionario, pero en términos del efecto militar, hay razones para considerar el aspecto negativo.  La comparación de la moral con el aire es una analogía útil.  Necesitamos aire para volar y respirar, exactamente como los soldados necesitan la moral para combatir efectivamente.  Usando esta analogía, se podría decir incorrectamente que la ausencia de aire—vacío--- constituye moral negativa.  Obviamente, los que respiran aire no pelearían bien en el vacío, y una aeronave no obtendría levante en el vacío.  Sin embargo, esto es más  precisamente la ausencia de aire---relacionada a  la ausencia de moral.  Por otro lado, ¿qué pasa si no hay vacío---sólo aire viciado?.   Ahora los soldados podrían respirar pero morir a causa de gases venenosos, o los aviadores pueden volar pero ser derribados del cielo por la excesiva turbulencia.  El erudito en lingüística puede  argumentar que la moral negativa simplemente tiene otro nombre:  depresión, dislocación, o incluso “nostalgia”.  Sea lo que sea, lo importante es que el oficial que selecciona la moral como objetivo reconoce la diferencia conceptual entre los aspectos positivos y negativos de la moral.

En la Segunda Guerra Mundial, la estrategia detrás del bombardeo moral involucró tanto la moral positiva como la negativa.  El bombardeo de Alemania pudo aumentar la moral positiva de los Aliados satisfaciendo deseos de retribución, y pudo causar moral negativa en los alemanes, quienes eventualmente se rebelarían contra su sistema y causarían la implosión de la maquinaria de guerra alemana.

Este equilibrio entre moral positiva y negativa, sin embargo, puede rebotar y tener el efecto contrario.  Por ejemplo, cuando los aviadores mueren en las campañas de bombardeo, aumenta la moral negativa de la unidad.  Además, tal como lo demostraron los londinenses durante la guerra relámpago y también muchos alemanes, el bombardeo de las ciudades podría no doblegar la voluntad civil y, en ocasiones, incluso aumentarla.  El almirante Alfred Thayer Mahan estaba enterado de tal fortaleza nacional cuando clasificó los tipos de población y gobiernos como factores en el poderío mundial.  La Guerra de  Vietnam es otro ejemplo interesante del poderío aéreo en relación con la voluntad del enemigo—en este caso, la voluntad del enemigo para resistir las negociaciones.  Desde Rolling Thunder hasta Linebacker II, la moral declinó y cambió entre positiva y negativa en ambos lados del conflicto, y muchos historiadores sostuvieron que la declinación de la moral de parte de los estadounidenses---o al menos la moral más fuerte de parte de los vietnameses del norte--- contribuyó al éxito de Vietnam del Norte.

Ahora pasaremos a un examen de la historia y la forma en que varios líderes enfocaron los dilemas morales durante la OCB en la Segunda Guerra Mundial.  Lord Hugh Trenchard, comandante en jefe del Royal Flying Corp en 1015 y futuro mariscal de la Real Fuerza Aérea (RAF), dio prioridad máxima a la moral, declarando que en la guerra la “moral” era 20 veces más importante que lo físico.  Su cálculo no tenía base científica--- era simplemente una percepción del daño y el énfasis numérico consecuente sobre la moral, que él vinculaba a la doctrina ofensiva que dominaba el pensamiento estratégico de esa época.

Los críticos han atacado a Trenchard por su enfoque dogmático hacia las tácticas de ofensiva orientadas a la moral y por promocionar el concepto de bombardeo de área contra poblaciones urbanas para quebrar la voluntad del enemigo para resistir.  Varios escritores afirman que él persiguió prácticas de bombardeo inmorales e inefectivas.

Los juicios morales varían, dependiendo de las circunstancias.  Por un lado, puede haber sido moralmente cuestinable durante la Segunda Guerra Mundial dar muerte o herir a 2,2 millones de japoneses con el bombardeo aéreo y forzar otros 8.5 millones hacia las montañas destruyendo sus hogares.  Sin embargo, para alguien cuya familia ha sido brutalmente asesinada por los soldados japoneses, la moralidad no sería un asunto tan importante.  Por otro lado, cuando tal uso del poderío aéreo es parte de una estrategia de coerción o repudio de tiempo de guerra que no puede quebrar la voluntad de los civiles o soldados, la idea de atacar la moral es cuestionable por una razón diferente—simple efectividad.

