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El abuso de las drogas no es nada nuevo para la sociedad estadounidense. Desde su creación, los ciudadanos de Estados Unidos han consumido y abusado de las drogas, tanto legales como ilícitas. Los primeros colonos europeos cambiaban alcohol por tabaco (y su derivado sumamente adictivo—la nicotina) con los indios que les daban la bienvenida. El consumo de cocaína comenzó en Estados Unidos a mediados de los años 1830 y se usó más prominentemente entre 1890 y 1915. Para la década de los años 1930, el consumo de cocaína disminuyó hasta casi extinguirse y permaneció en los márgenes del panorama estadounidense de las drogas por más de cuatro décadas.7 Tendencias NacionalesLa primera epidemia de cocaína en Estados Unidos se extendió aproximadamente 40 años antes de que casi se desvaneciera en la década de los años 1930.9 Según la Junta Central Permanente de Narcóticos de las Naciones Unidas, los decomisos de la cocaína ilícita en el ámbito mundial fueron de un promedio de sólo siete kilogramos (15.4 libras) entre 1958 y 1962.10 Joseph Spillane sugiere varias teorías de reducción de ofertas responsables del casi total desaparecimiento de la cocaína durante los años 1920. Algunos investigadores opinan que dicha reducción fue a causa de una disminución en la demanda del consumidor. Otros opinan que el consumo de la cocaína disminuyó a causa del efecto ocasionado por las leyes restrictivas (Ley Harrison de Narcóticos, 1914). Otros investigadores opinan que el acatamiento a leyes más estrictas, que restringieron las redes de distribución, aumentó los costos al punto de que otras drogas se convirtieron más económicas y más accesibles. La Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial afectaron, en gran medida, la distribución internacional que afectó de manera negativa la oferta de la cocaína y la heroína. Además, la investigación de Spillane sugiere que los proveedores legales de cocaína emigraron sus productos a mercados menos regulados fuera de Estados Unidos donde era más fácil venderla tanto legal como ilegalmente.11 Lamentablemente, nada en la investigación de Joseph Spillane describe en conclusión por qué la cocaína prácticamente desapareció del "bajo mundo" de Estados Unidos por cuatro décadas. De igual manera, no hay un estudio definitivo que pruebe que el enfoque de una reducción de la demanda le dio fin a la primera epidemia de cocaína. La cocaína no representaba la necesidad médica que antes tenía cuando sintéticos como la eucaína (primero introducida y producida por la compañía europea Schering & Glatz en 18896) y la procaína (producida por la Farbwerke Hoescht Company bajo el nombre de fábrica Novocaína) se convirtieron en sustitutos médicos populares.12 Haber cambiado la opinión pública de una de tolerancia silenciosa a una de horror puede haber reducido la demanda. Los prohibicionistas y los grupos misioneros cristianos incorporaron el abuso de las drogas en sus campañas anti alcohólicas. Dichos grupos cabildearon enérgicamente publicando los peligros de la cocaína al público en general. La imagen popular de un "cocainónamo" depravado destruyó completamente un mercado importante en coca de baja potencia y preparaciones de cocaína.13 Los grupos prohibicionistas persuadieron al Congreso que catalogara de fugitivos a los consumidores de drogas. Grupos religiosos tales como las Sociedades Misioneras Protestantes (Protestant Missionary Societies) en China, el Sindicato de Mujeres Cristinas (Women’s Christian Temperance Union) y la Liga Anti Taberna (Anti-Saloon League) convencieron al Congreso que catalogara de fugitivos a los consumidores de drogas.14 Antes de este movimiento, el consumo de drogas era considerado un problema médico. El haberle dado un carácter "criminal" a la toxicomanía detuvo el tratamiento médico para la mayoría de los toxicómanos y fomentó una economía de mercado negro lucrativa para apoyar los hábitos de drogas "ilegales". Irónicamente, las sanciones no erradicaron el consumo de las drogas, tan sólo lo convirtieron en un delito.15 Joel Phillips y Ronald Wynne sugieren que otras drogas, en particular la anfetamina, reemplazaron el abuso de la cocaína.16 Tres drogas unidas históricamente a la cocaína son la cafeína, la anfetamina y la heroína. La cafeína era un componente importante de las "colas", incluso antes de que se extrajera la cocaína de ellas. Harvey Wiley, encargado de administrar la Ley de Alimentos y Drogas Puras (Pure Food and Drug Law) de 1906, ordenó una investigación con respecto al consumo de bebidas no alcohólicas. Su estudio fue una iniciativa para probar la naturaleza dañina de la cafeína. Él descubrió que los niveles de consumo de bebidas que anteriormente eran tratadas con cocaína permanecían igual cuando los niveles de cafeína eran estables o aumentaban. Su estudio fue concebido para mostrar cuán peligrosa es la cafeína