Radiotelevisión de Serbia
Crónica de un martirio anunciado
En el marco de su campaña aérea en República Federal de Yugoslavia, la Alianza Atlántica
(OTAN) bombardeó, el 23 de abril de 1999, la sede de la Radiotelevisión de Serbia (Radiotelevizija
Srbije, RTS) situada en el centro de Belgrado, causando la muerte de dieciséis empleados del
organismo. Numerosos periodistas y organizaciones de defensa de los derechos humanos han
criticado, como hizo Reporteros Sin Fronteras (RSF), esta decisión de los aliados. "El bombardeo
de los locales de la RTS representa un peligrosísimo antecedente para la prensa", había declarado
RSF. Sin dejar de hacer hincapié en el carácter partidario y propagandista de la televisión estatal
de Serbia, la organización de defensa de la libertad de prensa había aclarado que "la propaganda
sólo puede ser combatida con palabras, a través de un largo trabajo de explicación didáctica, y en
ningún caso con bombas". El mismo día, varios responsables de la Alianza y también hombres
políticos occidentales justificaron el bombardeo de RTS recordando que las instalaciones de esta
televisión constituían un "objetivo legítimo" debido al papel que había desempeñado para avivar el
conflicto en Kosovo. "La RTS, verdadero ministerio de la mentira, es una fuente de propaganda que
prolonga la guerra", explicó en particular un representante del gobierno británico cuando el
Ministerio de Relaciones Exteriores se limitaba a indicar que esta organización televisiva era un
"objetivo que correspondía a la fase actual de las operaciones aliadas". La RTS reanudó sus
emisiones aproximadamente tres horas después del bombardeo.
Más de año y medio después de esta intervención aérea de la OTAN, que tenía la finalidad de
obligar a cesar las violencias contra los Albaneses de Kosovo, el episodio sigue levantando
polémicas. ¿Es legítimo destruir por la fuerza un órgano de información, por mucho que sea
utilizado a fines propagandísticos? ¿Por qué los responsables de la OTAN no se han limitado a
destruir únicamente las instalaciones de la RTS (antenas, transmisores y repetidores) que podían
servir para "fines militares", como a principios de abril se había comprometido su secretario general
de entonces, Javier Solana? ¿Por qué se ha tomado por blanco un edificio civil, sabiendo a ciencia
cierta que había empleados que trabajaban allí? Desde el punto de vista del derecho internacional,
aquel ataque constituye una violación de las leyes de la guerra, en particular de la "regla de
proporcionalidad" incluida en el Protocolo I de los Convenios de Ginebra de 1949.
En el momento de los hechos, el régimen de Belgrado, conocido por su hostilidad hacia la prensa
independiente, se había plenamente aprovechado en el campo mediático de este acontecimiento,
acusando a los aliados de "matar a periodistas". "La OTAN encarna ahora el mal absoluto" había
declarado en aquel entonces un portavoz del partido de Slobodan Milosevic. El bombardeo de un
edificio situado en el centro de Belgrado y la muerte de dieciséis civiles también han impactado
profundamente a la oposición y los medios independientes de Serbia que en su mayoría lo han
mirado como "un error monumental de juicio", e incluso una "confesión de impotencia" de los
responsables occidentales frente a la evolución del conflicto. En cambio, las familias de las
víctimas no han querido, en absoluto, que el Régimen se aproveche de su dolor y, en su mayoría,
han sufrido su desconsuelo en privado, lejos de las cámaras de la RTS. En la placa conmemorativa
colocada por la dirección en el edificio de la RTS para saludar la memoria de los dieciséis
empleados muertos en el "bombardeo criminal de la aviación otanesca", las familias han
contestado con un simple bloque de granito, erigido fuera del recinto de la RTS, grabando en el
mismo los nombres y la edad de las víctimas, "muertos en su puesto de trabajo como
consecuencia del bombardeo de la OTAN" y escribiendo en grandes letras una pregunta: "¿Por
qué?" En una breve ceremonia conmemorativa después de la identificación de los seis primeros
cuerpos, el discurso del director general de la televisión, Dragoljub Milanovic, fue interrumpido por
las protestas de una muchedumbre que empezó a gritar "¡Asesinos!". Algún tiempo después,
también aparecieron en los muros de Belgrado numerosas pintadas acusando a la dirección de la
RTS de "asesinato".
Al día siguiente del bombardeo, y a pesar del miedo a represalias y al estado de guerra, fueron
muchos, en Belgrado y en Serbia, los que se planteaban ciertas cuestiones: "¿Por qué esos
dieciséis empleados estaban en el edificio después de la alerta aérea? ¿Estaban los responsables
de la cadena al corriente de la inminencia de un bombardeo? ¿Cómo sucedió que ninguno de los
periodistas conocidos ni miembros de la dirección estaba presente en el momento de los hechos ?
Gracias a los recientes cambios políticos, se pudo por fin llevar a cabo una investigación en Serbia
con el fin de establecer todas las responsabilidades en este drama todavía muy presente en
Belgrado. Un representante de Reporteros Sin Fronteras (RSF) fue a Serbia con el fin de encontrar
a representantes de las familias de las víctimas, a su abogado, a periodistas, y entre ellos muchos
testigos que aceptaron hablar por primera vez del bombardeo, y también a responsables del
gobierno. También fue recibido por el Presidente Vijislav Kostunica.
Con la reanudación progresiva por parte de la comunidad internacional del diálogo con la República
Federal de Yugoslavia, aparece igualmente este informe de RSF que analiza las circunstancias y
las numerosas zonas oscuras del bombardeo de la RTS.
Despacho Américas / Americas desk
Reporters sans frontières
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