John Keegan, en Face of Bttle ( La Cara de la Batalla), afirma que la victoria es el derrumbe moral del enemigo.  Aparentemente, los estrategas del aire británico y estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial estaban de acuerdo con tal concepto.  El bombardeo para quebrar la moral del enemigo era parte de la OCB, tal como se estableció en la directiva “ A Quemarropa” de Casablanca: “La destrucción progresiva y el trastorno del sistema militar, industrial y económico alemán, y el socavamiento de la moral del pueblo alemán hasta el punto en que su capacidad para la resistencia armada quede debilitada mortalmente.  Es decir un debilitamiento tal que permita iniciar las oepraciones combinadas finales en el continente” (énfasis añadido)”.

Las víctimas [emocionales] reflejan una enfermedad de la mente mientras que la moral negativa refleja una actitud mental,

Este enfoque de la oral básicamente coincidía con la directiva del Comando de  Bombarderos de la RAF emitida el 9 de julio de 1941, que establecía que el objetivo del bombardeo era la “perturbación del sistema de transporte alemán y la destrucción de la moral de la población civil en general y de los trabajadores industriales en particular”.  Desde el lado material, la directiva de la OCB estableció objetivos intermedios, primarios y secundarios:  la fortaleza de los aviones de caza de la Luftwaffe, los astilleros y bases de submarinos alemanes, la industria aeronáutica, y las industrias de cojinetes de bola, petróleo, caucho  sintético y llantas, y vehículos militares de transporte motorizados.  Así con múltiples blancos y objetivos, la OCB fue una campaña grande y compleja en relación al resto de la guerra.  En su punto máximo comprendía 28.000 aviones de combate Aliados y 1.335.000 hombres.  De ellos, muchos se perdieron en la acción, costando casi un tercio del total combinado del esfuerzo de guerra británico y estadounidense.  La cuestión de si se trató de sangre y máquinas bien invertidas ciertamente tuvo un impacto global en la moral Aliada en general---y preguntas similares aún se aplican a la moral en los conflictos actuales.  Sin embargo, la diferencia entre entonces y ahora está en la cantidad que origina la pregunta.  La aversión moderna hacia las pérdidas tiende a iluminar débilmente la moral siempre que se encuentra un costo, sea humano o de máquinas, sobre el que el liderazgo es incapaz de infundir la percepción positiva de que existe una razón que justifique tal costo.

Mirando en retrospectiva, la OCB tuvo éxito moderado.  Indirectamente condujo a la victoria dañando la economía e industria alemanas, logró la superioridad aérea sobre la Luftwaffe en Europa; y creó un “Efecto indirecto” desviando los esfuerzos de la Wehrmacht hacia la defensa; limitando así su disponibilidad para otros propósitos.  Logró sus objetivos de asistir indirectamente en la Batalla del Atlántico y crear las condiciones favorables para el Jefe Supremo.

Sin embargo, desde el punto de vista de la moral, el éxito de la OCB para quebrar la voluntad de resistencia del enemigo fue cuestionable.  Algunos autores han sugerido que los ataques aéreos Aliados del Eje sobre la población mostró, irónicamente, que la resolución de los civiles habría sido incluso más fuerte que la de los soldados.  El bombardeo moral indiscutiblemente causó importante sufrimiento, inseguridad y falta de confianza en la propaganda nazi, pero aún así no tuvo un efecto apreciable sobre el comportamiento.  La Encuesta sobre el Bombardeo Estratégico Estadounidense concluyó que “los trabajadores deprimidos y desanimados no eran necesariamente trabajadores improductivos”.  Aparentemente, los estrategas británicos se equivocaron al suponer que la población alemana sería menos adaptable que la británica.