como droga adictiva. Sus hallazgos nunca le llamaron la atención a la imaginación del público americano.17 Si bien la cafeína rara vez ha sido considerada un reemplazo de la cocaína, otros estimulantes pueden ser la respuesta. La anfetamina, introducida por primera vez a Estados Unidos en la década de los años 1930, es considerada por varios investigadores de drogas como la razón principal de la disminución de la popularidad de la cocaína durante esa época.18 Sustituir un estimulante por otro es una noción popular entre los médicos y científicos del por qué los narcómanos prefieren una droga en lugar de otra. La cocaína cayó en desuso y experimentó una investigación minuciosa al mismo tiempo que las anfetaminas fueron desreguladas y ni aún eran consideradas "prohibidas". Asimismo, a fines de las décadas de los años 1960 y 1970 el uso de la cocaína volvió a surgir. La popularidad de la cocaína aumentó cuando las campañas de los medios de comunicación destacaban los peligros del consumo de anfetaminas. Los anuncios advirtiéndole a la juventud estadounidense que "los estimulantes causaban la muerte" disminuyeron el apetito por las anfetaminas y la "coca" se popularizó nuevamente.19 La Guerra contra las DrogasSe calcula que, en 1962, cuatro millones de estadounidenses probaron una droga ilegal. El Presidente John F. Kennedy convocó la primera Conferencia de la Casa Blanca sobre Narcóticos y Toxicomanía. Durante la Administración Nixon el uso indebido de drogas pasó a ser de una inquietud a una "guerra" cuando en 1971 se creó la Oficina de Acción Especial para la Prevención de la Toxicomanía (Special Action Office for Drug Abuse Prevention). En 1973, el Presidente Nixon estableció la Administración de Control de Drogas (DEA) y le otorgó un presupuesto de US$70 millones.21 En 1972, las iniciativas de las agencias policiales desmantelaron las rutas principales del contrabando de drogas entre Francia y Estados Unidos. Al romper la "Conexión Francesa", los sindicatos criminales en América del Sur, principalmente en Colombia, surgieron a la supremacía en cuanto a la entrega y producción de drogas ilegales hacia los Estados Unidos. Estas nuevas organizaciones criminales introdujeron la cocaína hacia los Estados Unidos en una escala masiva. Esta nueva infusión de drogas desencadenó el crimen y la violencia en las calles del país. Este aumento en el crimen fue tan alarmante que el público exigió que se aumentaran los números de agentes policiales. En 1986, el Congreso aprobó la Ley contra la Toxicomanía, otorgándole al Poder Ejecutivo más autoridad para luchar contra el problema de las drogas que cada vez era mayor.22 A las Fuerzas Armadas se les hizo un llamado a que participaran en la "guerra contra las drogas" cuando el Presidente Ronald Reagan, en 1986, firmó la Directiva de Decisión de Seguridad Nacional (NSSD) Número 221 en la que se refería al narcotráfico internacional como "una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos". Esta orden presidencial expandió las agencias del control de drogas para incluir a los Departamentos de Defensa, del Tesoro, de Transporte, de Justicia y del Estado. También le otorgó a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) un rol en las operaciones contra las drogas.23 En 1989, la Ley de Autorización de Defensa Nacional se convirtió en ley pública. El Departamento de Defensa se convirtió en la única agencia principal responsable de detectar y vigilar el tránsito aéreo y marítimo de drogas ilegales hacia los Estados Unidos, además de otras numerosas responsabilidades.24 En la actualidad los sindicatos del crimen organizado en Colombia, México y otros países controlan el tráfico ilegal de drogas. Estos carteles de drogas producen y distribuyen, a una escala sin precedentes, la heroína, cocaína, metanfetamina, marihuana y otras substancias ilegales. Estos traficantes han desarrollado organizaciones criminales sumamente complejas para frustrar las iniciativas de las agencias policiales locales, estatales y nacionales. Ellos emplean grandes números de personas para producir, enviar y distribuir las drogas ilegales. Además, contratan cientos de personas, quizás miles, para lavar dinero, proveer comunicaciones y seguridad y reclutar reemplazos. En vista de que los narcotraficantes cuentan con presupuestos casi ilimitados, pueden comprar aviones, botes, vehículos, radares, equipo de comunicaciones y armamento de tecnología avanzada.25 Muchas de estas organizaciones criminales cuentan con presupuestos y equipo que sobrepasan los recursos de muchos países pequeños. Según la Encuesta Nacional por Hogares sobre el Uso Indebido de Drogas (National Household Survey on Drug Abuse) de 1999, se calculaba que había 87.7 millones de estadounidenses que habían consumido o consumían drogas ilegales.26 En los siguientes capítulos se mostrará por qué un cumplimiento de la ley más estricto y una participación más activa por parte de los militares no pudo vencer el tipo de ímpetu en el mercado que es intrínseco del contrabando de drogas. Medidas de Eficacia
Precio y Pureza de Drogas Ilegales entre 1988 a 1998
Fuente: Oficina Ejecutiva del Presidente, Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas (ONDCP), Drug Policy Information Clearinghouse, abril de 1999. Hechos y EstadísticasDesde 1980 hasta el año 2000, el Presupuesto Federal total para las drogas aumentó de US$1.0 mil millones a US$18.5 mil millones. El presupuesto total del Departamento de Defensa para el control de drogas aumentó de US$501.6 millones en 1989 a US$1.159 mil millones en el 2000.29 Sin embargo, el costo para los militares fue mucho más alto porque el programa antidroga del DoD responde por todos los recursos antidroga afines, salvo los costos de personal del componente militar activo. Dichos costos se absorben dentro del presupuesto total del DoD.30 Por lo tanto, las contribuciones reales del DoD al programa antidroga son mucho mayores que la cantidad que aparece en los informes oficiales del gobierno. Según las estadísticas del gobierno31, los arrestos relacionados con las drogas aumentaron (de 24.652 en 1988 a 40.383 en 1999), los decomisos de laboratorios de metanfetamina aumentaron (de 810 en 1988 a 2.155 en 1999), y los decomisos de marihuana y metanfetamina aumentaron (marihuana: 148.647,2 kg en 1990 a 338.297,3 kg en el 2000; metanfetamina: 751.5 kg en 1990 a 2.232,1 en el 2000), mientras que los decomisos de drogas disminuyeron para la heroína y la cocaína (heroína: 638.6 kg en 1990 a 534.9 kg en el 2000). Toda esta actividad ocurrió mientras que el precio por gramo de las drogas ilegales disminuyó y la pureza para la mayoría de las drogas ilegales aumentó (véase Tabla 1). Además, alguien en los Estados Unidos es arrestado por violación de drogas cada 30 segundos. Estados Unidos cuenta con un 1/22avo de la población mundial y de los prisioneros del mundo. Como promedio, una prisión nueva es construida semanalmente en los Estados Unidos a causa de los numerosos arrestos y periodos largos de encarcelamiento. El gobierno de los Estados Unidos vigila y analiza grandes cantidades de datos relacionados con las drogas. Pero no vigila los datos importantes relacionados con las drogas. El gobierno no conoce la cifra de narcómanos crónicos que hay en Estados Unidos en la actualidad. No conoce la verdadera disponibilidad de drogas ilegales en las ciudades principales del país. El gobierno no conoce las cantidades o el promedio de envíos de drogas ilegales provenientes de los países fuentes o abastecedores. El gobierno y sus agencias no conocen la cantidad de cultivos y de producción nacional de drogas ilícitas. Sin embargo, en virtud de todos estos hechos, tanto los conocidos como los desconocidos, el General del Ejército (jubilado) Barry McCaffrey, Director de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas, declaró en marzo de 2000 que "estamos ganando" nuestra lucha contra el uso indebido de drogas.32 ¿Qué es lo que está "ganando" el gobierno de Estados Unidos y qué papel desempeñan los militares en derrotar la toxicomanía en América? Una Misión Explícita y AlcanzableLa Estrategia Nacional para el Control de Drogas apoya la Estrategia Nacional para la Seguridad identificando las Metas y Objetivos para apoyar su "misión de reducir el consumo y la disponibilidad de las drogas y las consecuencias desastrosas".35 La estrategia cuenta con 5 Metas y 31 Objetivos. En la figura 1 se ilustran los "Doce Blancos de Impacto Claves de la Estrategia para el Control de Drogas" y el porcentaje de reducción que esperan lograr. Esta estrategia sugiere que aproximadamente el 50% de las iniciativas de los Estados Unidos estarán encaminadas hacia la "demanda" (prevención y tratamiento), mientras que el otro 50% de la iniciativa atacará la "oferta" (aplicación de la ley e interdicción). En realidad, el gobierno ha gastado el 70% del presupuesto antidroga en la aplicación de la ley y la interdicción ("oferta"), y sólo un 30% de los recursos disponibles para la prevención y el tratamiento ("demanda"). Analizando las "Doce Metas de Impacto Claves de la Estrategia para el Control de Drogas", parece irreal que el gobierno de Estados Unidos y sus dependencias cumpla con las "metas" para el 2007. El rendimiento pasado y actual indica que la política y las medidas adoptadas por los Estados Unidos no llegarán a alcanzar los objetivos mencionados en la Estrategia Nacional para la Seguridad y en la Estrategia Nacional para el Control de Drogas. Una estrategia excesivamente emprendedora contra las drogas no es nueva. Según la Estrategia Nacional de 1984 para la Prevención de la Toxicomanía y el Contrabando de Drogas, para 1995 América estaría "libre de drogas", gracias a la ayuda de interdicción de los militares. Las operaciones militares de interdicción debieron