Igualmente, el bombardeo aéreo contra civiles y soldados japoneses similarmente adaptables demostró ser un método muy difícil de quebrar la voluntad del enemigo.  Nuevamente, el sufrimiento y e trastorno no necesariamente se tradujeron en un cambio de comportamiento, tal como se indica en un diario capturado de un soldado japonés que deseaba alguna cobertura aérea japonesa contra el bombardeo aéreo constante y “especialmente fiero”: “Dios mío, por favor envíanos algunos aviones - aunque sea sólo uno. . . .
No importa lo que pase, debo vivir para hacer lo máximo y renovar una vez más mi espíritu y mi promesa.  No le tengo miedo a sus aviones, morteros ni cañoneos  - éste es el espíritu de Japón – continuaré peleando”.
Contra tan indomable espíritu, el bombardeo aéreo logró sólo éxito parcial.

Por tanto, el bombardeo moral durante la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un asunto contencioso en la historia de poderío aéreo.  Sin afectar decisivamente la voluntad o la moral del enemigo, el bombardeo de terror produjo, según las palabras de un autor, “un torrente de destrucción sin precedentes.  También costó la vida de miles de aviadores, tal que 55 años después los estudiante de historia aun se preguntan si los resultados justificaron el precio.

El bombardeo de terror fue un compromiso.  Involucró las presiones nacionales y políticas de los británicos y estadounidenses por la revancha en términos de la acción ofensiva, la incapacidad de los británicos y estadounidenses para bombardear con precisión, la vulnerabilidad de los miembros de las tripulaciones de los bombarderos y las teorías del poderío aéreo acerca de la moral.  Los líderes pensaban que atacando la moral enemiga se reforzaría la decreciente moral Aliada.  Sir Stafford Cripps, Sello real del gobierno y líder la Cámara de los Comunes, tenía serias dudas hacia mediados de 1942 respecto a la moral británica resultante de una falta de liderazgo percibida en esfuerzo de la guerra.  Además, los estadounidenses deseaban una invasión, y los rusos exigían un segundo frente.  De allí que, el bombardeo moral sirvió como apaciguamiento.  También fue un compromiso de conveniencia implícito entre diferentes opciones de selección de objetivos industriales.  Por ejemplo, cuando surgió el conflicto dentro de los campos estadounidense y británico sobre las opciones de selección de objetivos tales como electricidad, petróleo acero y transporte, las directivas resultantes incluyeron la reducción de  la moral del enemigo como un producto beneficioso del bombardeo, independientemente de la opción de objetivo seleccionado.

El bombardeo moral fue también un producto de la teoría idealista de Douhet, así como de predicciones demasiado optimistas acerca de la precisión y el efecto.  Por ejemplo, en Gran Bretaña, la directiva del 9 de julio de 1941 fue la primera en designar específicamente la moral como objetivo, vinculándola a los objetivos de transporte (mayormente ferrocarriles en el Valle de Ruhr) y basando la decisión en una precisión media supuesta de bombardeo de seiscientas yardas en noches de luna – algo que el Comando de Bombarderos quedó muy lejos de lograr.  Además de tales cálculos matemáticos, los proponentes influyentes del bombardeo añadieron sus opiniones.  Trenchard escribió lo siguiente a Winston Churchill en agosto de 1942: “Hacer que el país se embarque este año o el próximo en la guerra terrestre  en el continente Europeo es hacerle el juego a Alemania. . . . Nuestro poderío y ventaja sobre Alemania está sobre el aire – las Fuerzas Aéreas de Gran Bretaña y de Estados Unidos”.