haber disminuido la oferta de drogas, aumentado los precios, disminuido ganancias y disuadido a los contrabandistas de entregar su producto.36 ¿Por qué no han tenido éxito? Oferta y DemandaLas economías clásicas de "oferta" y "demanda" buscan un equilibrio. Esto significa que las cantidades de un producto "exigidas" por los compradores a un precio específico eventualmente serán iguales a las cantidades de un producto que los proveedores están dispuestos a vender a cierto precio. Dicho precio se convierte en el "precio de equilibrio en el mercado". Los precios suben y bajan con relación a la demanda del consumidor. No obstante, el mercado de drogas ilegales reacciona diferente a los modelos económicos clásicos de "oferta" y "demanda". Por ejemplo, si el gobierno fuese capaz de interrumpir la oferta de cocaína lo suficiente como para crear un incremento significativo en su precio (algo que no ha podido hacer)37, la demanda "básica" no cambiaría. En vista de la naturaleza adictiva de esta sustancia ilegal, los consumidores absolutos de cocaína o bien encuentran algún modo de financiar su hábito costoso, se enferman y buscan ayuda médica para la supresión de la adicción o encuentran un sustituto más económico. Para el cocainómano, la cocaína fumada es la opción más económica. Las personas adictas a las drogas ilegales "sufragan su hábito" indistintamente del precio. Otro factor que a menudo se ignora al "combatir" las drogas ilegales es la ganancia. La ganancia obtenida por vender sustancias ilegales es tan alta que incluso los "allanamientos de drogas" más grandes tienen una capacidad limitada de amenazar las ganancias de los narcotraficantes. Los contrabandistas de drogas ilegales están dispuestos a perder hasta un 80% de su producto (que rara vez sucede) porque sus ganancias son sumamente altas. Si la estrategia nacional para disminuir la oferta estuviese funcionando, los decomisos de drogas resultarían en incrementos dramáticos en el precio de las mismas. Tal como se mencionó anteriormente, los precios de las drogas ilegales en EE.UU. son más bajos y la pureza es más alta que en ningún momento en la historia. Por último, si las operaciones de Estados Unidos para disminuir la demanda tuviesen éxito, y los precios de las drogas ilegales aumentasen significativamente, el incremento en el precio y la ganancia atraería nuevos productores y proveedores al mercado. Este enorme potencial de ganancia crearía un incentivo para que más personas abastecieran drogas ilegales y, por lo tanto, aumentaría la demanda de que Estados Unidos llevase a cabo más operaciones antidrogas. Pero como hemos visto, el programa antidrogas de los Estados Unidos no ha tenido éxito. Las operaciones militares de
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Uno siempre puede contar con que los americanos hagan lo correcto después de haber agotado todas las demás alternativas. |
—Winston Churchill
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Lección Uno. La iniciativa antidroga actual de
Estados Unidos no funciona
Las propias estadísticas del gobierno relatan la historia mucho mejor. La cantidad, disponibilidad, precio y pureza de las drogas ilegales son mejores para el "consumidor" hoy en día que décadas atrás. Todos los arrestos, capturas, sentencias obligatorias, muertes y destrucción han hecho muy poco para detener la marea de la disponibilidad y consumo en los Estados Unidos de las drogas ilegales. Desde la iniciativa extensa y costosa del gobierno estadounidense, ellos sólo pueden mostrar que, en ocasiones, arrestan grandes cantidades de personas, capturan cantidades significativas de drogas ilegales, decomisan montones de dinero en efectivo, numerosas armas y decomisan millones de dólares en pertenencias y posesiones. Pero, según sus propias estadísticas, no logran los resultados a largo plazo. Las operaciones de interdicción enfocadas hacia la oferta de drogas ilegales, no logran nada de importancia.
Lección Dos. La participación de los militares en
las operaciones de interdicción de drogas deben
reducirse drásticamente
El Departamento de Estado ha gastado miles de millones de dólares en vano en apoyo a la "guerra contra las drogas". Las fuerzas militares estadounidenses y las capacidades son un recurso en disminución. Lo que queda del poder militar en el inventario de Estados Unidos necesita estar preparado para pelear las "verdaderas guerras" del país y no sus llamadas "guerras contra las drogas".
Las fuerzas armadas de Estados Unidos es la fuerza militar más avanzada y capaz en la faz del planeta. No obstante, sus recursos en personal y equipo son limitados. Las reducciones en la fuerza y el presupuesto han infligido pérdidas en esta fuerza militar. Los compromisos en aumento en el extranjero, en respuesta a numerosas crisis, al igual que las dificultades en retener y reclutar personal de calidad, contribuyen al estrés en la fuerza.
Utilizar sistemas de armamento costosos y de baja densidad, tales como el AWACS E-3 y el EC-130H "Compass Hall" de la Fuerza Aérea, y el P-3 de la Armada, para operaciones de vigilancia antidroga no constituyen el uso óptimo de los recursos estratégicos estadounidenses. El desgaste de dichos sistemas, y el aumento en la corrosión ocasionada por el salitre y el agua, disminuye la expectativa del tiempo operacional total de estos valiosos aviones. Si las misiones contribuyeran a la defensa y seguridad de Estados Unidos, entonces el gasto valdría la pena. No obstante, en vista de que no hay resultados concretos de las operaciones de interdicción de drogas, disminuir el tiempo de vida de dichos aviones es un desperdicio de dinero de los contribuyentes.
Por lo tanto, los recursos militares que en la actualidad utilizan las agencias policiales antidrogas, deben evaluarse por su eficacia, contribución total y costo de la operación. Si dichos recursos no disminuyen significativamente la cantidad de drogas ilegales que entra a Estados Unidos (las estadísticas muestran explícitamente que el impacto es mínimo), entonces dichos recursos deben volver a su misión principal de conservar la defensa nacional.
Lección Tres. La "guerra contra las drogas" no
es ninguna guerra
La "guerra contra las drogas" no es una guerra y el pueblo americano en realidad no quiere enfrentarla como una guerra. Si la "guerra contra las drogas" se convirtiese en una "guerra verdadera", las restricciones en las libertades civiles y los derechos humanos serían intolerables e irrevocables. La implementación de la ley marcial, para controlar el movimiento, la reunión de ciudadanos y la responsabilidad de las poblaciones, todas medidas estándar durante tiempos de "guerra", sería política, social y moralmente inaceptable para la población en general. El que se le permitiera a las fuerzas militares "disparar al momento", sólo por sospecha, sería rutina. Las barricadas, los puntos de control, los allanamientos, las capturas—todas en nombre de la "guerra contra las drogas"—suspenderían los derechos humanos y del individuo de una manera antes vista desde la Segunda Guerra Mundial.
Una verdadera "guerra contra las drogas" necesitaría la cooperación y comunicación de los militares y de las agencias policiales a un nivel global que sonrojaría a George Orwell. Compartir inteligencia a un nivel internacional para derrotar al "enemigo" (los narcotraficantes, los consumidores de drogas y los toxicómanos) requeriría redes grandes de datos y de computadoras indagando en la información financiera y personal de todo aquel considerado sospechoso de consumir drogas. La suspensión de las libertades civiles y la privacidad sería sin precedentes.
Con los militares a cargo, esta operación antidroga internacional estaría sumamente organizada y sería eficaz. Como organización conservadora, dispuesta a lograr la "misión", las fuerzas militares que participarían en las operaciones antidrogas probablemente pecarían de cautelosas. Para mantener la seguridad y el orden, en vista de que es una guerra, personas inocentes serían encarceladas de tiempo en tiempo. Al igual que en todas las "guerras" hay bajas en ambos lados—"amigos" (consumidores de drogas no ilegales) y los "enemigos" (consumidores de drogas ilegales). Las personas serían consideradas "culpables" hasta tanto se probase su inocencia, no "inocentes" hasta tanto se probase su culpabilidad, según el derecho civil actual. Eventualmente, las personas capaces de probar su inocencia serían puestas en libertad. No obstante, las familias, los negocios y las comunidades podrían verse interrumpidas en gran medida si el país decide "pelear" la "guerra contra las drogas".
Esta representación de la "guerra contra las drogas" pareciera ser extrema. Pero es a causa de la falta de claridad y la necesidad de simplificar demasiado que el pueblo americano y sus líderes electos han deambulado hacia la retórica de la guerra. Estados Unidos no ha librado una guerra en su territorio por más de 100 años. Este país libró sus guerras en las tierras de otros. Traerla a Estados Unidos tiene implicaciones que van más allá que las palabras. Las definiciones son importantes. La acción por parte de las agencias policiales y de los militares nunca deben sustituirse entre sí, sin antes tomar en cuenta detenidamente las ramificaciones. La guerra es un proyecto implacable.
Este estudio no resuelve el dilema de las drogas ilegales que enfrenta Estados Unidos. Sin embargo, sí sugiere que las fuerzas militares de este país se aprovecharían mejor si se retiraran de apoyar las operaciones antidroga. Las fuerzas militares estadounidenses deben estar capacitadas y aprestas para librar las "verdaderas" guerras del país. Hay suficientes recursos de agencias policiales en Estados Unidos para mantener la paz y la seguridad de sus comunidades. Quizás, con menos recursos, las agencias policiales podrían tornarse más innovadoras y buscar medios nuevos, y menos costosos, para contrarrestar el consumo de drogas ilegales. Demasiados recursos a menudo crean satisfacción. Malgastar dinero al tratar de recuperar pérdidas no es una solución.