Aunque la teoría del poderío aéreo estratégico británico y norteamericano había empezado de manera parecida seleccionando como objetivos nodos industriales críticos de Alemania, el Comando de Bombarderos se adaptó a la falta de precisión del bombardeo y la baja tasa de supervivencia de la aeronaves, cambiando a objetivos de áreas industriales y urbanas.  Esta decisión fue un idealismo suplantador de convivencia política, económica, tecnológica y militar.
Algunos historiadores implican que los estadounidenses mantuvieron un nivel moral más alto que los británicos en su uso del poderío aéreo.  Alguno lo hicieron.  El ministro de guerra estadounidense Newton Baker había establecido un nivel de la Primera Guerra Mundial con una posición firme contra el bombardeo de terror, en contraste con Lord William Weir, ministro de aeronáutica británico, a quien no le importaba si el bombardeo aéreo quemaba las villas alemanas hasta el suelo.  Quizás el proponente británico más famoso el bombardeo de aérea, dos décadas después, fue el Mariscal de Aire Sir Arthur “Bomber” o “Butch” Harris. Percibiendo la pérdida de precisión total del Comando de Bombarderos debido a las cambiantes directivas de selección de objetivos, Harris criticó vehementemente el bombardeo de precisión de complejos industriales como un bombardeo de “panacea”.  Sin embargo, se debe tener en cuenta que la  perspectiva de muchos estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial no había sido templada con la experiencia de la primera mano de dos asuntosmorales:  Primero, como el Primer Ministro Stanley Baaldwin había proclamado, el bombardero no siempre pudo regresar  ( i aquellos que lo hicieron, sufrieron cuantiosos daños y pérdidas de vidas).  Segundo, los alemanes lo habían hecho primero con el bombardeo de terror de la Lufttreikrafte sobre Londres.  El enfoque de Harris confluía hacia un deseo y una determinación individual de eliminar a los trabajadores alemanes y trastornar la sociedad alemana.  Él quedó comprometido con esta causa y en algunos aspectos pudo haber implementado incorrectamente la directiva de la OCB según tal compromiso.  Al ser cuestionado por sus superiores.  Harris presentó su renuncia.

Harris no había sido un discípulo del bombardeo de terror desde el principio, pero al igual que otros en el Comando de Bombarderos cambió a regañadientes y gradualmente al ataque de área--- no deseando hacer lo incorrecto por las razones correctas.  El bombardeo moral tenía sentido en el papel desde un punto de vista disuasivo, y muchos líderes de la RAF creían que el “ derrumbe moral era el resultado más probable del bombardeo.”  No obstante, ponerlo en práctica era otra cosa.  Durante la Guerra Civil Española, los mariscales del aire de la RAF habían presenciado  el poco éxito contra la moral de los ataques alemanes sobre Madrid, así como de los ataques italianos sobre Barcelona.  La doctrina oficial de la RAF establecida en el Folleto del Aire 1300 enumeraba sólo objetivos militares.  Así, un argumento sostiene que Harris y su comando no escogieron cambiarse al bombardeo moral, sino que fueron forzados a ello debido a las limitaciones tecnológicas y la conveniencia política. Era la única manera de cumplir la razón de ser tradicional de la RAF---la orden de ofensiva aérea de Trenchard de bombardear con más fuerza al enemigo.  Como resultado, aproximadamente trescientos mil civiles alemanes murieron a causa de los ataques aéreos, una cifra que algunos usan para condenar el fracaso de la OCB más que para justificar el éxito.

Sin embargo, Harris y el Comando de Bombarderos no eran los únicos responsables de la decisión de conveniencia y sus efectos.  En su mayor parte, la decisión estadounidense del bombardeo de precisión de industrias durante el día fue más un asunto práctico que de moralidad.  El general Spaatz se oponía al bombardeo de las ciudades, no tanto debido a convicciones  personales de conciencia sino porque pensó que era menos eficiente y efectivo que bombardear a la Luftwaffe y el petróleo.  Este enfoque coincidía con el plan estadounidense de la estructura de fuerzas conocido como la División de Planes de Guerra Aérea---Plan 1 (AWPD-1). Desarrollado por exinstructores de la Escuela Táctica de la Fuerza Aérea.

Asismismo, el bombardeo estadounidense de 1945 contra Alemania y Japón fue tanto bombardeo de terror de civiles como cualquiera de los que condujo el Comando de Bombarderos.  Además, se debe recordar que los estadounidenses aceptaron el bombardeo de área británico como parte de la OCB.  Finalmente, al igual que los británicos, los estadounidenses también se desplazaron hacia el bombardeo de área debido a “circunstancias muy lejos del control de las Fuerzas Aéreas del Ejército”.  La Octava División Aérea arrojó tantas toneladas de bombas sobra fábricas de cojinetes de bola por vía del bombardeo de área como mediante el bombardeo “de gran precisión”, con pleno conocimiento del daño colateral.  El bombardeo de precisión a gran altitud diurno estadounidense fue a menudo no más preciso que el bombardeo de área nocturno británico.