La iniciativa antidrogas de los Estados Unidos de América ha apoyado arrolladoramente las iniciativas de reducción de la oferta sobre la reducción de la demanda. Este enfoque está fracasando. Quizás es tiempo de poner más esfuerzo en la reducción de la demanda y menos en el aspecto de la oferta. Es hora de quitarle la responsabilidad de la guerra de las drogas en América de las manos de los generales militares y entregársela al Inspector General de Sanidad. Quizás entonces encontraremos el camino a las soluciones, a largo plazo, de los problemas de las drogas ilegales.
Notas
1. Presupuesto Federal para las Drogas desde el año fiscal 1980. US Department of Justice (Departamento de Justicia de los Estados Unidos), Drug Control Administration (Administración de Control de Drogas), http:// www.usdoj.gov/dea/agency/staffing.htm.
2. General Hugh H. Shelton, Presidente, Junta de Jefes de Estado Mayor Conjunto, declaró durante un Foro de Estrategia Nacional en Chicago, Illinois, el 26 de marzo de 2001, que el Ejército de Estados Unidos es ahora el séptimo ejército más grande del mundo, sólo cuenta con 10 divisiones de servicio activo (antes eran 18) y que la Armada y la Fuerza Aérea han experimentado reducciones similares. Si bien el Ejército es 40% más pequeño, es desplazado un 300% más a menudo.
3. A National Security Strategy For a New Century (Una estrategia nacional para la seguridad para un nuevo siglo), The White House, diciembre de 1999, 11.
4. Ibid, 19.
5. Ibid, 19.
6. Ibid, 20.
7. Joseph F. Spillane, Did Prohibition Work? Reflections on the End of the First Cocaine Experience in the United States, 191-1945 (¿Funcionó la prohibición? Reflexiones al final de la primera experiencia con cocaína en Estados Unidos, 1910-1945), Informe RAND DRU-1243-DPRC (University of Florida, Center for Studies in Criminology and Law, noviembre de 1995), v.
8. Ibid, 1.
9. Lester Grinspoon y James B. Bakalar, Cocaine: A Drug and its Social Evolution (Cocaína: Una droga y su evolución social) (New York: Basic Books Press, 1976), 43. Veáse también David F. Musto, "Lessons of the First Cocaine Experience" (Lecciones extraídas de la primera epidemia de la coacaína), The Wall Street Journal, 11 de junio de 1986.
10. Spillane, 3.
11. Joseph Spillane destaca el incremento en el consumo de la cocaína después de la Guerra Fría en regiones cuyos problemas con la cocaína eran pequeños. Dichas regiones incluyen gran parte de Europa, la Unión Soviética, India y Asia.
12. Spillane, 15-16, 30.
13. Las fuentes más populares de cocaína para el público en general eran las numerosas preparaciones de tónicos y bebidas. Los vinos hechos de la coca (con dosis de cocaína entre 5 a 15 miligramos) y las bebidas de la coca (incluso la Coca Cola y la competencia con dosis tan mínimas como 2 miligramos) eran las más frecuentes y menos problemáticas para el consumidor. Para 1903, la Coca Cola "de-cocainizó" su producto y aumentó el contenido de cafeína. Spillane, 17-18, 33331.
14. Joseph D. McNamara, "Drug War Follies" (Revista de la guerra contra las drogas), Stanford, septiembre de 1994, 57.
15. Joseph D. McNamara, "The History of the United States Anti-Opium Policy" (Historia de la política de los Estados Unidos contra el opio), Federal Probation, junio de 1973, 15-21; "Drug War Follies", Stadford, septiembre de 1994, 57.
16. Joel L. Phillips y Ronald W. Wynne, Cocaine: The Mystique and the Reality (Cocaína: El misterio y la realidad) (New York: Avon Books, 1980), 102.
17. Spillane, 21.
18. Joel L. Phillips y Ronald W. Wynne, Cocaine: The Mystique and the Reality (Cocaína: El misterio y la realidad) (New York: Avon Books, 1980), 102.
19. Barry Stimmel, The Facts about Drug Use (Los hechos acerca del consumo de drogas) (New York: Hayworth Medical Press, 1993), 189-191.
20. Comisión del Presidente sobre la Aplicación de la Ley, 1986, 23.
21. En 1973, el presupuesto federal total para las drogas fue de US$70 millones. En el año fiscal 2000, el presupuesto de la DEA solamente fue de US$1,5 mil millones.
22. Joint Publication 3-07,4, Joint Counterdrug Operations (Operaciones Conjuntas Antidrogas), 17 de febrero de 1998, 1-1.
23. Linda Fournier, "Military Involvement in the Drug War: Just say No!" (La participación de los militares en la guerra contra las drogas: Digan ¡no!) (Curso Básico Núm. 5, Universidad Nacional para la Defensa, Colegio de Guerra Nacional, 1995), 2.
24. Joint Publication 3-07,4, Joint Counterdrug Operations (Operaciones Conjuntas Antidrogas), 17 de febrero de 1998, I-4—I-10.
25. US Department of Justice, Overview of International Criminal Organizations (Reseña de las organizaciones internacionales criminales) (Drug Enforcement Agency: http://www.usdoj.gov/dea/traffickers/overview.htm .
26. US Department of Justice, 1999 National Household Survey on Drug Abuse (Encuesta nacional por hogares en 1999 sobre el abuso de drogas) (DEA: http:// www.usdoj.gov/dea/concern/use.htm . Resulta interesante destacar que el abuso de las drogas en Estados Unidos alcanzó sus cifras más bajas en 1992 y ha aumentado consistentemente a los niveles actuales de consumidores/toxicómanos de drogas ilícitas en 1999.
27. Joseph D. McNamara, "Drug War Follies", Septiembre de 1994. 57.
28. Oficina del Poder Ejecutivo, Office of National Drug Control Policy (ONDCP) (Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas), Resume de datos relacionados con las drogas, abril de 1999, http//www.white housedrugpolicy.gov, NCJ-172873.
29. Ibid, U.S. Department of Justice, datos de la Drug Enforcement Administration (Administración de Control de Drogas) (DEA) y datos recopilados del despacho del Secretario de Defensa Adjunto para Operaciones Especiales/Conflictos de Baja Intensidad.
30. ONDCP, National Drug Control Strategy, FY 2001 Budget Summary (Estrategia Nacional para el Control de Drogas, Resumen del Presupuesto para el Año Fiscal 2001) Estadísticas de las Drogas, http://www.usdoj.gov/ dea/stat/drugstats.htm. **Nota al pie de la página 35.
31. U.S. Department of Justice, Drug Enforcement Administration, Estadísticas relacionadas con las drogas, http//www.usdoj.gov/dea/stats/drugstats.htm.
32. Erick E. Sterling, Presidente, Criminal Justice Policy Foundation (Fundación de Política de Justicia Criminal), Institute for Policy Studies (Instituto para el Estudio de la Política), Washington, D.C.
33. A National Security Strategy for a New Century, diciembre de 1999, 15.
34. Ibid, 15.
35. ONDCP, "Performance Measures of Effectiveness: 2000 Report" (Medidas de la eficacia en el rendimiento: Informe del Año 2000), Apéndice A: Metas y Objetivos de la Estrategia 2000, A-1.
36. Jon T. Bryd, Mission Impossible: It´s Time to Pull the Militar Out of Drug Interdiction (Misión imposible: Es hora de retirar a los militares de las operaciones de interdicción de drogas), National Defense University (Universidad Nacional para la Defensa), Fort McNair, Washington, D.C., 1997, 3.
37. La ONDCP opina que en la actualidad hay 1,5 millones de consumidores de cocaína en América, según se publicó en el informe del Drug Policy Information Clearinghouse de abril de 1999. No obstante, un déficit importante del programa federal es que el gobierno de Estados Unidos en realidad no tiene idea de cuántos consumidores crónicos de drogas viven en la actualidad en América. El medio principal del gobierno para medir la cantidad de consumidores de drogas ilegales, aparte de los registros de arrestos de las agencias policiales, es la Encuesta Nacional por Hogares sobre el Consumo de Drogas de la Administración de Servicios de Salud Mental y Toxicomanías (SAMHSA).
38. Byrd, 4.
39. La "Air Bridge Denial Strategy" (Estrategia de rechazo) surtió muy poco efecto en el precio y disponibilidad de la cocaína en Estados Unidos.
40. Robert Newbeerry, Director de Política de Aplicación de la Ley y Apoyo al Control de Drogas del Departamento de Defensa, en su testimonio ante el Subcomité para la Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, clebrado el 9 de julio de 1997.
41. Acción Andina, Evaluación de las Iniciativas de Interdicción en los Andes: Un caso experimental del Puente Aéreo Rechazo, Instituto Transnacional, Cochabamba, Bolivia, mayo de 1999, 4-5.
42. Informe de Prensa del Servicio de Aduanas de Estados Unidos, "Customs Reports Year 2000 Status of Cross-Border Inspection Program" (El Servicio de Aduanas Rinde su Informe del Año 2000 sobre la condición del Program de Inspección en las Fronteras), 15 de octubre de 1999.
43. Sanho Tree, "Colombia: A War Without End? (Colombia: ¿Una guerra sin fin? Instituto para Estudios de Política, Washington, D.C., 3.
44. C.P. Rydell y S.S. Everingham, "Controlling Cocaine" (Controlando la cocaína). Preparado por la ONDCP y el Ejército de Estados Unidos, Santa Monica, California: Drug Policy Research Center, RAND, 1994, 6.