Irónicamente, cerca del final de la guerra, los estadounidenses y británicos y cambiaron de lado.  A fines de 1944 y comienzos de 1945, la precisión del Comando de Bombarderos, la superioridad aérea Aliada y los avances de las bombas condujo al Mando Aéreo Británico a reconsiderar la selección de  objetivos, mientras que las recientemente designadas Fuerzas Aéreas Estratégicas de los  Estados Unidos perseguían seriamente el “bombardeo sicológico”.  Que se evidenció por los ataques sobre Berlin y Dresden en febrero de 1945.  Como observa un autor, “Ciertamente cualquier distinción entre las prácticas estadounidenses y británicas se perdió ante los ciudadanos de Dresden, Chemnitz y Berlin después de las visitas de la Octava División Aérea en febrero de 1945.

El cambio posterior en la selección de objetivos, tal vez no casualmente, coincidió grosso modo con el bombardeo estadounidense de las ciudades japonesas---iniciado por diferentes razones, pero bombardeo de área de poblaciones urbanas al fin.

Irónicamente, la moral del Comando de Bombarderos aumentó cuando Harris se hizo cargo del comando en mayo de 1942, a pesar del hecho de que la tasa de víctimas subió inmediatamente del 3.7 al 4.3 por ciento.  Harris sabía que 4% era su punto de equilibrio de reemplazos para compensar las pérdidas ,y esto lo llevó a la decisión de cambiar a 80% de bombardeo de área por la noche.  En esencia, entonces, la decisión de bombardeo moral fue por propósitos morales  --positivo para sus hombres y negativo para su enemigo. 

La contraparte estadounidense de Harris fue el general Spaatz, comandante de la Octava División Aérea.  Al igual que Harris Spaatz también experimentaba dificultades morales debido a las tasas de desgaste, un problema que atacó con tenacidad.  Spaatz había aprendido a la fuerza cómo no tratar a aumentar la moral positiva.  Su plan de ofrecer a las tripulaciones permisos en los Estados Unidos, después de los cuales debían retornar a la lucha, demostró ser contraproducente y fue cancelado.  Lo mejor que podía esperar era simplemente ofrecer a las tripulaciones aéreas la sensación de una probabilidad razonable de supervivencia mientras que aseguraba el logro de la misión.  Spaatz hizo de la misión su primera prioridad  pero trató de mantener a las tripulaciones con esperanzas de que sobrevivirían las 25 misiones de combate necesarias para lograr la misión.

Primero el coraje personal y la misión --- así fue como Spaatz abordó la moral.

Spaatz parece hacer guardado su compasión por las tropas mayormente para sí mismo, y no fue notable por sus charlas carismáticas.  Más bien, creía que la forma más efectiva de tratar la moral era simplemente dejar que los aviadores supieran exactamente en dónde estaban parados.  A este respecto, luchó para hacer que ellos creyeran en sí mismos y en su efecto positivo en la guerra:  “Nuestra tarea más importante ahora mismo es mantener la moral de estos muchachos que están haciendo la pelea, y sólo convenciéndolos con hechos podremos demostrarles que los resultados obtenidos valen la pena el esfuerzo que están poniendo en la tarea.  Esto es claramente un ejemplo de la relación entre liderazgo- disciplina- confianza y moral que discutimos anteriormente.

Finalmente, Spaatz fue un realizador más que un predicador, lo que, según S.L.A. Marshall, es importante.  Spaatz dice que un líder que no es un realizador es como una religión sin labores-  sin conciencia.  En el caso de Spaatz, no cabe duda de que sus tropas sabían que el general al mando de ellos había volado por muchos peligros, había derribado aviones enemigos en la Primera Guerra Mundial, y había establecido récords mundiales mediante coraje personal en el aire.  Primero el coraje personal y la misión—así fue como Spaatz abordó la moral.