45. Contraloría General, "Heavy Investment in Military Surveillance is not Paying Off" (Grandes inversiones en la viligancia militar no dan resultado), GAO/NSIAD-93-220, septiembre de 1993, 23.
46. ONDCP, National Drug Control Strategy, FY 2001 Budget Summary, 35. En este documento se informa que los gastos del DoD fueron de US!,142022 mil millones mientras que en el informe del Departamento de Defensa titulado "Fondos Antidogra del DoD desde el año fiscal 1991 hasta el 2002" se informó que los gastos totales para el año fiscal 2000 fueron de US$1,1591 mil millones,.
47. Las Cinco Metas de la Estrategia Nacional para el Control de Drogas son las siguientes: 1) Educar y habilitar a los jóvenes de los Estados Unidos para que rechacen las drogas ilegales, así como el alcohol y el tabaco; 2) Aumentar la seguridad de los ciudadanos de los Estados Unidos mediante una reducción sustancial de la criminalidad y la violencia relacionadas con las drogas; 3) Reducir los costos sanitarios y sociales de la toxicomanía para el público mediante un aumento en el servicio de tratamientos; 4) Proteger las fronteras aéreas, terrestres y marítimas de Estados Unidos contra la amenaza de las drogas; 5) Cortar las fuentes extranjeras y nacionales de suministro de drogas.
48. Gastos recopilados de los documentos del Departamento de Defensa, provistos en un informe del Secretario Adjunto de la Defensa para Operaciones Especiales/Conflictos de Baja Intensidad (ASD-SO/LIC), titulado "Counterdrug Resource Detail by Goal (Includes OPTEMPO), Goal 4 – Shield America´s Frontiers, and Goal 5 – Break Drug Sources of Suply" (Informe detallado de los recursos, por meta, incluye las Metas 4 y 5).
49. ONDCP, National Drug Control Strategy, FY2001 Budget Summary, 38-39.
50. Programas, Recursos, Evaluaciones, Política y Apoyo en la Aplicación de la Ley, ONDCP, Operaciones Especiales/Conflictos de Baja Intensidad, brifin del 12 de marzo de 2001.
51. ONDCP, National Drug Control Strategy, FY 2001 Budget Summary, **Nota al pie de la página 35.
52. Joseph Miranda, "War on Drugs: Military Perspectives and Problems" (La guerra contra las drogas: Perspectivas y Problemas Militares), The Drug Reform Coordination Network, Washington, D.C., enero de 2000, 3.
53. George Franke. "Federal Agencies Duplicate Efforts, Wage Costly Turf Battles" (Agencias federales duplican esfuerzos, luchan batallas costosas), The Washington Post, 8 de junio de 1997, A1.
54. Stephen E. Flynn, PhD., "Drugs, Thugs, and Trade: Border Control in an Era of Hemispheric Economic Integration" (Las drogas, los bandoleros y el comercio: Control de la frontera en una era de integración económica hemisférica) ensayo preparado por el Consejo sobre Relaciones Exteriores, 5 de febrero de 2000, 5.
55. General (jubilado) Barry McCaffrey, Director de la Oficina de Política Nacional de la Casa Blanca para el Control de Drogas, en testimonio ante el Comité de la Cámara de Representantes sobre Reformas Gubernamentales, Subcomité sobre Justicia Criminal, Política de Drogas y Recursos Humanos, 24 de septiembre de 1999.
56. Contraloría General, "Heavy Investment in Military Surveillance is not Paying Off" (Grandes inversiones en la viligancia militar no dan resultado), GAO/NSIAD-93-220, septiembre de 1993, 21.
57. Ibid, 4, 15.
58. Documentos del ASD-SO/LIC, metas 4 y 5.
59. Peter Reuter, Gordon Crawford y Jonathan Cave, "Sealing the Borders: The Effect of Increased Military Participation in Drug Interdiction" (Sellando las fronteras: El resultado del incremento de la participación de los militares en la interdicción de las drogas), RAND Corporation, enero de 1988.
60. Oficina del Poder Ejecutivo, Office of National Drug Control Policy (ONDCP) (Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas), Resume de datos relacionados con las drogas, abril de 1999, http//www.whitehousedrugpolicy.gov, NCJ-172873, 4.
61. The Defense Monitor, "The Pentagon’s War on Drugs: The Ultimate Bad Trip", Vol Xxi, Número 1, 1992.
62. Peter Zirnite, "Reluctant Recruits: The U.S. Military and the War on Drugs" (Reclutas reacios: Los militares de los estados unidos y la guerra contra las drogas), Washington Office on Latin America, Washington, D.C., agosto de 1997, 28.
63. The Miami Herald, "Border Areas are Overrun With Drugs, Rancher Says" (Granjero dice que las zonas fronterizas están inundadas de drogas), 1 de agosto de 1996, 3A.
64. Zirnite, 29.
65. Zirnite, 10-11.
66. Andina, 3-4.
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