Los aspectos más notables de la OCB que afectaron la moral fueron las misiones peligrosas y el devastador bombardeo incendiario.  Por ejemplo, la Operación Gomorra  contra Hamburgo en el verano de 1943 fue de verdadero terror, diseñada para lograr la moral negativa de los alemanes.  Por otro lado, el avance de los cazas nocturnos alemanes contrarrestó el factor de seguridad británico de las operaciones nocturnas, y las pérdidas incurridas durante el bombardeo de área de Berlín seis meses después sirvieron para dañar la moral positiva de las tripulaciones del Comando de Bombarderos.  Los estadounidenses también pagaron un precio en vidas por el éxito elusivo contra los nodos industriales claves.  En las incursiones de Schweinfurt del 7 de agosto y 14 de octubre de 1943, el bombardero sin escolta era evidentemente no tan invulnerable como había predicho el general Ira Eaker.  Sin duda, las escoltas de cazas tales como los Mustang P-51 fueron un tremendo impulso a la moral de las tripulaciones de bombarderos en misiones tales como Argumento- popularmente conocidas como “Gran Semana ( Big Week)” durante febrero de 1944.  Incluso el nombre no oficial de la escolta, “pequeños amigos”, denota tal moral positiva.  Así, al riesgo de sobresimplificación, la moral en la OCB fue algo como un “subibaja”: un aumento de la moral positiva en un lado podía eventualmente afectar la moral negativa en el otro.

En un sentido, se estableció un escenario parecido en el mar, donde la ciudad era reemplazada por el buque mercante.  Así como los civiles en las ciudades eran parte integral de la producción alemana para combate en la guerra, los marinos civiles también lo eran al ayudar a reabastecer a los combatientes de guerra británicos y estadounidenses.  Los alemanes practicaron una guerra submarina sin restricciones tal como lo habían hecho en la guerra mundial previa, atacando las líneas de comunicación marítimas y amenazando “ la supervivencia de Gran Bretaña y su libertad de acción después de la guerra como gran potencia”.  De manera similar a la conveniencia del Comando de Bombarderos para emprender el bombardeo de área, también era más seguro y más práctico para los comandantes de los submarinos alemanes ( U-boats) atacar los buques mercantes sin aviso, o atacar convoyes en la noche usando la táctica Rudeltaktiken  (Tácticas de grupos de lobos) del almirante Karl Dönitz.  La semejanza entre las actividades aéreas y marítimas es menos importante que el hecho que ambas situaciones involucraban fuertemente a la moral.  Los torpedos, el agua fría y los tiburones eran tan aterrorizantes para los marinos estadounidenses, como la artillería antiaérea y los cazas de la Luftwaffe eran para los miembros de las tripulaciones de bombarderos.  Desde una perspectiva más estratégica de la moral en términos de economía y supervivencia nacional, el primer ministro británico Churchill observó que lo único que realmente lo asustaba durante la guerra era el peligro de los submarinos alemanes.

La OCB y el bombardeo aéreo de las ciudades japonesas fueron campañas  moderadamente exitosas de cansancio moral, donde las operaciones Aliadas tuvieron éxito al durar más que el enemigo.  En ese sentido fueron también campañas de desgaste moral.  Sin embargo, por el lado de la moral, las campañas tuvieron menos éxito.  Según las revelaciones recientemente desclasificadas y publicadas en la Unidad de Encuestas del Bombardeo Británico, “la ofensiva contra las ciudades alemanas diseñadas par quebrar la moral de la población civil alemana, claramente falló”.

La fuerza Aérea vive hoy con el legado de las campañas de bombardeo de la Segunda Guerra Mundial, tanto positiva como negativamente.  Los críticos más acérrimos postulan varias actitudes raciales y teorías de conspiración detrás del bombardeo de terror; otros sustentan que el bombardeo fue la manifestación de intereses mezquinos para ganar la guerra por el poderío aéreo más que para ganar la guerra misma.  Un argumento sostiene que lo que contaba era el daño y la destrucción, sin importar el efecto, de modo que la OCB fue diseñada para quemar y destruir.  El factor importante hoy, sin embargo, es que la situación se ha invertido.  Los estadounidenses esperan ahora que la Fuerza Aérea se desempeñe con precisión y efecto.  Esto es una mejora positiva en el arte militar aéreo estadounidense, a pesar de la potencial incapacidad para satisfacer las expectativas si éstas llegan a ser irreales.  Tal vez la mayor dificultad es lograr las expectativas con respecto a la moral.

Este artículo sostienen que las expectativas realistas acerca de la selección de objetivos morales deben reflejar un entendimiento del rol complejo y enormemente importante de la moral en la guerra.  Tal como los planificadores de la OCB aprendieron, no se puede asumir que el bombardeo de objetivos enemigos tales como sistemas de petróleo, electricidad y transporte afectará también, como efecto implícito, de la manera deseada un objetivo abstracto como la moral del enemigo.  Antes de que los planificadores de las campañas aéreas ataquen la moral como parte de una estrategia para ganar la guerra, deberían considerar tanto su dominio positivo como negativo, así como su relación con el liderazgo y la disciplina.  A pesar de las espectaculares mejoras en la tecnología, la organización y el pensamiento desde el tiempo de la OCB de la Segunda Guerra Mundial, algunas cosas permanecen inalterables.  La guerra es aún un infierno, y el desafío del bombardeo para mantener a destruir la moral es monumental.  La OCB de la Segunda Guerra Mundial logró establecer el escenario para el éxito del Jefe Supremo, pero el bombardeo de terror de los civiles no fue muy exitoso. 

Como estrategia, causó una moral negativa entre las tripulaciones de bombarderos, y no pudo apuntar al centro de gravedad ( Shwerpunkt) de la moral alemana, tal como el bombardeo incendiario de las ciudades japonesas no pudo quebrar la voluntad japonesa de resistir. ¿Por qué entonces adoptaron los elementos de decisión Aliados la opción del bombardeo de terror?  Hay muchas razones creíbles:  el deseo de revancha y de retribución de “ ojo por ojo”, la incapacidad para  hacer otra cosas mientras enfrentaban a un enemigo intimidante y un futuro muy incierto, la oportunidad percibida para demostrar la razón de ser de las fuerzas aéreas, la minimización de pérdidas de fuerzas de tierra, y la creencia de que se quebraría las voluntad del enemigo.  Aparte de estas y otras razones, el punto importante hoy es saber que la selección de la moral como objetivo requiere del bombardeo aéreo preciso del comando y control (C2) y el liderazgo para interrumpir el vínculo entre el liderazgo, la moral y el éxito de la organización.  Dañar condiciones de vida de la población
 

Tal como los planificadores de la OCB aprendieron, no se puede asumir que el bombardeo de objetivos enemigos tales como sistemas de petróleo, electricidad y transporte afectará también, como efecto implícito, de la manera deseada un objetivo abstracto como la moral del enemigo.

Tal vez no quiebre su voluntad de resistir, salvo que se lleve a cabo hasta extremos moralmente cuestionables de matar la mayoría de la población o destruir completamente su capacidad para sobrevivir.  En los tiempos como parte de una estrategia era más entendible para los elementos de decisión y las sociedades Aliadas que lo es para los estudiantes de historia que no han vivido los ataques relámpago ni enfrentado tan enorme tarea y su resultado incierto.  Sin embargo, con las capacidades contemporáneas de impactar con precisión, tales usos de terror del poderío aéreo son ahora inaceptables- al menos para los Estados Unidos.  Por otro lado, destruir las percepciones enemigas de su unidad de propósito con la finalidad de causar el desplome de la fuerza moral aún puede ser una estrategia factible.

Con más probabilidad tal estrategia se continuará ajustando en una operación tipo OCB.  La práctica de combinar las fuerzas de bombardeo aéreo Aliadas empezó en la Primera Guerra Mundial, se reforzó en la Segunda Guerra Mundial, y ha continuado desde entonces.  Una OCB más reciente exitosa tuvo lugar después que la agresión iraquí de 1990 contra Kuwait propició los esfuerzos de la coalición contra los centros de comando y control, sistemas de alerta anticipada, industrias seleccionadas, emplazamientos de cohetes Scud, y las fuerzas de la Guardia Republicana de Saddam Hussein.  La OCB de la Guerra del Golfo, incluyendo nuevamente el bombardeo aéreo diurno y nocturno, trastornó con éxito al enemigo con mucha más precisión que en el pasado.  El bombardeo de área aún tuvo un lugar en la OCB, con el bombardeo masivo de los B-52 contra la Guardia Republicana.  Éste, sin embargo, se confina a los soldados y destruyó efectivamente la voluntad de resistir.  Según el general Chuck Horner, el comandante del componente aéreo de la fuerza conjunta de la Guerra del Golfo, “ hay una poderosa evidencia de los 88.000 prisioneros de guerra que el impacto aéreo más significativo sobre la resistencia de combate iraquí fue la destrucción de la moral”.  A este respecto, el poderío aéreo fue mucho más decisivo para afectar uno de los factores más nebulosos de la guerra.

Incluso más recientemente, las campañas aéreas sobre la antigua República de Yugoslavia fueron nuevamente del tipo OCB-  esta vez bajo la dirección de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).  Similarmente, estas OCB claramente involucraron también la moral, lo que se volvió sumamente complejo debido a los denominadores factores de la Red de Noticias por Cable, tales como los millones de desplazados y otros resultados como la purificación étnica.  Nuevamente fue difícil apuntar al centro de gravedad de la moral del enemigo ya que no se le podía aislar, y se complicó más por el hecho de que Serbia tenía una larga historia de capacidad de adaptarse a los factores morales negativos.  Tal vez por esta razón, los objetivos aire-tierra de la OTAN reflejaron un objetivo de destruir la infraestructura yugoslava que apoyaba a los militares, más que un ataque estratégico desde el principio contra el liderazgo del comando de control.  La idea no era poner de objetivo a la moral sino justo lo opuesto: privar a Slobodan Milosevic de la capacidad de proseguir su purificación étnica incluso si él aún tenia la voluntad de hacerlo.  Fue una estrategia de camisa de fuerza y en muchos aspectos nuevamente se convirtió en un proceso de desgaste y agotamiento.  Tal como lo indica el autor William Arkin, “Ganamos a través de mera repetición”, causando que Milosevic eventualmente discontinúe la pelea y abandone Kosovo.  La  superioridad aérea promovieron la moral entre la coalición de la OTAN, en tanto que el daño colateral a los civiles fue una fracción mínima de lo que se observó en la Segunda Guerra Mundial. Lo que presionó la decisión eventual de Milosevic para abandonar es materia de conjetura en este momento, pero tal vez fue saber que la OTAN podía golpear casi con impunidad como, dónde y cuándo lo deseara, y que él no podía hacer nada para evitarlo, excepto salid.  La realidad completa de lo que pasó en Kosovo es aún poco conocida, y ahora bajo intenso estudio con la esperanza de arrojar más claridad sobre el asunto de la selección de objetivos y la moral del enemigo.  Quizás,  Kosovo reforzó el hecho que la moral es difícil de entender y predecir.

Las muchas caras de la perspectiva moral para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos muestra mejoras así como una advertencia.  Por una parte, en el futuro, la mayor capacidad de predecir proporcionada por el concepto de gestión de la Fuerza Expedicionaria Aerospacial suministrará a las tripulaciones aéreas desplegadas una valiosa luz al final del túnel—crítica para la moral positiva.  Por otro lado, la preocupación de proteger a los combatientes y la mayor aversión a las pérdidas pueden ser puntos de estrangulación de la moral y se deben percibir de forma realista.  Los estadounidenses pueden encontrarse cada vez más en el extremo receptor de los ataques morales en forma de terrorismo.  No es simple coincidencia que el bombardeo de terror y el terrorismo compartan la misma palabra raíz, ya que pos su misma naturaleza, el terrorismo generalmente involucra ataques indirectos contra la moral.

La buena noticia es que el bombardeo de terror estadounidense pertenece a la historia—ha seguido el camino de las picas y mosquetes.  No debemos sin embargo, felicitarnos por ser más morales que nuestros predecesores de la Fuerza Aérea.  Nuestra tecnología simplemente nos ha permitido actuar más moralmente.  Con errores de probabilidad circular increíblemente reducidos, desde municiones guiadas por el sistema de Posicionamiento Global y el compromiso nacional de usar tales armas costosas, tal vez finalmente tengamos la precisión para atacar la moral desde el aire sin matar directamente muchos civiles.  Sin embargo, a pesar de las impresionantes capacidades  para detener al enemigo en sus pistas en cualquier lugar, la selección de objetivos morales probablemente tardará más tiempo de lo que quisiéramos.  Es parte de la niebla de la guerra.

Tomado de Aerospace Power
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